“Las lindas” y la autoestima de las mujeres*

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Por Érika Paz

 

Solemos identificar algunos tipos de violencias (la violación sexual, la violencia física e incluso la patrimonial, por ejemplo), pero dar cuenta de la violencia simbólica, aparentemente pasiva y atenuada con la que nos topamos todos los días, implica un proceso de aprendizaje, de análisis, de crítica y autocrítica para poder, al menos, reconocerla, porque ha sido normalizada a tal grado que no se ve.

Salvo que en tu infancia hayas tenido el privilegio de tener un entorno igualitario entre hombres y mujeres, o el ejemplo de alguna mujer que encarnara los ideales del feminismo, se trata de un proceso al que sólo puedes llegar (y atravesar) en la vida adulta.

Convivimos todo el tiempo bajo el orden de género, con mandatos que nos dicen qué es ser mujer.[1] Esos mandatos de género –predeterminados desde antes de que naciéramos– configuran, no quiénes, sino “qué somos”. Hombre o mujer, flaca o gorda, alta o baja, joven o vieja, blanca o morena, lista o tonta, buena o mala, linda o fea.

Esta última división dicotómica es el punto de partida de Melisa Liebenthal en su documental Las lindas (2016), con el que plantea una crítica al estereotipo de belleza que pesa sobre el cuerpo de las mujeres, con particular énfasis en la pubertad y adolescencia.

En un interesante ejercicio de autopercepción y crítica al entorno en que creció, Liebenthal aborda cómo la configuración de las mujeres se plantea a partir de la aceptación y aprobación ante los ojos de los otros. Por todos los medios, desde muy niñas, las mujeres se ven orilladas a cumplir con una serie de mandatos de belleza, la mayor de las veces inalcanzables y que actúan como un arma de largo alcance en contra de la autoestima de las mujeres.

Si no encajas en la tipificación física, de actitudes y actividades, caerás bajo sospecha. Entonces, si no cumples con el estereotipo de mujer: ¿qué eres para los otros? La directora comparte en Las lindas su proceso reflexivo sobre el conjunto de convenciones sociales con las que ella y su grupo de amigas –desde la infancia– crecieron y dieron forma a sus personalidades y autopercepciones.

A través del diálogo grupal, de recuerdos y fotografías se re-conocen a sí mismas como las niñas, pubertas y adolescentes que fueron. Mediante el distanciamiento temporal, cuestionan el rol que aprendieron (de la familia, de la escuela, de la comunidad, de las industrias culturales, etc.), identificando, en ocasiones, la violencia simbólica e incluso el acoso sexual por parte de sus compañeros del colegio.

Los porqués son un sinfín, Melisa Liebenthal nos comparte los suyos: ¿por qué debes sonreír todo el tiempo?, ¿por qué buscar la aprobación de la mirada masculina?, ¿por qué depilarte las axilas, las piernas, el pubis?, ¿por qué usar determinado tipo de prendas?

E incluso cumpliendo con todo, aun cuando la sociedad confirme que eres linda, la inseguridad ya está instalada en ti y no lo crees. Porque a muy temprana edad aprendiste que si no eres linda, entonces eres fea; si no pareces mujer, entonces pareces hombre, y si pareces hombre entonces te gustan las chicas; una serie de suposiciones que cuestionan tu apariencia e incluso la reprueban.

Con cámara en mano, Liebenthal evidencia la desigualdad de género en familias argentinas, clasemedieras, urbanas, con acceso a derechos formales. Aborda su propio entorno y lo analiza en un interesante ejercicio de autopercepción y percepción sociales, de mujeres en sus 20’s, a través de una mirada en retrospectiva de sus infancias y adolescencias.

Ahora, dicen ellas, “hay mucha gente muy confundida, ¿por qué salir con chicos que no te interesaban?”; Liebenthal afirma: “si una se pone a analizar racionalmente los miedos, las emociones en general, siempre parecerán absurdos e infantiles”. Sin embargo, todos tienen un origen y cada una tendrá sus estrategias para lidiar con ellos de forma individual o colectivamente.

Si esos porqués llegan a asomarse en algún momento, llegará también la pregunta de qué hacer para transformar esas convenciones y el orden de género que siguen afectando la autoestima de las niñas y las adolescentes, y que, en menor o mayor medida, afectan a las mujeres en la vida adulta.

 

* Esta es la tercera entrega de tres que abordaron películas de mujeres cineastas, en el marco del

#8M

[1] Y también qué es ser hombre, dependiendo del entorno social y cultural en el que se sitúen. Las exigencias para uno y otro sexo no serán las mismas en una ciudad en un entorno clase mediero latinoamericano que en una comunidad regida por usos y costumbres, por ejemplo.

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