LINGUARUM. El artilugio de las comillas discursivas

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Esthela Treviño  @etpotemkin

Rompeviento TV, 16 de febrero de 2023

 

Me voy a ocupar aquí de lo que llamaré comillas discursivas. De esas humildes marcas tipográficas, vayan sencillas [‘...’] o por duplicado [“...”] que añaden ciertamente una intención y un sentido o significado al texto que las lleva.

a) ¿Se puede abusar de las comillas?

b) ¿Se puede “abusar” de las comillas?

Esas dos preguntas no son exactamente las mismas en cuanto a intención y significado. Sabemos que una de las funciones de las comillas es la de utilizarse para citar, es decir, para indicar entre comillas que lo entrecomillado es autoría de otra persona, y que se expresa verbatim (textualmente).

Volviendo al ejemplo en b), difícilmente pensaríamos que “abusar” es una palabra que está siendo citada; claro, a menos que usted sepa por el contexto que hace referencia al apartado de la “Academia Española de las Comillas” sobre «el abuso de las comillas».

 

Dato curioso. En la biblia de Gutenberg no hay ni una sola comilla o comillas. O sea, no hay citas.

¿Qué otro uso tienen las comillas? Un par o tres más que no son de interés aquí, pero les dejo la liga de la RAE pertinente: https://www.rae.es/dpd/comillas. Voy a reservar, en este artículo, las angulares, «...», exclusivamente para citar, sin intenciones ulteriores de ironizar o algo así.

 

Curiosidad lingüística. La palabra entrecomillar es muy particular. Es un compuesto verbal formado a partir de la preposición entre y un verbo inexistente: comillar; derivado este, a su vez, del sustantivo comilla, y este de com(a) [,] + el diminutivo -illa: una coma pequeña. Así que el inexistente comillar es ‘poner comillas’; entrecomillar: ‘poner comillas entre algo’.

 

El sobreuso de las comillas

Por cierto, sobre el “abuso de las comillas”, hay contextos en los que sí parece, más que un abuso, un sobreuso o uso “estético”, o de énfasis repito, en ciertos contextos. Me atrevo a decir que es parecido a lo que sucedió con el apóstrofo afrancesado: lo mismo vemos Peluquería D´Leo, que Mueblería D´Europe. En francés, la preposición «de» seguida de vocal pierde la «e», así que tendría que ser Peluquería De Leo. Por cierto, llegué a ver Tacos D´kochinit. Siempre con “D” mayúscula.

Sobre ese extraño uso estético o enfático de las comillas tenemos, por ejemplo:

  1. Letrero en una barbería: “Solicito” barbero.
  2. En una tienda que vende vinilos: “Discos” $10 pesos.
  3. En Sumesa: Aguacate maduro “Para hoy”.
  4. En una tienda: “Oferta” 3 X 2.

Aunque yo sí me veo interpretando irónicamente “oferta” en 4): ¿cómo va a ser una “oferta” comprar 3 planchas para pagar “solo” por 2? Si usted namás fue a comprar una plancha. Por último, aquí les dejo los ejemplos 5) a 7), imágenes muy ilustrativas. ¿Su conclusión?

Uso discursivo de las comillas

Hay un uso claro con propósitos discursivos que es el que nos interesa aquí y que denomino comillas discursivas. Cito a la RAE sobre ese tipo de comillas:

  • «Para indicar que una palabra o expresión es impropia, vulgar, procede de otra lengua o se utiliza irónicamente o con un sentido especial: Dijo que la comida llevaba muchas «especies»; En el salón han puesto una «boiserie» que les ha costado un dineral; Parece que últimamente le va muy bien en sus «negocios»».

Independientemente de si las razones para entrecomillar son la naturaleza vulgar o «impropia» o la de ironizar, lo cierto es que las comillas son un recurso con un impacto sobre el sentido y alcance semántico del discurso. Yo diría incluso que en los más de los casos se aprecia un valor de modalidad, llamémosla dubitativa, con el uso de las comillas discursivas, como tendremos ocasión de ilustrar en lo que resta del artículo.

En el ejemplo de la RAE que reproduzco enseguida:

  • «Dijo que la comida llevaba muchas “especies”»

definitivamente el reportero de la aseveración está citando y, diciendo a la vez, que la persona citada en vez de especias, (canela, clavo, tomillo, etc.) dijo «especies»; no sabemos si además de citarla, la exhibe por su ignorancia, o muestra una actitud de condescendencia, qué sé yo. Pero esas son lecturas posibles. Lo que me interesa es mostrar que sí hay un valor discursivo de modalidad en ese uso de las comillas.

Las comillas discursivas se han convertido en un instrumento adicional del discurso; se usan como artilugio o argucia para indicar, por ejemplo, que un término o frase:

 

a) se usa de manera engañosa: El seguro no cubre “medicamentos” alternativos;

b) significa otra cosa de lo que comúnmente entendemos por ello: El “ahorro” ha repercutido negativamente;

c) se usa para ironizar y con ello desacreditar, descalificar, degradar: Al igual que el “activista” y además “empresario” Claudio X;

d) para denotar incredulidad, escepticismo, duda: El mecanismo de “encuestas” es bastante opaco.

Naturalmente, todos esos significados pueden darse en un mismo caso, o no. No son mutuamente excluyentes.

¿Qué lectura le da usted al texto del usuario de Twitter, Yorchelio, quien escribe?:

  1. «La ultraderecha panista "indignándose" por la militarización del país es tan grotesco como quienes considerándose de "izquierda", la defienden».

¿Qué lectura le daría a ese texto con unas “pequeñísimas” modificaciones?

  1. La ultraderecha panista indignándose por la “militarización” del país es tan grotesco como quienes considerándose de izquierda la “defienden”.

 

Importe semántico

Tenemos en el español mexicano ese maravilloso adverbio, o partícula, o lo que sea, que es dizque («disque» también es correcto). Es un elemento extraordinario en su comportamiento sintáctico, que no podemos cubrir aquí, y en su significado. Me parece la paráfrasis perfecta para ese significado descrito en los incisos anteriores c., el de descalificación, y d. el significado de la duda, incerteza, incredulidad; lo que antes llamé una modalidad dubitativa. Estos son valores que en la semántica llamamos de modalidad epistémica.

El aporte semántico de dizque es el siguiente: por una parte, el hablante no se adjudica la autoría de lo que se afirma; en Guadiana dizque ganó la encuesta, el hablante se distancia y con el dizque da a entender que no son palabras o ideas suyas, está de algún modo reportando lo que todo mundo dice. Por otro lado, ese dizque nos permite poner en tela de duda eso que se reporta. Un significado muy similar a si hubiéramos dicho: Guadiana, dicen que ganó la encuesta.

Como lo señalé antes, el valor modal de las comillas discursivas no es el único, pero lo que sí es característico de ellas es la intención de comunicar un deslinde, un distanciamiento. El ejemplo en 10. es un caso apabullante:

  1. Denuncia:

La persona que escribe el letrero entrecomilla “maestro” porque lo está denunciado de acoso sexual y la idea que tenemos de un MAESTRO no es esa. Las discursivas son las comillas que te hacen ponerte en guardia: te asustan, te enojan, te indignan, te sorprenden, te contagian.

Comillas del terror. Lo que yo llamo comillas discursivas, en inglés se conoce como scare quotes, ‘comillas del terror’, las voy a traducir. No son comillas que nos mantienen relajadas en la lectura, sino que son una señal de alerta, eso que nos pone en guardia.

El Manual de estilo de Oxford dice que las comillas del terror pueden servir para «sostener una palabra, como con tenazas, para inspeccionarla, proveyendo así un cordon sanitaire entre la palabra y las sensibilidades más finas del escritor».

Usted no se quiere ensuciar con lo que pueda ser esa palabra. Quien escribe el letrero bajo el ejemplo en 10 muestra de manera transparente ese «cordón sanitario» que interponemos entre «la palabra» y nuestras «sensibilidades».

Veamos unos cuantos ejemplos más, no todos de terror:

11. En un tuit de Juan Becerra Acosta leemos:

«Dice Sandra Cuevas que no le preguntemos por balones con dinero que - a pesar que vimos que arrojó-, según ella "no existieron"».

Hay una ambigüedad en el uso de comillas: “no existieron” indica que fueron palabras dichas por Sandra Cuevas, porque todo mundo supimos/leímos de esa anécdota; pero, por otro lado, tiene esa lectura modal que da dizque: se cita y se pone en entredicho lo afirmado por Cuevas: según ella “dizque no existieron”.

12. Del Monero Hernández: «El “hombrecito” creyendo que es alguien»

 

Ya emplear un diminutivo, que en este caso es un afectivo nada positivo, y decirle hombrecito a un político lleva bastante carga. Ahora, hombrecito entrecomillado... ¿Qué lectura le dan estimados leyentes y oyentes?

Si alguien hubiera escrito, en ese mismo contexto, El “hombre” creyendo ser alguien ¿con qué intención y/o actitud cree usted que entrecomillaría hombre? ¿Tiene para usted el mismo impacto en el significado y sentido esta frase que la del Monero?

¿Alguien, por cierto, pensaría que el Monero está usando las comillas también para citar? Es una posibilidad que no podemos descartar.

  1. Volviendo al ejemplo 8 del tuit de Yorchelio:

«La ultraderecha panista "indignándose" por la militarización del país es tan grotesco como quienes considerándose de "izquierda", la defienden».

Las comillas en “indignándose” podrían tener un uso ambiguo: reporta que se indignaron panistas y, simultáneamente, cuestiona que sea una indignación verdadera. Las comillas en “izquierda”, dudosamente se cita. Aquí es interesante que Yorchelio antepone un «quienes considerándose de “izquierda” [...]»; al entrecomillar “izquierda” da a entender que él no los considera de izquierda; la intención de descalificarlos como tal, sea que cite o no es clara. Ya estamos acostumbradas a ver izquierda entre comillas entre unos y otros bandos y me queda claro que ya no son citas.

 

El diablo está en las comillas

Como vemos, usar comillas no es solo una tarea de buenas maneras en el arte de la puntuación en la escritura. Quien utiliza comillas discursivas sabe en donde está parado:

a) tiene una intención comunicativa clara;

b) tiene o cree tener información o conocimiento previo, y/o

c) asume alguna actitud o idea sobre el tema o interlocutor a quien dirige su texto.

 

Bien ha dicho Jonathan Chait, editor decano del The New Republic, en su número del 23 de diciembre del 2008, las comillas discursivas «son la herramienta perfecta para hacer una insinuación sin demostrarla, e incluso sin necesariamente dejar en claro lo que se está insinuando».

Un caso reciente, muy a mano, es un intercambio en Twitter donde Daniela Pastrana le hace notar a Violeta Vázquez-Rojas lo innecesario de colocar comillas en la palabra izquierda para (des)calificar a un medio. El tuit en cuestión fue este:

13.

 

La réplica, por demás sorpresiva, de Vázquez-Rojas la cito enseguida:

14. «No descalifiqué el medio. Las comillas marcan que la descripción del medio no la estoy poniendo yo. El medio se asume de izquierda [...]».

Es decir, aduce que está usando las comillas citativas, porque ese alguien y/o el medio en el que trabajaba, según ella, se dicen de izquierda. No hubo ninguna intención ulterior. Bueno, evidentemente no todos, sino es que nadie, tuvieron esa lectura; muchos interpretamos que la autora del tuit no considera de «izquierda» a X persona y a X medio. La interpretación es semejante a la que le damos a «“izquierda”» en el tuit de Yorchelio.

Vázquez-Rojas claramente alude a «alguien» que hizo una «propuesta», alguien “supuestamente de izquierda”, parafraseando el entrecomillado en el original o que dizque es de izquierda. No deja de notarse que remata diciendo que la propuesta es «profundamente de derecha», sburayado mío, por lo que ese alguien no es de “izquierda”. Ese último entrecomillado lo contribuyo yo. Aún si V-R estuviera meramente citando, debió prever la ambigüedad. A una lingüista no se le va esa liebre, y ese crédito no se lo vamos a negar, desde luego que posee ese conocimiento.

Ya Chait lo ha dicho, las comillas discursivas parecen excusar al usuario de demostrar lo que insinúa; las comillas discursivas son las armas perfectas para, dado el caso, deslindarse sin haber dado una sola prueba de nada.

 

Obiedades(sic)

Hay que expresar una aparente obviedad: las comillas discursivas son casi exclusivas de textos escritos, así que no contamos con modulaciones de voz ni otras consideraciones de carácter emotivo que nos den una pista sobre la posible intención de quien emite una frase y la forma en que lo hace. Dije «casi» porque es posible, cuando hablamos, hacer el gesto manual de “comillas”: con los dedos índice y medio abriéndose y cerrándose un par de veces. En esos casos, tenemos mucha más información proveniente del hablante y usuario de las comillas.

Por otro lado, hay una partícula que puede desempeñar la función citativa de las comillas: sic, que la gramática trata como adverbio. El término latino sic (‘conforme al original’) proviene del latín que significa ‘así’: sic erat scriptum, ‘así fue escrito’. Sin embargo, en ciertos contextos, ese sic podría adquirir un rol de comilla discursiva. Volviendo al ejemplo de Becerra Acosta, lo parafraseo con sic:

9. «Dice Sandra Cuevas que no le preguntemos por balones con dinero que - a pesar que vimos que arrojó-, según ella no existieron(sic)».

Sic exige, por cierto, demostrar la procedencia de la cita, compromete mucho más que las comillas que se usan ambiguamente como citativas. En otro sentido, la opción “así lo dijo” da más posibilidades de que no se infiera una intención que puede no estar ahí, aunque, ya sabemos, hasta con perfume se mezcla el veneno. Desde luego, «sic» se usa en texto escrito.

Las comillas discursivas subrayan, ponen el foco de atención en un concepto, objeto de la intención e ideas, emociones, actitudes frente a tal concepto: «El hombrecito creyendo ser alguien». Luego, ese concepto recibe una carga semántica y emotiva a través de los recursos disponibles, en este caso vía las comillas discursivas.

 

El diablo está en los detalles. En el siguiente ejemplario, he manipulado los textos añadiendo comillas del terror; al final dejo la liga de donde he tomado los textos para que usted consulte los originales.  He aquí a las comillas diablas:

 

15) AMLO ha sido una “decepción” para el mundo.

16) Ha sido una brutal “crítica” para el gobierno mexicano.

17) La oposición y medios de “comunicación” nacionales señalan sus “errores” y el mandatario responde y “ataca” en cada conferencia «mañanera».

18) Otros proyectos señalados fueron la “austeridad” republicana y la creación de la Guardia Nacional.

19) La principal “preocupación” de AMLO no es resolver los problemas de las personas [...] sino cumplir con sus megaproyectos estrella.

 

https://www.infobae.com/america/mexico/2021/06/05/amlo-ha-sido-una-decepcion-para-el-mundo-la-brutal-critica-de-the-nation-al-gobierno-mexicano/

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