Margensur (Las fosas vivas)

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Alejandro Saldaña Rosas

Sociólogo. Profesor Investigador de la Universidad Veracruzana

Twitter: @alesal3 / Facebook: Compa Saldaña

Las fosas vivas

 

“Detectamos mucho temor de los familiares de víctimas en Veracruz

y también es relevante que la mayor cantidad de casos son desaparecidos por el gobierno,

donde la Policía Estatal es la corporación señalada,

las familias están en el desamparo y la desconfianza, como en muchas partes del país…”

Coordinador Red de Enlaces Nacionales de la Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas

 

 

En quince días, quince fosas. Es el resultado de la actividad de la Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas en el estado de Veracruz. Más de 300 restos óseos de personas encontradas en el municipio de Córdoba. Quince fosas en solo unos cuantos metros de un municipio, ¿cuántas fosas más hay en los 212 municipios de Veracruz? Imposible saber, sobre todo porque las autoridades encabezadas por el Fiscal Luis Ángel Bravo Contreras hacen lo imposible para mantener en silencio la crisis de derechos humanos en Veracruz.

            Sin embargo, las fosas hablan, gritan, aúllan. Son fosas vivas llenas de cal, de piedras, de ceniza, de huesos, de dolor, llenas de rabia, llenas de angustia, llenas de historias, llenas de nombres, llenas de sol y de sombra, de noche agitada y día agobiado. Son fosas vivas, llenas de muerte. Son fosas que en su muerte y en su olvido recuerdan que hay culpables, omisos, cobardes, asesinos. Y son fosas que nos empujan a gritar: no olvidamos, no perdonamos, persistimos, seguimos siempre. Somos huella, somos cuchillo, sangre siempre.

            La crisis de derechos humanos en Veracruz es de una profundidad insondable, las estadísticas oficiales –y las no oficiales- apenas esbozan la magnitud del problema. Y justamente en las estadísticas está uno de los principales escollos para identificar la profundidad de la crisis de derechos humanos en la entidad y para tomar el pulso a la sensación de vulnerabilidad que atenaza a los veracruzanos, a las veracruzanas. Porque las cifras, retorcidas y obtusas de por sí, evidencian la magnitud del problema, pero al tiempo encubren el dolor inmensurable de las víctimas y sus familias. Minimizar la impunidad a fuerza de estadísticas oculta la verdad esencial: nadie debe se violentado por su opción sexual y de género.

            La impunidad institucional se encubre al alero de estadísticas construidas con metodologías “científicas” e insistente propaganda ad-hoc.

            “Miente, que algo queda” es el nombre de la próxima reforma estructural de Peña y sus devotos. En Veracruz (como en todo el país), la verdad institucional debe estimarse con relación al número de muertos que no han entrado a las estadísticas. Si algo tienen los números es que son irrefutables, aunque mientan.

            El olvido, la desmemoria, el miedo, la desconfianza y hasta el “ahí se va” son la cristalización del poder despótico del capital, del parlamentarismo hueco, de los radicalismos chaqueteros con molochas de caguama, del machismo y la estupidez en México. Ante ello, ninguna concesión. Muchas y muchos nos rebelamos y en nuestra exigencia de justicia, no hay paso atrás.

            La Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas ha evidenciado no solamente las carencias del gobierno estatal y federal para encontrar a las miles de personas desparecidas. Aún peor: ha puesto en evidencia que las “autoridades” han diseñado instituciones y actividades para tirar un velo del opacidad sobre los restos humanos encontrados en las fosas clandestinas. Solamente así se explica que los “expertos” prefieran un acomodo de cifras a una confrontación abierta para develar la verdad.

            En este país que se cae a pedazos, poco queda por levantar. Tenemos lo que nos une desde siempre, desde antes: una palabra firme, una mirada esperanzada, un te quiero mustio, una mano aventurada, muchos quizás encendidos en la bacha del último momento, la danza enfebrecida que rompe muros, los pasos juntos en las calles siempre transitadas, los callejones de quien busca la complicidad de los ausentes. Nos queda el gritar juntos, juntas, exigir. ¿Por qué lo que no pudo hacer la fiscalía de Bravo Contreras durante más de tres años, lo han hecho familiares en dos semanas?

            ¿Contubernio? ¿Ineficacia? ¿Estupidez?

            Exigimos respuestas!

            Seguiremos exigiendo respuestas por Nadia, por Rubén, por Regina, por las miles de mujeres desaparecidas, por los miles de hombres desaparecidos, por la verdad. Las fosas llenas de muertos de Veracruz reclaman justicia: somos su voz.

            El gobierno federal y estatal apuestan al olvido, a que la impunidad se imponga a fuerza de abulia, aburrimiento, o simplemente al inexorable paso del tiempo. Para Duarte y sus secuaces la desmemoria es su carta blanca para el retiro, para la impunidad.

            No, no los dejaremos gozar de juicios a modo y sentencias pactadas. Las fosas vivas hablan con alumbre de muerto, con luz de noche, por todos nosotros.

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