«La promesa»

  • 0

Edurne Uriarte Santillán

Rompeviento TV, 27 de abril de 2022

 

Para Tere y Luis

 

Desde que inició el actual gobierno hay una confrontación abierta con la autoridad que ejercen ciertos medios de comunicación. Claro, sabemos que en el contexto de la brutal corrupción y descuido gubernamental que nos antecede, ni ellos ni otros ámbitos de la sociedad —como el de los académicos o ciertas organizaciones sociales— escapan al cuestionamiento. Andrés Manuel López Obrador tiene razones de peso, entiende bien el poder que ejercen los medios más dominantes (son aquellos que en inglés llaman mainstream media) y el riesgo que implican al proyecto que encabeza. Por eso, mientras favorece a quienes lo respaldan más y cuestiona a quienes no, incita a distintos actores sociales, también agrupados en pueblo o ciudadanía, a cuestionarnos qué leemos, a quién elegimos para informarnos sobre lo que acontece.

Esta autoridad la entiendo desde su sentido etimológico, que se asocia a una cualidad creadora y a la capacidad que como autor(a) se posee ante la actividad o conocimiento que se desarrolla, o bien, a su acción en el sentido de que favorece el crecimiento de algo y, de esa manera, puede ejercer un rol de vanguardia o liderazgo. Aunque el cuestionamiento a la prensa tradicional desde la presidencia es reciente, su legitimidad y mando han sido cuestionados desde mucho antes por la sociedad. En parte, porque las líneas editoriales son bastante tendenciosas al punto de la mentira, sin embargo, y pese a cualquier protesta, estos medios se sostenían en su relación con el gobierno. De modo que esta suerte de autoridad en disputa tiene un actor más, la audiencia, que ha estado presente en la polémica.

En este sentido, los medios opositores cuestionan la autoridad del presidente y, a su vez, este los confronta desde su lugar de poder. La interacción entre estas dos autoridades, la del presidente y la mediática, tiene un impacto en la forma en la que recibimos la información de la prensa. Su información o (des)información puede dificultar la búsqueda de análisis crítico certero y mejor intencionado. En la medida en que desarrollamos nuestra capacidad lectora, podremos ejercer nuestra fuerza como audiencia. En esta circulación de información, quiero acercarme especificamente hacia la actitud crítica, porque esta es más compleja de lo que el presidente percibe, y no necesariamente se suma a este circulo vicioso de confrontación en la que se centra.

Mucho de lo que vemos en las noticias tiene una clara intención de apelar a nuestras inquietudes personales para criticar problemas de orden público; desde ahí, se están produciendo al menos dos tipos de discurso: los que tienen la principal intención de atacar al gobierno actual, y los que informan sobre cómo se están tomando las decisiones, qué beneficios tiene, qué retos implica, si las acciones son adecuadas y en qué medida. Ambas tienen una intención político-informativa: una es en radical oposición —nada, o casi nada está bien— y la otra es una perspectiva más cercana ideológicamente a la visión del gobierno, pero en más contacto con la ciudadanía, comunidades y pueblos rurales.

El universo mediático es mucho más extenso y a quí no se describe. Se queda fuera, por ejemplo, el surgimiento de medios cuya línea editorial favorece abiertamente al nuevo gobierno. Estos dos tipos de contenido que presentamos, tienen a la vez, un reto y una oportunidad para lo que podemos llamar, la autoridad de la audiencia: es decir, qué papel podemos jugar en esta circunstancia… Vamos hacia allá.

 

Inquietudes personales y problemas públicos, una lectura crítica

La reflexión sobre los contenidos que genera la crítica al gobierno me llevó a un libro en sociología con un título fabuloso: La imaginación sociológica. Tomo el título de su primer capítulo, «La promesa», porque deseo fijar en nuestra imaginación un enunciado del texto para ayudarnos a reconocer en la información que producen los medios, entre aquellas inquietudes particulares o individuales que se pueden presentar y los problemas de orden público que se describen.

Por inquietudes particulares nos referimos a todos aquellos problemas que son de interés personal: psicológico, cultural, artístico o ecológico. En el contexto político, en función de nuestra perspectiva e ideología, queremos que le vaya bien al gobierno; queremos entender por qué no toman las decisiones que consideramos más adecuadas; por el contrario, otros querrán que simplemente desaparezca este proyecto político o entender cómo alguien se ha podido interesar por él; o bien, de qué manera, fuera de alguna orientación política, esta situación favorece o afecta a su comunidad, o a la causa social de la cual forma parte.

Siguiendo estos mismos ejemplos, los problemas de orden público tendrían que ver con las causas, efectos, decisiones, instituciones y personas detrás de una gran cantidad de temas como la forma en que se asigna presupuesto público a ciertos medios de comunicación; la inseguridad desde la declaratoria de la «guerra contra el narco»; las decisiones de orden público de gobiernos estatales como el derecho al agua; las políticas públicas en el manejo de la pandemia, entre muchos más.

Tirando de un pequeño hilo de la teoría de Charles Wright Mills (1916-1962), para él, la sociología es una promesa de comprensión de la realidad, cito, «de nuestras propias realidades íntimas en relación con las más amplias realidades sociales» cierro cita. En este sentido, la promesa de la ciencia social radica en una «cualidad mental»; esto es, un esfuerzo particular de conocer e interpretar, y dirá que entre otras cualidades del pensamiento humano, esta es la más prometedora para conocer sobre nuestro mundo.

Vale aquí la advertencia de que las ciencias sociales tienen un enfoque especializado, centrado en la comprensión y la interpretación de la realidad social en al menos, una triple dimensión: la del individuo, la sociedad, y la historia y estructuras que los conforman. Su tarea es especializada, pero desde la sociedad misma surgen personas de las que se espera un análisis similar que nos permita entender nuestro contexto. En la literatura, el arte, la televisión, la radio o Internet; en ellos encontraremos intenciones claras de artistas, poetas, escritores. En la prensa hay periodistas, analistas, editores; entre ellos, buenos críticos, dirá el autor, buenos periodistas que tienen esta imaginación, y lo que quieren lograr, dice Mills, son «recapitulaciones lúcidas».

De modo que el esfuerzo de conocer e interpretar no es un don natural, ni resultado de un puñado de afortunados especialistas, sino un hábito mental. Dicho de otro modo: la cualidad mental es una forma de pensar a la que todos podemos acceder. Para ejercitarlo es necesario pensar, como el sociólogo, en al menos tres niveles: el del individuo, el de la sociedad y la estructura y finalmente, la historia. ¿Por qué? Porque lo que nos pasa a nosotros, probablemente les ocurre a otros y seguramente hay una larga historia detrás.

El reto está en que, como señala Mills, en la vida cotidiana las personas no siempre tienen o tenemos consciencia de hasta qué punto nuestra biografía está atravesada por una historia colectiva. Por ejemplo, una madre soltera puede vivir con muchos retos laborales, familiares y emocionales que, día a día, le dificultan salir adelante. En este proceso, quizá no se ha cuestionado —y no ha tenido la necesidad— que ella es, en parte, resultado de una estructura de machismo familiar donde se atribuye a la mujer la responsabilidad principal de los niños, y que su caso no es único.

Frente a esta limitante, al mismo tiempo, la invitación de Mills nos recuerda que las posibilidades humanas son amplias. Así, podemos escuchar también los testimonios de familiares de desaparecidos, que nos pueden describir perfectamente cómo su situación es resultado de un problema público más amplio. Los familiares de desaparecidos, madres principalmente, nos explican la inseguridad en la que viven, los sentimientos compartidos de frustración ante la impunidad legal y cómo todo esto tiene una explicación en la forma en la que operan las instituciones políticas y legales. Este caso guarda una relación más estrecha entre las inquietudes personales y los problemas de orden público.

En ambas situaciones, así como en cualquier otra de nuestra vida, lo que alcancemos a conocer siempre va a ser limitado. Se dice de manera trivial que «cada persona es un mundo»; aquí decimos que cada persona experimenta de una manera muy distinta lo que ocurre en su mundo. En la vida pública, depende de muchos factores, entre ellos nuestra ideología, nuestro interés, nuestra comunidad, nuestra posición en la vida (de trabajo, de familia, de escolaridad, o de biografía, por ejemplo) y, por supuesto, lo que leemos y consumimos en medios de comunicación. Debido a esto último, las elecciones informativas contribuyen a la manera en que definimos las circunstancias actuales.

En relación con la prensa y la doble modalidad de crítica al orden público que veíamos, la invitación a acercarnos a esta promesa tiene el fin de que veamos, de modo más consciente, nuestro papel activo como audiencia, cómo interpelan a nuestras inquietudes personales y el poder que podemos ejercer. Nuestra elección les atribuye un grado de confianza, un valor de legitimidad y de veracidad. Frente a las dos formas de crítica que se señalaron, cada uno, desde su lugar y perspectiva política, pensemos entre aquellas que simplemente busca oponerse por intereses políticos y los que hacen un esfuerzo informativo y de interpretación. Las líneas editoriales no siempre son claras, pero podemos autoinvitarnos a la promesa intelectual de Mills y pulir nuestra mirada cada vez más.

Si este texto fuera un disco de siete pulgadas, nos faltaría el Lado B, y yo pienso que ese se construye con otra forma de autoridad: la de la academia. Mientras tanto, echemos estas letras al aire con algo que pone a la autoridad siempre de cabeza, el rock. Les dejo una canción, «Opinión de mierda», del grupo español Los punsetes https://youtu.be/N5FNZoT-DMc y ¡que viva el rock!

Fuentes consultadas

Consulta «autoridad» en Etimologías Chile. Página en línea:

http://etimologias.dechile.net/?autoridad

 

Charles Wright Mills (1959) “La promesa” en La imaginación sociológica. México, Fondo de Cultura Económica, pp. 23-43.

¿Huelga en Telmex? / Trump, el déjà vu de AMLO /  Debate: desalojo de comunidad triqui en CDMX
Atrás ¿Huelga en Telmex? / Trump, el déjà vu de AMLO / Debate: desalojo de comunidad triqui en CDMX
Tren Maya / Mujeres triquis: desplazadas de su tierra, perseguidas en CDMX / Mujeres y fiscalías
Siguiente Tren Maya / Mujeres triquis: desplazadas de su tierra, perseguidas en CDMX / Mujeres y fiscalías
Entradas Relacionadas

Escribir comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *