Excursus Przeworskiano

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Federico Anaya Gallardo

La semana pasada, lectora, te comenté de paso un dictum del politólogo Adam Przeworski: en Democracia, las buenas políticas públicas son aceptadas aún por los opositores ideológicos y elevan el estándar desde el que se hacen las ofertas partidistas en la siguiente elección. Prometí explicarte un poco más. Przeworski nació en 1940 en Varsovia, hijo de una pareja de médicos. Su padre fue una de las víctimas de la Masacre de Katyn, en la cual los soviéticos eliminaron a oficiales y jefes polacos que tenían prisioneros antes de que los nazi-fascistas alemanes llegasen a los centros de detención. Veinte años más tarde, luego de que Polonia fuese liberada del yugo alemán, Przeworski estudió filosofía y sociología en la Universidad de Varsovia. Gobernaba el país Władysław Gomułka, opositor de la colectivización agraria estalinista y agente del deshielo khrusheviano en Polonia.

Nota para abogados: en Polonia el joven Przeworski abrevó en las ideas de lo que los juristas mexicanos llamamos Escuela de Viena (adonde destaca nuestro adorado Hans Kelsen) a través del Vienna Circle (Wiener Kreis) que era en realidad un Vienna-Lwow-Warsaw Circle antes de la segunda guerra mundial. Se trataba de un grupo de filósofos positivistas que propusieron el empirismo lógico como forma de asegurar rigor “verdaderamente” científico a la filosofía. Luego de la liberación en 1945, este modo de pensamiento se confrontó en la Academia polaca con el marxismo en un fértil debate. Przeworski recuerda que cuando él inició sus estudios universitarios esas discusiones provocaron un poderoso fermento. Los positivistas cuestionaron seriamente al marxismo: “¿Qué quieres decir con intereses de largo plazo? ¿Qué es eso que llamas clases sociales? ¿Por qué las clases defienden intereses de largo plazo?” La doble carrera (Filosofía/Sociología) que el joven polaco estudió refleja el argumento vivo entre positivismo y marxismo. (Entrevista de Przeworski con Gerardo L. Munck, 2003, p. 2, Liga 1.)

Przeworski relata que recién graduado como maestro, conoció en Varsovia al profesor canadiense Robert Barry Farrell (1926-1991) de la Northwerstern University (área metropolitana de Chicago, Illinois). Farrell era doctor en “Government” por la Universidad de Yale desde 1952 y había sido contratado por Northwestern como profesor en Ciencia Política en 1957. En la Academia estadounidense, los programas de “Government” se centraban en el estudio de las instituciones. Esa profesión evolucionó en la Ciencia Política de nuestros días gracias al estudios del comportamiento de votantes y audiencias.

Entre los intereses de Farrell destacaban los estudios comparativos y los sistemas políticos del mundo comunista. Northwerstern era un espacio progresista: en 1948 fundó el primer programa universitario de Estudios Africanos en EUA. La universidad mandó a Farrell a Europa del Este en dos ocasiones, 1960 y 1964. En 1961 se creó un programa de asesoría para estudiantes extranjeros. Es muy probable que Przeworski haya sido beneficiario del mismo.

El azar de la praxis. El sociólogo polaco comentaría años más tarde –ya siendo él mismo un eminente politólogo en estudios comparativos– que en aquél 1961 él no sabía qué era la Ciencia Política... y que si Farrell lo hubiese invitado a trabajar en un barco dando la vuelta al mundo, también lo habría aceptado: “Tenía veinte años, y habría ido a cualquier lugar para hacer cualquier cosa.” (Entrevista con Munck, p. 3.)

En Northwestern, Przeworski fue al mismo tiempo testigo y víctima del nacimiento de la Ciencia Política moderna. Su departamento fue uno de los primeros que abrazó la corriente behavioralista, que buscaba el estudio empírico de las conductas sociales. Pero todo estaba en pañales. En 2003, el polaco comentó que durante su doctorado, “para ser franco, creo haber aprendido casi nada. Yo estaba sobre-preparado. ... Por esto tuve problemas en varias ocasiones. No fui un estudiante de posgrado disciplinado. No leía lo que me decían, sino lo que lo yo quería... básicamente muchos freudianos sociales.” (Entrevista con Munck, p. 4.)

Przeworski regresó a Polonia antes de graduarse y enseñó en su alma mater en Varsovia, manteniendo contacto e intercambio con universidades en los Estados Unidos. Defendió su tesis doctoral para Northwestern en Varsovia. En ella analizó la relación entre las instituciones políticas y el desarrollo económico –justo en el cruce de sus convicciones marxistas y su estudio positivo de la organización del Estado (con una pizca de análisis empírico). A finales de los 1960s, sin embargo, el régimen empezó a endurecerse. El profesor polaco estaba de visita en EUA, trabajando un estudio comparado de política local en EUA, Polonia, Yugoslavia e India que encabezaba la Universidad de Pennsylvania. Ocurrió entonces una represión en Varsovia y decenas de sus exalumnos fueron arrestados. Un colega suyo, brasileño comunista exiliado (Pedro Celso Uchôa Cavalcanti), pasó a Alemania y desde allí le recomendó no regresar a su patria. (Entre los trabajos de Przeworski en Polonia, destacaba un estudio que demostraba empíricamente cómo la industrialización polaca había sido lograda extrayendo la plusvalía a la clase trabajadora.)

Pero Przeworski no se quedó en EUA... Su primer refugio fue en Chile, en FLACSO. Aunque eventualmente fue contratado como profesor en la Universidad de Chicago, regresó a Santiago en 1970-1971 para estudiar el proceso del socialismo allendista. Nos dice el profesor polaco que el experimento chileno le hizo preguntarse con seriedad si “competir en elecciones y aprobar reformas con apoyo electoral mayoritario [era] ... una estrategia eficaz para los socialistas”. Esta pregunta le hizo regresar a Europa, para analizar lo que había ocurrido históricamente con los proyectos de lograr reformas socialistas. (Entrevista con Munck, p. 8.)

El espíritu crítico y aventurero de Przeworski es, en mi opinión, lo que me atrajo cuando me tocó leerle en la Universidad de Georgetown en la década de los 1990s. Fué en un pequeño artículo en el tercero de los cuatro tomos de la obra colectiva publicada en 1986 por O'Donnell, Schmitter & Whitehead para el Wilson Center de la capital imperial: “Algunos problemas en el estudio de la transición a la Democracia” (Transitions from Authoritarian Rule: Comparative Perspectives, pp. III: 47-63).

Buen crítico, Przeworski señaló a sus colegas en ese proyecto del Wilson Center que le sorprendía que nadie mencionase la obra de Barrington Moore y Seymour Martin Lipset –pese a que 30 de los 40 profesores presentes enseñaban esos autores en clase. Les explicó: “entendemos que las teorías de Moore y Lipset son excesivamente deterministas. Aquí estamos analizando estrategias para la transición a la democracia. Algunos planes de acción serían exitosos bajo ciertas condiciones particulares, otros no. Contra Moore, veremos que los prospectos de democracia no están determinados por lo que ocurrió con la estructura de las clases agrarias hace dos siglos. Contra Lipset, no pensamos que la democracia depende del nivel de desarrollo económico. Analizamos casos. Estudiamos casos de democratización en el pasado. Pero lo cierto es que no estamos seguros de que los aportes de estos dos autores sean relevantes”. Aquí se revela que, alrededor de 1990, el antiguo marxista polaco seguía allí.

Ahora veamos un texto de Przeworski posterior a ese ensayo en Transitions. Se trata de un pequeño ensayo titulado “¿Cuántas terceras vías puede haber?”, publicado en la revista de Historia del CIDE (Istor, Año 2, № 7, Invierno de2001, Liga 2). Este texto de Przeworski es una extraña mutación “socialdemócrata” de la muy reaccionaria idea de Guerra Fría de la democracia como mercado (Schumpeter, Capitalism, Socialism and Democracy, 1942). El polaco sostiene que, cuando una comunidad política logra estabilizar su régimen electoral, las sucesivas contiendas podrían permitir que una política social exitosa sea asumida por el partido opositor –incluso cuando la propuesta fuese ideológicamente contraria.

El ejemplo canónico de lo anterior son las elecciones británicas posteriores a 1945. El partido laborista inglés se impuso en la elección general de 1945 y su programa transformó Estado y sociedad: El Parlamento de 1945 aprobó una Ley Nacional de Seguros en 1946; una Ley de Asistencia Nacional en 1948. Se estableció el Sistema Nacional de Salud (NHS por sus siglas en inglés) en 1948. El gobierno de Clement Attlee (de quien el conservador Churchill se burlaba diciendo que era una oveja disfrazada de oveja) construyómás de un millón de casas unifamiliares nuevas e hizo obligatoria la educación hasta los quince años de edad. Se nacionalizaron empresas esenciales en la industria, incluyendo la extracción de carbón, los ferrocarriles, la distribución de gas y la generación/distribución de electricidad. Los laboristas accedieron a la independencia de la India, Pakistán, Ceilán y Birmania, desocuparon Palestina, y apoyaron la OTAN. Salvo las últimas dos políticas, todas las demás eran repudiadas por la oposición Tory (conservadora) que ya en esos días evolucionaba para volverse conservadora en el sentido actual de la palabra en el mundo anglosajón.

Pese a su repudio ideológico, los gobiernos Tory de las siguientes tres décadas no echaron atrás las grandes reformas laboristas del medio siglo: su consenso social era demasiado alto. Sólo hasta la llegada de Margaret Thatcher en 1979 se intentó seriamente desarmar esas instituciones de Estado de Bienestar. (Y el resultado no fue definitivo. Allí sigue el NHS.) Przeworski diría que por su propio interés (reelegirse) el partido que originalmente se oponía a una política determinada la asume como parte de las reglas generales del juego, reclamando incluso que será más efectivo en su implementación. Este mecanismo de “emulación partidista” activaría los caminos alternativos para la transición al socialismo de la que hablaban en 1989 O’Donnell y Schmitter.

Si lo miras bien, lectora, esto es exactamente lo que ocurrió (en una escala mucho menor) en el México que recibió escandalizado la idea obradorista de una ayuda monetaria universal para Adultos Mayores en el DF (hoy Cdmx, mañana Anáhuac). Las Derechas la rechazaron entre 2000 y 2005. Pero en 2006 la copió a nivel federal Acción Nacional (ya platicamos la semana pasada con qué actitud y con qué baja eficacia). En 2012 la sostuvo el PRI, sin resolver los problemas de implementación. En 2018, cuando el movimiento que la propuso originalmente llegó al fín al poder, regresamos por fín el problema de la implementación más eficaz. Y descubrimos que la respuesta está relacionada con la bancarización y la inclusión financiera.

Regreso a Przeworski. Lorenzo Córdova y Ciro Murayama lo trajeron a dar una conferencia y el sabio de 72 años tronó contra el obradorismo. ¿Qué mentiras le habrán contado al viejo profesor? ¿Ó será que el escritor que tanto admiro ha cambiado de chaqueta ideológica? Me inclino por lo primero. Pero esa es otra historia (que debo investigar) y deberá contarse en otra ocasión.

Ligas usadas en este texto:

Liga 1:

https://www.academia.edu/49517111/Interview_with_Adam_Przeworski

Liga 2:

http://www.istor.cide.edu/archivos/num_7/dossier1.pdf

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