Marx escribió para transformar el mundo. A 203 años de su nacimiento

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Violeta R. Núñez Rodríguez[1]

 

“Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. Esta frase, que constituye la “Tesis 11”, escriba por Karl Marx, y publicada por Friedrich Engels, en las Tesis sobre Feuerbach (Marx, 1888), sigue pendiente.

 

¿Pero de qué transformación hablaba Karl Marx, este filósofo alemán, precursor de la crítica de la economía política, de quien este 5 de mayo, celebramos el 203 aniversario de su natalicio? De la transformación del régimen de acumulación vigente, del capital, que basa su racionalidad en el proceso de explotación de la fuerza de trabajo. Este proceso fue descrito por Marx (1863-1866), en el Capítulo VI (Inédito)[2], donde analiza el concepto de subsunción del trabajo en el capital, que evidencia cómo el capital incorpora y somete, haciéndolo parte de su cuerpo, al trabajo y al trabajador. Pero esto fue posible después de la acumulación originaria (que marcó el inicio del capitalismo), que implicó la separación del productor directo, de su medio de producción, entre ellos los campesinos y los pueblos originarios de su tierra y territorio, durante la colonización. Claro, digo “separación”, pero en los hechos esto implicó un despojo, legal y violento, como está documentado en la obra célebre de El Capital (Marx, 1867), en el histórico capítulo de “La llamada acumulación originaria”.

 

La obra de El Capital, de la cual sólo el Tomo 1, pudo ser publicado por Marx (los Tomos 2 y 3, fueron revisados, editados y publicados por Engels, después de la muerte del filósofo alemán), constituye parte de esta gran idea de transformar el mundo. Porque la obra de Marx fue escrita para la transformación, en particular para la Revolución. Es decir, su vasta obra, tanto de Marx, como de Engels (su gran amigo y compañero militante de vida), conformada, al menos por 114 tomos, 50 ya publicados[3], en lo que se conoce como la MEGA (Marx-Engels Gesamtausgabe[4]), no sólo constituyó un aporte único en la humanidad, para entender el fundamento del régimen de acumulación capitalista, cuya racionalidad es la ganancia, sino que pretendía su superación. Así, Marx y su obra, emergieron para terminar con esta relación social dominante, en particular con el proceso de explotación de la fuerza de trabajo (donde el producto del trabajo es enajenado, además de no ser retribuido el valor total creado por el trabajador), con la expropiación y apropiación de la propiedad y de los bienes comunes, entre otros.

 

Estas obras se escribieron, no desde la contemplación, sino desde la militancia, desde la lucha y la práctica, de la praxis, y desde su preocupación permanente por los pobres, lo cual se observaba desde los escritos de juventud de Marx, en la Gaceta Renana (1842), en la defensa férrea que realizaba de quienes eran declarados culpables de robo al recoger leña suelta, en propiedad privada, para sobrevivir. Una propiedad privada, que por cierto, antes había sido un bien común, al igual que la leña. Esta preocupación, de también estaría presente para Marx, a lo largo de El Capital, en particular en el desarrollo de la “La ley general de acumulación capitalista”, a partir de la cual es posible comprender que “a mayor riqueza, mayor miseria”, es decir, decía Marx (1867), “esta ley produce una acumulación de miseria proporcionada a la acumulación de capital”. Dicho de otro modo, en el capital, la generación de riqueza, implica el despojo y empobrecimiento de grandes sectores de la población. Esto pareciera contradictorio, pero los datos así lo corroboran. Después de seis siglos (o más) de capitalismo, en el mundo hay hombres que concentran grandes fortunas, entre ellos, los dueños de Amazon, Tesla, Louis Vuitton y Microsoft, quienes cada uno posee más de 100 mil millones de dólares (Forbes, 2021). En contraste, hay 820 millones de personas que padecen hambre (ONU, 2020). Muchos de ellos se van a dormir, sin haber comido nada en el día, y lo paradójico es que todos los días se tiran miles toneladas de comida en el mundo. Al respecto, indica la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, “unos 1300 millones de toneladas de comida producida par el consumo humano, o un tercio del total, termina en vertederos” (FAO, 2018). Esto es el capital. Aunado a esto, hay 729 millones de personas en pobreza extrema (Banco Mundial, 2020), ¡extrema! Esto también es parte de la concentración y centralización del capital,  analizada por Marx como tendencia histórica del capital, y que hoy los datos le dan la razón: “1% de la población, acaparó el 82% de la riqueza generada durante un año” (Oxfam, 2018). En el caso de nuestra nación, decía hace unos día el Secretario de Hacienda y Crédito Público, que México es uno de los países con mayor desigualdad en el mundo: “Alrededor del 59% de la riqueza se concentra únicamente en el 10% de la población” (Herrera, 2021).

 

 

Más allá de estar o no de acuerdo, en términos ideológicos, con el pensamiento de Marx, que habían declarado como “muerto”, después de la caída del bloque socialista, que por cierto se sigue estudiando en casi todas las escuelas serías del mundo (entre ellas en nuestra UNAM), por su gran importancia para entender y comprender la lógica y racionalidad del capital, la idea sería preguntarnos, si ya no es necesaria la transformación de algunos de los elementos abordados por este teórico-militante, elementos que además de ser parte de las características del capital, la tendencia de algunos de ellos, sería su agudización,  entre ellos: la explotación, el despojo, la violencia, la concentración y centralización del capital, la pobreza, la miseria, la desigualdad, el predominio del capital ficticio, entre otros.

 

Tan sólo quiero recordar que todos los días, los miles de mineros que se introducen en los socavones de las minas, o están expuestos a los químicos extremos en la minería a cielo abierto (entre ellos al cianuro), laborando no uno, sino hasta dos turnos, para sobrevivir, dirían que el cambio, además de estar pendiente, es urgente y necesario. Los mineros de Pasta de Conchos, quienes murieron en la madrugada, ¡en el turno de  la madrugada, aproximadamente a las 2:30 a.m.!, laborando a esta hora, no por gusto, también dirían que es urgente la transformación de esta relación social, en donde ellos, no tienen otra opción más que venderse como fuerza de trabajo. Aunado a esto, tan sólo basta revisar los boletines del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana, donde por años, pudimos constatar que todos los días, casi sin excepción, habían accidentes en las minas, mutilados, muertos. Ellos igualmente dirían que la transformación es necesaria. Y ya no hablemos de los miles y miles de niños que en la República Democrática del Congo, en la extracción del coltán (para los aparatos electrónicos), viven de las peores condiciones, casi de esclavitud, inhalando polvos tóxicos, durante 10 o 12 horas diarias. Pero esto no se detendrá, porque lo que se persigue, la gran finalidad del capital minero, es la “renta minera”, que después se transformará en ganancia, también analizada por Marx, al abordar el tema de la “renta de la tierra”. Por eso, esto no cesa, y decía, no cesará mientras sigamos con este régimen de acumulación.

 

O qué dirían los miles y millones de hombres y mujeres que han producido día con día,  los más de 14 mil millones de celulares vendidos (de 2011 a 2021 -Statista, 2021-) o los millones de autos, televisores, tabletas, computadoras que se producen cada año, quienes siguen viviendo condiciones intensas de explotación. También, evidenciarían que la transformación es justa y necesaria.

 

Así, pese a que este filósofo y militante, nació y desarrolló su obra en el siglo XIX, y hoy conmemoramos su natalicio, ésta sigue vigente, y aunado a esto, su gran finalidad de escribirla, la transformación, sigue pendiente.

 

De gran coincidencia, guardando todas las proporciones, es que el presidente de México, también plantea la transformación, una transformación igualmente propuesta, desde una larga militancia de décadas, y de una inmensa y sentida preocupación por los pobres y del deseo declarado, de que la riqueza sea distribuida de forma más equitativa. Todos sabemos, que Andrés Manuel López Obrador, no es marxista, porque no se propone la superación del régimen de acumulación capitalista, (si lo propusiera, le darían un Golpe de Estado rápidamente), pero existen coincidencia (repito, guardando todas las proporciones), debido a que siguen vigentes muchas de las realidades vistas y vividas por Marx, hace dos siglos, debido a que seguimos en el mismo sistema de acumulación, y la transformación no ha llegado.

 

[1] Profesora-Investigadora del Departamento de Producción Económica de la UAM-X.

[2] El título completo es: El Capital. Libro I, Capítulo VI (inédito). Resultados del proceso inmediato de producción.

[3] https://marxismocritico.files.wordpress.com/2012/10/mega.pdf

[4] Edición completa (en castellano).

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