Hombre o mujer: cuerpos en disputa

  • 0

Edurne Uriarte Santillán
Rompeviento TV
05/01/2023

Esucha el podcast

Para Ruth y Elena

La historia se olvida con facilidad, por eso tenemos que releer, renombrar. «Re», un prefijo que a veces causa molestia, pues parece innecesario. El regreso a la historia nos da su sentido: recordamos que alguna vez existió una lucha en contra de la esclavitud; o cómo una mujer de «color», negra, afroamericana, defendió su lugar en el transporte público. Y qué decir del derecho al voto femenino, la libertad de credo o el derecho libre y abierto a una preferencia sexual.

En presente se discute qué es ser hombre o ser mujer. Se discute con inquietud, duda, miedo, cólera e incluso rechazo. ¿Han sido la vagina o el pene la definición correcta para distinguir los sexos humanos? ¿En qué punto es una definición sujeta a condiciones biológicas, neurológicas o psicológicas o sociales? Caminemos un poco entre la comunidad trans y la compleja discusión sexogenérica de nuestro tiempo.

 

Transexualidad: una comunidad en disputa

Al observar las emociones que provoca la comunidad trans y, sobre todo la batalla poderosa por la definición de ser mujer, o de ser hombre, lo primero que viene a mi mente es la definición no cuestionada de mi cuerpo, aceptado, femenino y heterosexual. El primer cambio que identifico es ese: nunca antes tuve que definirme públicamente en estos términos. Las asumí en el orden de lo privado, aunque otras preferencias sí tendían a nombrarse: gay, lesbiana, homosexual. Pero ahora, una fuerza social externa, obliga a lo «heteronormado» a nombrarse, e incluso a utilizar nuevas categorías, como CIS o no binario.

Con el fin de no caer en soliloquios, me acerqué a Alejandro Murillo, cineasta, para conversar sobre este tema tan presente, tan público y tan íntimo a la vez. Desde hace meses, nos encontrábamos en una conversación sobre su proyecto de grabado; primero con plantas y después desde el cuerpo. En esas charlas le comenté de los casos públicos, y muy politizados, sobre el polémico capítulo de El Aquelarre, conducido por Renata Turrent en Capital 21, que en septiembre invitó a Mauricio Dimeo y a Itzel Suárez, quienes se posicionaron con cuestionamientos sobre la masculinidad tradicional, pero rechazaban veladamente lo que ellos llamaron «la teoría Queer»; así como, un mes después, la cancelación al contrato de la escritora colombiana Carolina Sanín, de la editorial Almadía, para publicarle dos libros en México. La anulación del contrato fue a causa de los comentarios públicos de la escritora sobre la comunidad trans.

Los invitados y la escritora tienen al menos dos características en común. Por un lado, la falta de claridad en la posición que toman y, por otro, que deseaban hablar específicamente del hombre y la mujer biológica. Mientras que en el programa decían que «la teoría Queer» lo abarcaba todo y que por eso la dejaban de lado, la escritora colombiana asume la importancia de los derechos para todos, pero, al mismo tiempo, rechaza la definición de mujer trans como mujer «realmente» porque es, en sus palabras, «una mujer con pene», entre otros planteamientos. La falta de claridad, así como de problematización en el caso del programa, contribuyó a un debate público con una alta carga de indignación, revelando problemas centrales; uno de ellos, y que guía el presente texto, es la lucha por la definición de hombre y mujer.

Al hablar sobre la comunicación y los eventos mencionados, Alejandro me decía que él piensa los medios como «medios de representación»; el cuerpo también es una representación. En esta misma línea, Alejandro define el cuerpo a partir del cine, en que aprendió a pensarlo a partir de dos géneros, la ficción o el documental. Ambos, dice, «se cruzan, hay híbridos desde el principio del cine […], pero […] podemos decir que […] tratas de representarlo [el cuerpo] tal cual es, con la persona real, incluso en sus circunstancias reales y a veces hasta con la intervención menor posible, o buscas construirlo a partir de una representación muy controlada, muy construida […]. Entonces, el cuerpo es algo real o algo construido para representar otra cosa, a partir de características que son aparentemente naturales», concluye.

Alejandro tuvo la oportunidad de acercarse, desde la realización de dos documentales (ambos en las referencias) —el primero en 2011 y el segundo en 2022—, a las historias de tres personas trans, un término que se usa desde finales de los años cuarenta y que señala la diversidad de identidades y expresiones de género (Amigo-Ventureira, 2019). Además del tiempo, contrastan las ciudades, la Ciudad de México y su lugar de nacimiento, Delicias, Chihuahua. Comenta que antes no te topabas con un movimiento trans; es decir, organizaciones, debates legislativos o noticias. Del mismo modo, recuerda que tampoco se hablaba tanto de transfobia o transfeminicidios. «Ahora, once años después es muy distinto» —explica—, «la gente se asume como parte de movimientos y que tiene que luchar. Se plantean la posibilidad de ser grabados y que su testimonio sirva para algo. Antes había más una postura de que ʿestoʼ todavía no existe […]. Ahora, tu personalidad, tu persona y tu transición si van a estar en contra de cosas, cuando hace once años era más individual[…]», menciona.

A medida que el movimiento trans ha ganado terreno, ese «estar en contra de cosas» ha implicado una tensión muy frontal con el feminismo, así como con mujeres que no reconocen a una mujer sin origen biológico. Del mismo modo, con hombres que pueden o no cuestionar su masculinidad, pero que en ningún caso aceptan que un hombre sea resultado de un cambio de sexo, al que se llega a nombrar como una «sensibilidad». Así, lo que podemos llamar «fenómeno trans» o «comunidad trans» es, sin duda, una emergencia; es decir, un suceso que emerge y que requiere de atención inmediata. Si no volteamos a la historia, el fenómeno, la comunidad o las personas pueden parecer una inquietud novedosa. Y en parte lo es, pues, aunque hay numerosos ejemplos y casos de personas trans —es decir, que no aceptan su cuerpo biológico como su identidad sexual o de género—, su visibilidad pública como comunidad es bastante más reciente.

El movimiento LGBTQI+ y el feminismo pueden caminar juntos, a veces compartir derechos. Sin embargo, con la comunidad trans, hay momentos de confrontación, un combate que apenas empezamos a comprender en su dimensión histórica. En este sentido, ¿dónde se abre el diálogo? ¿Dónde está la frontera entre el derecho a no entender, el necesario debate de nuestras dudas e inquietudes, y el rechazo a personas y comunidades?

 

La representación del hombre y la mujer: el debate de nuestro tiempo

Como bien identificó Alejandro, el cuerpo es representación. Soy, en primera persona, hombre o mujer, aunque somos, en tercera persona, desde definiciones altamente públicas y sociales. Yo me nombro mujer, aunque afuera me llaman mujer CIS; yo puedo incluir a los hombres y mujeres trans como hombres y mujeres sin calificativo, pero otros, como Carolina Sanín, pueden pensar distinto.

En este sentido, cito brevemente al sociólogo y filósofo austriaco, Alfred Schutz (1899-1959), quien dice lo siguiente: «a pesar del ambiente común establecido […] la realidad radical del Otro sigue siendo tan inaccesible para mí como la mía lo es para él, y el mundo común en el cual vivimos no es mío ni suyo; este mundo objetivo […] es justamente el correlato de la sociedad en la cual hemos nacido» (Schutz, 2003: 146). Recordatorio permanente de que nuestro mundo es más abierto y más amplio; aunque lo vivimos desde nuestro lugar en el mundo, y el cuerpo es nuestro medio, pero también nuestra frontera.

En seguimiento a estas reflexiones, tres elementos aparecieron durante la entrevista con Alejandro. Primero, para nosotros fue importante mirar el fenómeno trans de manera integral con los movimientos LGBT y feminista, entendidos todos como procesos sociales de representación del cuerpo. Segundo, la noción de «normalidad» que tomamos de sus trabajos sobre la comunidad trans. Tercero, su señalamiento sobre la apertura de distintas comunidades en los musicales, en contraste con el cine. Esto último, en relación con los casos públicos y políticos de Capital 21 y la autora colombiana.

En primer lugar, al menos en la segunda mitad del siglo XX, los movimientos feminista, LGBT y trans, han coexistido y caminado en paralelo, aunque con distintos niveles de difusión, matiza Alejandro. Así, podemos ver una aparición de la mujer en la vida pública hasta incorporar a las mujeres trans como comunidad abierta y activa, por ejemplo. Del mismo modo, el hombre, que dominó por tanto tiempo el espacio público, ha quedado poco a poco condicionado a que las mujeres abramos camino. En esos procesos, una de las batallas consistió en que la homosexualidad, como el transgénero, dejaran de ser tratadas como desviaciones y enfermedades, tanto en mujeres como en hombres.

En relación con lo anterior, y en camino al segundo punto sobre la normalidad, este término nos invita a pensar que nacer hombre o mujer ha sido la norma. Normal viene de norma; posiblemente como préstamo del griego al latín, en un sentido todavía vigente, es una guía de comportamiento. En general, lo normal es aquello que atiende a la norma.

Desde sus documentales, Alejandro elaboró alrededor de la palabra «normal» y la transexualidad, como el fenómeno que cuestionaba —y sigue cuestionando— nuestra normalidad. Si nacer hombre o mujer ha sido la norma de definición cultural; si ha determinado históricamente espacios sociales posibles, es relevante cómo se posiciona el derecho a una preferencia pública de identidad sexogenérica elegida, y a respetar cualquiera que sea el motivo de las personas que, además, se asignan y autoasignan como comunidad.

Tercero, desde el punto de vista de Alejandro, en la entrevista nos enumera buenos ejemplos de cómo el teatro de Broadway ahora tiene en el repertorio obras con personajes masculinos, completamente representadas por mujeres; así como personajes femeninos representados por personas de la comunidad LGBT, y, finalmente, mayor participación de actores o actrices trans, así como otras representaciones corporales
como la primera actriz de reparto con sobrepeso.

Como bien advierte, posiblemente estamos ante un fenómeno de consumo; sin embargo, llama la atención que todo lo anterior sea de interés para mayores audiencias. Algo similar ocurre en el cine en que, señala, en 2022 se estrenaron al menos cinco películas con temáticas feministas en Estados Unidos: She Said, Don’t Worry Darling, Tár, Everything Everywhere all at Once, y Women Talking.

En el movimiento trans hay menos ejemplos de documental y ficción, pero, en México nos menciona Quebranto, de Roberto Fiesco, y Oasis de Alejandro Zuno, así como la película británico-estadounidense, The Danish Girl (La chica danesa). La entrevista está nutrida de ejemplos, por si gustan consultarla.

 

La ficción y la realidad de la representación

En esta misma línea de los medios de representación que sugirió Alejandro, llamó mi atención que, mientras más nos acercábamos a la ficción —como a los musicales—, es más sencillo aceptar la diversidad sexual. Pero, a medida que nos acercamos a la realidad vívida —como los casos de Capital 21 y Carolina Sanín—, la representación es menos negociable. No tome esta idea como regla sino como guía para la reflexión. Quizá cuando nuestra normalidad está en juego, nuestra disposición al diálogo es más inflexible; además, como bien apunta la autora colombiana, estamos en un contexto donde, a mayor aceptación de la comunidad, más correcto es socialmente.

Lo anterior es, a mi modo de ver, el desenlace adecuado: la aceptación social de la diversidad de identidades sexuales. Pero, como cada corrección política, se vuelve vacía si no se reflexiona. En este sentido, y pensando en un contexto en el que emergen por distintas vías nuevos pronombres para hombres, mujeres y no binarios, cómo contribuir al diálogo se vuelve una pregunta cada vez más necesaria de discutir. Hasta ahora, recuperamos la importancia de hablar con claridad y, desde los medios, definir qué ámbito preciso de la masculinidad o de ser mujer se desea abordar, sin ambigüedades.

Finalmente, problematizar con respeto, pues como parte del proceso social e histórico que somos, es legítimo no entender o no aceptar, siempre que nuestras dudas, miedos e inquietudes no anulen los derechos de las personas.

Alejandro agrega, en este sentido, la necesidad de entender, desde la comunicación, cuáles son los estereotipos que se están difundiendo y que son importantes para las distintas comunidades. La revisión del cine ayuda a ver cómo, por ejemplo, She said (sobre el caso de Harvey Weinstein y el movimiento #Metoo) se convierte en parte del feminismo actual. Por otro lado, comparte un ejercicio que hizo el actor Nicholas Cage en una entrevista, en que no utilizaría la primera persona. Este ejercicio ayuda a entender, por ejemplo, que, si bien para mí no es un problema la comunidad trans en ningún sentido, para otros sí. Además, al abrir el diálogo podemos acercarnos a las razones y preocupaciones. En este sentido, sugiere también politizar el espectáculo, para que los propios profesionistas de medios, actores y actrices incluidos, problematicen sus historias y si algo ha cambiado.

Finalmente, junto con las «prácticas del habla», artículos y pronombres incluidos, el ingrediente principal es el tiempo. Tiempo para reconocer estereotipos, así como la forma accidental en la que estas identidades de posicionan de maneras novedosas y problemáticas en algunos casos. Con tiempo podemos generar espacios de diálogo. Por espacio dejamos de lado muchas más ideas, pero, acercarme a la mirada de Alejandro me ayudó a enriquecer mi panorama sobre la comunidad trans y la disputa por las definiciones de hombre y mujer. Espero este texto, o la entrevista, sean de utilidad para usted también. Para despedirnos, la canción que usó nuestro entrevistado en el documental de 2011. Foot stomping, para mover un poco el cuerpo:

https://www.youtube.com/watch?v=fJiI3MkHdl0

 

Referencias
1. Conversación con Alejandro Murillo. Hombre o mujer: cuerpos en disputa. En Rompeviento TV. [Video]. En línea: https://youtu.be/MOdPtlJRmJE
2. Alfred Schutz (2003). El problema de la realidad social. Buenos Aires, Amorrortu. 336p.
3. Alejandro Murillo Martínez (director) (2011). Normal. Un manual de uso. Documental en línea: https://youtu.be/Nhq7FvNpi-w.
4. Alejandro Murillo Martínez (directo) (2022). Normal. Segundo manual de uso. Documental en línea: https://youtu.be/neKzF28B040.
5. Ana María Amigo-Ventureira. “Un recorrido por la historia trans*: desde el ámbito biomédico al movimiento activista-social”. En Cadernos Pagu [en línea]. 2019, núm. 57. Disponible en: https://doi.org/10.1590/18094449201900570001.
6. 30/10/2022. Carolina Sanín. [Video] “La identidad, las mujeres y el mundo siguiente”. En línea: https://www.youtube.com/watch?v=gwwYEtKgR80
7. 21/11/2022. Pie de página [Video]. #LaConversa: Libertad de expresión y libertad editorial... ¿cuáles son los límites? En línea: https://www.youtube.com/watch?v=FyfovEStJpc&t=5832s
8. Etimología “normal”: http://etimologias.dechile.net/?normal

Un nuevo inicio en América latina, una alentadora esperanza de cambio ❘ Pietro Ameglio ❘ Videocolumna
Atrás Un nuevo inicio en América latina, una alentadora esperanza de cambio ❘ Pietro Ameglio ❘ Videocolumna
La Cumbre Bilateral de Norteamérica:México-EE.UU y Canadá /  Política migratoria EE.UU y México
Siguiente La Cumbre Bilateral de Norteamérica:México-EE.UU y Canadá / Política migratoria EE.UU y México
Entradas Relacionadas

Escribir comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *