La pandemia: un día después

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La salida a la pandemia de COVID19 aún está lejana, sobre todo porque la vacunación está siendo mucho más complicada de lo que desearíamos todos y todas, tanto por el acaparamiento de las vacunas por parte de los países más ricos, como por la logística para inocular a un porcentaje importante de la población mundial. Así, y contra los pronósticos más optimistas, es muy probable que en este año la vacunación sea insuficiente como para garantizar la salud de la población, por lo que quizás sea hasta el año 2022 cuando veamos el inicio de la salida más o menos definitiva de la pandemia. En otras palabras, el esperado día después de la pandemia sigue difuso en el horizonte y habrán de ocurrir, desgraciadamente, todavía muchas muertes, muchos contagios, más confinamiento (total o parcial), retraimiento social y ralentización en la recuperación de las economías. Quienes vieron -y anunciaron- una luz al final del túnel, no se percataron de que se trataba de la locomotora a punto de arrollarnos.

En México (y al parecer no somos el único país), la expectativa depositada en la vacuna ha sido optimista en exceso, si no es que decididamente motivada por el pensamiento mágico y el deseo (legítimo, pero sin sustento) de regresar al mundo como lo conocíamos antes del arribo de la COVID19. De acuerdo con las evidencias que observamos día con día, que exista la vacuna no significa que fácil ni rápidamente se logrará vacunar a la mayoría de la población, por lo que la llamada inmunidad de rebaño está muy lejos de alcanzarse. En México, el plan original de vacunación diseñado por el gobierno federal difícilmente se cumplirá debido al desabasto mundial de vacunas, de tal suerte que se ve muy complicado que a mediados de este año la población de nuestro país esté protegida contra el SARS-COV-2. En el mejor de los casos, quizás hasta fin de año se logre esa meta, aunque no sería en lo absoluto extraño que la vacunación de prolongue hasta bien entrado el año 2022. De ser este el escenario, prácticamente tres de los seis de la actual administración estarían marcados por el impacto de la pandemia, si bien y en cuanto a las repercusiones económicas se refiere, la recuperación del PIB que se tenía en 2018 podría lograrse hasta la siguiente administración.

Concebir que los tiempos actuales son una suerte de paréntesis en la marcha “normal” de la economía, en la consecución de los proyectos y metas de gobierno, en las actividades de ocio y del tiempo libre, en la dinámica de los actores políticos y sus luchas por alcanzar sus objetivos, en fin, suponer que estamos en una especie de interregno en la reproducción social de la vida cotidiana, y que pasado este periodo especial (o esta pesadilla), gracias a las vacunas y sus efectos a gran escala, regresaremos al mundo conocido antes de 2020, es un error. Nada volverá a ser igual. Nada. La muerte de más de 156 mil personas en México (datos oficiales que podrían ser 2.8 veces más... y creciendo) no es un simple dato estadístico, sino una huella muy profunda en la biografía de decenas de miles de familias, como también son indelebles los trazos dejados por la pérdida del empleo, por el negocio quebrado, por el patrimonio familiar desaparecido, por el abandono de la escuela, por el desalojo del departamento, por las y los miles de niñas y niños en la orfandad o por la depresión debida a tanta pérdida acumulada. No, no es un paréntesis nada más: la pandemia representa un verdadero parteaguas, un antes y un después de escala mundial que se expresa diferenciadamente en cada región, en cada país, en cada familia, en cada persona, pero que en definitiva establece nuevas pautas en la gobernabilidad, en las relaciones sociales, en la vida de las ciudades y los pueblos, en la construcción de subjetividades.

En este contexto, el día después de la pandemia, esto es, la salida de la llamada “nueva normalidad” (cualquier cosa que eso signifique) es una ilusión que acaso sirva para atemperar la incertidumbre, para justificar iniciativas descabelladas o para apuntalar -con palillos- proyectos absolutamente rebasados por las circunstancias derivadas de la COVID19. En este muy interesante artículo, Ilán Semo bosqueja lo que es -lo que está siendo- la llamada “nueva normalidad”. Invito a usted, que amablemente sigue esta columna, a leer con ojo crítico el texto, disponible en la siguiente liga:  https://www.jornada.com.mx/2021/01/23/opinion/014a1pol

Lo que será la “posnueva normalidad” está delineada desde ahora: la realidad futura se enuncia desde ya y lo hace sin ambages ni medias tintas. Si la “nueva jaula 5.0” germina en nuestras casas, departamentos, escuelas e instituciones todas es porque las transformaciones sociales, económicas, sanitarias, políticas, tecnológicas, culturales, institucionales y de todo tipo, consecuencia de la pandemia, se han abierto paso sin mayor resistencia. En esta tesitura, podemos decir que no habrá un día después, porque ese día es el de hoy, fue ayer, es mañana; es la cotidianidad que en México vivimos desde hace 10 meses (al menos) cuando iniciaron las medidas de “sana distancia”. En otras palabras, la “nueva normalidad” se extenderá quizás indefinidamente, con pequeños cambios, pero sin variar gran cosa en su contenido esencial: el individualismo, la ausencia de solidaridad, el retraimiento, la desafección social, incluso el miedo, que lejos de convertirse en acicate para el fortalecimiento de lazos comunitarios (lo ha hecho, tangencialmente) ha sido factor clave para el impulso del egoísmo y la codicia.

“Más que generar formas de pensar, sentir y actuar comunes, esta nueva sociedad que estamos viendo nacer está abocada a la proliferación de realidades múltiples basadas en una individualización extrema”, dice la socióloga española Ana María Huesca González, y añade que la inseguridad provocada por la pandemia es “la mejor manera de conseguir que el conjunto de la sociedad acepte cualquier decisión que suponga supuestamente una reducción de las amenazas, aunque ello suponga la reducción de derechos y libertades” (https://elpais.com/ciencia/2021-01-29/las-otras-secuelas-de-la-covid.html).

Inseguridad, miedo e individualismo: los rasgos del día siguiente de la pandemia. Un día como el de hoy, como el de mañana.

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