La sequía en Sonora

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Jano Valenzuela

Rompeviento.tv

29 de junio de 2021

 

Quiero comenzar agradeciendo los comentarios, observaciones y críticas constructivas de aquellos y aquellas que me hicieron el honor de leer mi primera entrega para este espacio. Gracias por la lectura y el diálogo.  En esta entrega quiero proponerles que me acompañen en una reflexión crítica sobre el problema de la sequía en México, realizada desde una mirada a la realidad concreta de la ciudad de Hermosillo, y cómo esta se relaciona con otras regiones del estado de Sonora.

Creo que la responsabilidad que implica pensar, pensar críticamente, es aquella de develar los mecanismos ocultos, las estructuras invisibles, lo implícito, y mostrar cómo eso determina problemas específicos. Eso implica un ejercicio de pensamiento dialéctico materialista, capaz de ascender y descender entre categorías concretas de análisis, y a través de distintos niveles de abstracción. Ese pensamiento dialéctico implica cuestionarlo todo, o cuestionar la Totalidad, lo que también implica cuestionarse uno mismo constante y recurrentemente, intentando contrastar continuamente la realidad concreta y las categorías abstractas para evitar que las segundas se distancien de la primera.

Así entonces, pensar la sequía implica en primer lugar cuestionarse acerca de sí esta es una realidad concreta. Es decir, ¿es real la sequía? Para responder con honestidad a esta pregunta, hay que corroborarlo científica, empírica y materialmente. Afortunadamente, hay mucha gente trabajando en la producción de estos conocimientos. Se mide y se cuantifica, se hacen mapeos, se elaboran complejas estadísticas, todo esto desde una diversidad de disciplinas científicas.

La respuesta a esta pregunta, a la luz de un cúmulo indiscutible de evidencia, es, definitivamente, afirmativa. Sí estamos viviendo una sequía extremadamente severa en toda la región del suroeste de los Estados Unidos y el noroeste de México. Esto significa que la sequía es una realidad concreta y material en una macroregión del continente americano, que incluye los territorios de los estados mexicanos de Sonora, Chihuahua, Baja California y Baja California Sur, así como los estados americanos de Arizona, Nevada, California, Utah, y parte de Oregon.

De acuerdo con un estudio publicado en abril del año pasado en la revista Science[1], el período actual de sequía, que se ha extendido en el curso de las primeras dos décadas del siglo XXI, es el segundo más severo desde el siglo IX, solamente superado por la megasequía que azotó la región durante el siglo XVI. El estudio también señala que, si bien la presente sequía es producto de fenómenos de origen aparentemente natural, los efectos del cambio climático parecen estar teniendo un efecto catastrófico, haciendo que lo que pudo haber sido un evento moderado de sequía, adquiera una trayectoria peligrosamente similar a la megasequía del siglo IX, teniendo, incluso, el potencial de extenderse durante todo lo que resta de este siglo.

En México esto parece estarse confirmando a pasos agigantados, y Sonora es una de las regiones más afectadas del país.  De acuerdo con la información oficial de CONAGUA[2], el recurso vital contenido en las nueve presas sonorenses comienza a acabarse de forma acelerada. Las presas Ignacio R. Alatorre (Punta de Agua), ubicada sobre el Río Mátape, en el municipio de Guaymas, y la Abelardo L. Rodríguez, ubicada en la ciudad de Hermosillo, y que contiene las aguas del río Sonora, se encuentran al 0 % de su capacidad, están completamente vacías, secas; la presa Adolfo Ruiz Cortines (Mocuzari), ubicada sobre el río Mayo, en el municipio de Álamos, se encuentra apenas al 1 %; la presa Cuauhtémoc (Santa Teresa), ubicada sobre el río Altar, en el municipio de Tubutama, al 3 %; por su parte, la presa Rodolfo Félix Valdez (El Molinito), ubicada sobre el río Sonora, también en la ciudad de Hermosillo, se encuentra al 4 % de su capacidad; y las presa Álvaro Obregón (El Oviachic), Plutarco Elías Calles (El Novillo) y Lázaro Cárdenas (La Angostura), ubicadas a lo largo del río Yaqui, en los municipios de Cajeme, Soyopa y Nacozari de García, se encuentran al 30, 23 y 52 por ciento de su capacidad, respectivamente; finalmente, la presa Agua Caliente, ubicada en el municipio de Cajeme, se encuentra en el 76 % de su capacidad, siendo la que mayor cantidad de agua aún retiene.

De acuerdo con el más reciente reporte del Monitor de la Sequía en México, publicado por la CONAGUA el pasado 18 de junio del año en curso, el 51.5 % del territorio sonorense se encuentra pasando por un escenario de sequía extrema, y el 23.3 % atraviesa por un fenómeno de sequía excepcional. De los 72 municipios sonorenses, 23 se encuentran en sequía excepcional y 42 en sequía extrema.  La situación es tan crítica, que el pasado 21 de junio las autoridades de la Comisión Estatal del Agua y el alcalde interino de Hermosillo, Fermín González Gaxiola, informaron que sólo hay agua disponible para Hermosillo durante los próximos 25 días[3], ocho de los cuales ya han pasado al momento de escribir este texto. Aunque para los barrios marginados de esta ciudad capital, la escasez de agua es una realidad[4] desde hace ya algún tiempo. Todo, mientras el complejo ecosistema del humedal de La Sauceda, importantísimo para el equilibrio ecológico local, se extingue lentamente[5].

Por su parte, los pequeños ganaderos y agricultores reportan cotidianamente la muerte de su ganado por inanición y hambre, así como la pérdida de sus cultivos. De acuerdo con Gustavo Camou Luders, subsecretario de Ganadería de la SAGARHPA, trecientas mil cabezas de ganado fueron aniquiladas por la sequía entre agosto del 2020 y marzo del 2021[6].

Ahora que hemos establecido claramente la realidad concreta de la sequía y sus efectos, y ante la escalofriante situación que se cierne sobre los sonorenses, es legítimo preguntar: ¿quiénes son responsables del saqueo del agua en Sonora?

De acuerdo con la información contenida en el Registro Público de Derechos de Agua del Gobierno Federal, el volumen de agua concesionada en Sonora durante el año 2019 fue de un total de 7,339.455 hm³, de los cuales 6,328.163 hm3 fueron destinados para uso agrícola e industrial, lo cual representa un 86.22 % de toda el agua concesionada. Por su parte, el agua concesionada para el abastecimiento público sólo alcanzó 770.068 hm3, que representa apenas el 10.49 % del total de las aguas concesionadas en el estado de Sonora. Para poder tener una imagen mental de lo que estas cantidades de agua significan, hay que saber que un hectómetro cúbico corresponde a mil millones de litros de agua. Todo esto es una realidad paralela al hecho de que en Sonora hay más de 150 mil personas que no tienen acceso a agua potable en sus hogares[7].

Todo lo anterior parece indicar que la principal responsabilidad por la agudización de la sequía en Sonora recae sobre la red de nodos de familias que pertenecen a la élite político-empresarial burguesa sonorense, que son propietarias privadas de la gran mayoría de las empresas, industrias y comercios que, sin escrúpulos, han convertido el agua en una vil mercancía subsumida en sus procesos productivos, que les permite llevar a cabo la valorización del valor del capital. En ese sentido, pensar críticamente la sequía significa cuestionar el proyecto civilizatorio que ha permitido que el agua se convierta en mercancía; un proyecto civilizatorio que ha producido un sistema-mundo totalizado por los valores y las lógicas del mercado y que ha orientado su sociedad en función de estos. Esto es, una sociedad dominada por la racionalidad instrumental medio-fin, donde el medio es la explotación del ser humano y la naturaleza, y el fin es siempre la ganancia. Sólo en este tipo de sociedad podría pasarse por racional lo irracional. Solo en este tipo de sociedad podría interpretarse como racional permitir que el capital explote y contamine el agua como lo hace, secando y contaminando ríos, en una región desértica que atraviesa por la peor sequía de los tiempos modernos.

Ante esto, es indispensable exigir una actitud más contundente de parte de todos los nuevos actores políticos que resultaron ganadores en la pasada jornada electoral, para que desde la macroinstitución del Estado implementen un proyecto de transformación profundo que tenga como antecedente una ética de la vida y una ética del bien común, que se plantee como objetivo la necesidad de regular el mercado en función de la vida humana concreta y no de la ganancia.

 

[1] En el siguiente enlace puede consultarse el estudio en su idioma original: https://science.sciencemag.org/content/368/6488/314/suppl/DC1

[2] En este en lace se puede consultar toda la información proporcionada: http://sina.conagua.gob.mx/sina/almacenamientoPresas.php

[3] https://www.uniradioinforma.com/noticias/hermosillo/638574/el-novillo-tiene-agua-para-abastecer-solo-25-dias-hermosillo-alcalde.html

[4] https://www.uniradioinforma.com/noticias/hermosillo/639080/estas-son-las-colonias-de-hermosillo-con-problemas-de-agua-potable.html

[5] https://www.expreso.com.mx/seccion/hermosillo/326856-le-queda-un-mes-y-medio-de-vida-el-humedal-de-la-sauceda-esta-desapareciendo.html

[6] https://www.elsoldemexico.com.mx/republica/sociedad/sequia-aniquila-300-mil-cabezas-de-ganado-bovino-en-sonora-afectaciones-muerte-ganado-6642538.html

[7] http://cartocritica.org.mx/2015/poblacion-sin-acceso-al-agua-en-la-vivienda/

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