Lo que la pandemia ha hecho de nosotros(a)s

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La muy conocida frase de Jean Paul Sartre “lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros”, viene a cuento para preguntarnos qué haremos, o estamos haciendo, con lo que la pandemia ha hecho de nosotras y de nosotros. Ningún acontecimiento de la historia reciente en nuestro país (y quizás ni en el mundo, salvo aquellos lugares en guerra) ha tenido tantas repercusiones en nuestras pequeñas y maravillosas vidas como la pandemia de COVID19. Nuestras biografías, querámoslo o no, están ya marcadas con un antes y un después de la pandemia, en las peores circunstancias, por el fallecimiento de familiares y amistades; en casos tal vez menos dolorosos, pero igualmente funestos, por la pérdida del trabajo, el obligado cierre del negocio, la pérdida de la vivienda, la cancelación de viajes y proyectos, la mayor falta de oportunidades de trabajo, la pesada depresión por el alargado confinamiento o el abandono de la escuela. Y evidentemente, si contrajimos el virus y afortunadamente recuperamos la salud, por el miedo, inevitable y siempre acechante, a un fatídico desenlace.

Que más de 2 mil 600 millones de personas en todo el mundo hayamos estado (o sigamos estando) en algún momento en confinamiento, no es un asunto menor, por el contrario, es un acontecimiento histórico de enormes dimensiones cuyas muchas y complejas repercusiones apenas estamos advirtiendo. Lo que la pandemia ha hecho con nosotros, con nosotras, en nuestras pequeñas y maravillosas vidas, es una historia que aún tiene muchos capítulos pendientes que habremos de conocer en los meses y en los años por venir. A manera de hipótesis, es posible sostener que la pandemia por COVID19 es el acontecimiento más radical del siglo XXI y, por ende, el que estaría dejando una impronta de mayor calado en nuestras subjetividades. Las investigaciones sobre el tema aún están por hacerse.

Por lo pronto, y para hablar exclusivamente de nuestro mexicano domicilio, el fin de la epidemia no se avista aún: la cifra de contagios alcanza nuevos históricos prácticamente cada semana, lo que incrementa tanto el número de personas recuperadas, como también, y desgraciadamente, el de fallecidas. De acuerdo con datos del Centro de Investigación en Matemáticas y del CONACYT, la curva de contagios en México estaría llegando a su fin hacia el mes de junio de 2021: https://coronavirus.conacyt.mx/productos/gompertz/CIMAT_Gompertz_200708.pdf.

De acuerdo con la experiencia de otros países, una cosa es que los contagios se limiten y que no haya defunciones y otra muy diferente que el virus SarsCov2 haya sido eliminado, de allí que en muchas ciudades las aperturas de las actividades económicas y sociales hayan sido seguidas de nuevos confinamientos. Nada garantiza que en México no se vuelvan a establecer periodos de confinamiento, ya sea en este año o en el próximo, o incluso más allá, no sólo por el contagio derivado del regreso a las actividades productivas, sino también por los posibles rebrotes de los meses fríos del otoño y el invierno. La esperada vacuna tal vez sea la única posibilidad de protegernos de este virus, pero esa alternativa, a decir verdad, sigue siendo francamente nebulosa: antes que la vacuna, vendrá el frío y con él, el rebrote de los contagios.

Mientras no haya vacuna o algún tratamiento eficaz contra el SarsCov 2, la recuperación económica, y con ello la reanimación del consumo y el empleo, será muy lenta y tortuosa. Diversos especialistas señalan que el PIB regresará a los niveles de 2018 hasta el año 2025 (https://www.eleconomista.com.mx/economia/Citi-preve-que-economia-de-Mexico-se-contraera-11.2-por-politicas-inadecuadas-contra-el-coronavirus-20200707-0077.html); el mismo gobierno federal, en voz del secretario de Hacienda, Arturo Herrera, reconoce que “la recuperación de la economía de México llevará más tiempo de lo esperado y dependerá de la evolución de la pandemia del COVID-19” (https://www.elfinanciero.com.mx/economia/recuperacion-economica-de-mexico-llevara-mas-tiempo-mientras-no-haya-vacuna-contra-covid-19-herrera). Así las cosas, es evidente que la pandemia de COVID19 ha trastornado la vida de millones de personas en todo el mundo, con mayor o menor impacto, pero si hay algo que realmente se ha globalizado es precisamente la pandemia (de allí su caracterización como tal).

Lo que la pandemia ha hecho -y hará- con cada una de nosotras, con cada uno de nosotros, depende de una multiplicidad de factores: edad, género, estado de salud, nivel socioeconómico, lugar y condiciones de residencia, vida afectiva, escolaridad, habilidades y capacidades laborales, redes de apoyo solidario, entre muchos otros, por lo que el grado de afectación por la pandemia puede ir desde moderado, hasta absolutamente devastador. De la misma manera que en lo individual, en lo colectivo los efectos de la pandemia están en función de un conjunto de elementos: fortaleza institucional, características de la economía, solidez de la democracia, confianza en el gobierno, estructura social, participación política, entre muchos otros.

Parafraseando a Sartre, lo importante no es lo que la pandemia ha hecho, y seguirá haciendo, de nosotras y nosotros, sino lo que hacemos con eso que el COVID 19 está causando en nuestras biografías individuales y colectivas. Sobre el punto, advierto tres grandes reacciones o respuestas; se trata de meras aproximaciones hipotéticas, no de rasgos obtenidos en un riguroso proceso de investigación. No obstante, y con afán de abonar a la discusión de qué estamos haciendo con lo que la pandemia ha hecho de nosotros y de nosotras, expongo a usted las tres grandes reacciones que hasta el momento observo:

  1. Se trata de una reacción esencialmente voluntarista e individualista, en la que el sujeto espera que amaine o pase el temporal para retomar sus actividades y proyectos en el punto en el que fueron suspendidos. Minimizar el alcance y la profundidad de la pandemia y sus efectos, levantar los hombros e insuflar el pecho (mientras la falta de oxígeno no agobie) con desbordado optimismo, son expresiones de incomprensión, y acaso de egoísmo, del evento más trascendente en la historia contemporánea. El sujeto sólo tiene ojos para sí y sus proyectos a los que no piensa renunciar, ni aunque la terca realidad le demuestre que han dejado de ser posibles, o que ya no son pertinentes.
  2. Es una reacción pasiva en la que el sujeto se siente completamente anulado ante la contundencia de los acontecimientos suscitados por la COVID19, lo que puede ocasionar que la ansiedad y/o la depresión sean no solo inevitables, sino permanentes. Ahora bien, si además se ha pasado por una experiencia muy dolorosa (muerte de un familiar, quiebre de un negocio, pérdida del empleo) y se carece de redes de apoyo, la perspectiva catastrofista puede ser devastadora y llevar a la inmovilidad del sujeto. Los expertos y expertas en salud mental hablan de que la “cuarta ola de la pandemia será de trastornos mentales”: https://piedepagina.mx/la-cuarta-ola-de-la-pandemia-sera-la-depresion-y-sera-invisible/.
  3. Es el sujeto al que alude Jean Paul Sartre: aquellas personas que reconocen que los acontecimientos de la historia atraviesan indefectiblemente su biografía, y justamente a partir de allí se convierten en sujetos de su propia historia, en sujetos activos de su propia vida. No miran para otro lado negando los acontecimientos, ni se derrumban ante la adversidad, hacen con ello, no sin dolor ni contradicciones, la argamasa de su propia historia. Hablando de la COVID19, aunque la curva de contagio disminuya a cero, es decir, a pesar de que la parte sanitaria de la enfermedad sea relativamente controlada, las dimensiones económica y emocional de la pandemia seguirán afectando la vida de millones de personas durante varios años más. ¿Qué hacer ante ello?

Un sujeto de historicidad se convierte en tal cuando comprende y acepta los determinantes sociales de su existencia, en este caso, en la medida en que comprende lo que la pandemia ha hecho de él, lo que la pandemia ha hecho de ella. Comprender los determinantes sociales de nuestra existencia significa reconocernos como sujetos de colectividad, esto es, somos individuales y únicas(os), pero siempre y por antonomasia, somos sujetos sociales. De allí que las salidas a las múltiples crisis desatadas por la pandemia no puedan ser sino colectivas, asociativas, solidarias.

Con el tiempo, a la distancia de los años, es muy probable que, en la memoria individual y colectiva, quedará el recuerdo de la pandemia en nuestras vidas por sobre cualquier otro acontecimiento de orden económico, social, cultural o político. Evocaremos, en esencia, lo que hicimos con aquello que la pandemia hizo de nosotras y de nosotros.

Sirvan las líneas anteriores para expresar mi agradecimiento, mi cariño y mi solidaridad con Ernesto Ledesma, director de Rompeviento TV, quien por motivos de fuerza mayor pandémica se vio obligado a cerrar el maravilloso y entrañable Centro Cultural Tierradentro Café, en San Cristóbal de Las Casas.

Ernesto, te reitero: cuentas conmigo pa’las que vengan. ¡Fuerte abrazo, compa!

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