Especulación financiera con el litio

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Violeta Núñez Rodríguez[1]

 

 

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha señalado en diversas ocasiones que los miles de concesiones mineras entregadas durante los gobiernos anteriores, que abarcan más de la mitad del territorio de la nación mexicana, se han utilizado para especular. Al respecto, en 2019 señaló que “una de las características del periodo neoliberal fue que se otorgaron concesiones mineras, como nunca”, y se preguntó “¿para qué tanta superficie?”.  Su respuesta fue que los títulos de concesión se utilizaron para “especular en el mercado financiero” (Presidencia de la República, 2019).

Unos meses después, agregó: “México tiene 200 millones de hectáreas y entregaron 120 millones de hectáreas. Ya les dije que en esta materia Porfirio Díaz se quedó atrás, se vio ‘fresa’ en comparación con estos gobiernos neoliberales”, y de nuevo cuestionó: “¿por qué tanto?”, a lo que contestó lo mismo: “porque utilizaban los títulos de concesión para especular en lo financiero” (Presidencia de la República, 2020). Así, en esta ocasión se enunciaba la magnitud de la expansión minera y su vínculo con la especulación financiera.

En días recientes, el mandatario añadió que “en el caso de las concesiones… se entregaron… en demasía, no para producir ni oro ni planta, ni cobre, ni litio, sino fundamentalmente -aunque parezca increíble- para especular en el mercado financiero”, y cerró diciendo: “tener una concesión significa el poder llevar a cabo operaciones en el mercado financiero” (Presidencia de la República, 2021). Esta declaración dejó en claro que las concesiones no se utilizan principalmente para producir, sino para operar en el sistema financiero.

Estas declaraciones se corroboran con los datos de la Cámara Minera de México, que señala que sólo 4 millones de los 16.9 millones de hectáreas concesionadas vigentes, se encuentran en producción (véase Cuadro 1). Es decir, esta cifra representa el 24 % del total de la superficie concesionada con vigencia (véase Gráfica 1), lo que implica que en este momento, cerca de 13 millones no están siendo explotadas. Pero el escenario podría ser más extremo, si consideramos que la mitad del territorio de la nación, que había sido concesionado, nunca se utilizó para la extracción, sino para la especulación. Claro, frente a este escenario, surge la pregunta de qué sería de México si todas las concesiones otorgadas (más de 24 mil), estuvieran en explotación. El saqueo sería mayor y los costos socioambientales serían devastadores. No obstante, detentar un título de concesión minera, sin explotar y especular, también puede resultar una amenaza permanente para quienes habitan los territorios concesionados. El no saber cuándo se iniciará la producción y explotación de los minerales, lo cual puede ocurrir inmediatamente, o hasta en 50 años o 100 años, genera incertidumbre sobre si podrán vivir o no en los territorios, lo que para algunos significa la muerte.

El proceso de especulación, hecho por el que detenta los títulos de concesión, puede generar cuantiosas ganancias. Al respecto, los primeros días del presente año, nos enteramos de que Tesla, la principal productora de autos eléctricos y demandantes del mineral de litio en el mundo, se colocaba como la empresa con la mayor riqueza a nivel mundial, debido a que sus acciones en el mercado financiero habían subido durante el año 2020 más de 700 % (véase Gráfica 2). Así, en enero pasado, producto del comportamiento del mercado financiero, Elon Musk, dueño de la empresa, se convirtió de un día para otro en el hombre con la fortuna más grande del planeta, ganando 25,000 millones de dólares en un día (Bloomberg, 2021), lo cual no era resultado del incremento de la producción, sino de la especulación. Con esto, podemos imaginarnos el poder inmenso que tiene el mundo financiero y la especulación para las empresas, lo cual ha permitido a Tesla tener una fortuna adicional de 126 mil millones de dólares, sólo por el incremento del precio de las acciones, lo que posibilita que actualmente, en abril, su dueño sea el segundo hombre más acaudalado del mundo (Forbes, 2021).

Así, no es de la economía real (con el incremento de bienes y servicios), en el mundo real, de donde estas empresas incrementan sus riquezas, sino que estas son producto del capital ficticio (Marx, 1975), claro, donde la plusvalía generada por la clase trabajadora es apropiada por la clase empresarial. Es en este sentido que diversos personajes y autores han propuesto que la especulación financiera sea declarada como un “delito contra la humanidad” (García Neumann, 2011). También se conoce como capital especulativo parasitario, y como forma del capital ficticio (Carcanholo y Nakatani, 2001); y cuando se especula con alimentos en el mundo financiero, esto ha sido nombrado como un crimen.

Pero dado que los mexicanos en general estamos muy, pero muy lejos del mundo financiero, ya que de acuerdo con la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), de cada 1,000 mexicanos de la Población Económicamente Activa, sólo 4 invierten en la BMV; a diferencia de Estados Unidos, donde 6 de cada 10 personas invierten en el mundo financiero (BMV, 2019), es pertinente explicar brevemente qué es la especulación financiera.

De acuerdo con la Real Academia Española, la especulación es una “Operación comercial que se practica con mercancías, valores o efectos públicos, con ánimo de obtener lucro” (RAE, 2021). En este mismo sentido, pero agregando otros elementos, la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros apunta que “la especulación es una operación comercial consistente en comprar mercaderías, inmuebles, valores o efectos públicos, con ánimo de obtener lucro en menos de un día, mediante su posterior venta a precios más altos. El especulador pretende maximizar su beneficio en el menor tiempo posible, minimizando la aportación de capital” (FEBF, s.f). Así, la especulación busca obtener una ganancia, no ligada a la economía real (la economía donde se crea el valor), en el menor tiempo posible, vendiendo instrumentos financieros a un mayor precio de lo adquirido.

Agregando a este planteamiento, el famoso economista John Kenneth Galbraith, indicaba, describiendo el “pensamiento financiero”,  que “El precio del objeto de especulación aumenta. Los valores, la tierra, las obras de arte y demás propiedades adquiridas hoy, mañana valdrán más. Este incremento y las perspectivas atraen a nuevos compradores, los cuales determinan una nueva alza. Entonces aún son más los atraídos, que también compran, y la subida continúa. La especulación se construye a sí misma y se proporciona su propio impulso” (Galbraith, 1991: 16). Para algunos autores, este proceder, también forma parte de la economía conductual o de la economía del comportamiento (Thaler, 2017).

El capital especulativo ha sido una de las características fundamentales del capitalismo en su etapa neoliberal. Es decir, si algo define al capitalismo contemporáneo, coinciden diversos autores, es “la financierización o la generalización del movimiento especulativo del capital” (Carcanholo y Nakatani, 2001: 10-11). Para definirlo, estos autores indican que “su lógica especulativa propia llega a contaminar incluso a las empresas o corporaciones dedicadas especialmente a funciones productivas y, así, lo que constituía capital industrial se convierte en capital especulativo” (Carcanholo y Nakatani, 2001: 12). Es decir, “existe un predominio del capital especulativo parasitario (forma particular más concreta del capital que devenga interés) a escala mundial, sobre el capital productivo. En esa fase, el capital industrial se convierte en capital especulativo y su lógica queda totalmente subordinada a la especulación y dominada por el parasitismo”. Es decir, el capital productivo queda subsumido a la especulación (incluido y subordinado –Marx, 1971), producto de la “descomunal presión de las ganancias especulativas” (Carcanholo y Nakatani, 2001: 13).

Por esto, para ser un minero en el siglo XXI, no es necesario ir a explorar el terreno, ni ensuciarse y arriesgarse en el proceso de exploración, es suficiente encontrar un “buen bróker”, que le recomiende “invertir” en un instrumento financiero que esté inmerso en el mercado financiero minero. Esto le permitirá “ingresar” al sector minero, a la minería del presente siglo, donde se encuentra uno de los principales volúmenes de recursos inmersos en esta industria. Pero hay que enfatizar: los recursos obtenidos en este mercado serán producto de la especulación financiera.

De manera particular, en relación con los más de 100 millones de hectáreas entregadas a las empresas mineras en México hasta por un periodo de 100 años, que han servido para especular en el terreno financiero, ha ocurrido o podría ocurrir alguno o algunos de los siguientes escenarios, y en todos ellos, como podemos observar, está implicado el futuro:

 

  1. Con la concesión, detentada hasta por un siglo, es factible esperar por años o por décadas, sin invertir en los terrenos, a fin de obtener a futuro una “recompensa mayor”, es decir, una ganancia más grande, debido a que los precios de los minerales, o algún mineral en específico, pueden incrementarse.

 

  1. También podría desarrollarse, a futuro, una tecnología particular, que permitiera lograr extraer los minerales a un menor costo, lo que posibilitaría tener una renta (que se transforma en ganancia) más amplia. Por lo que algunas empresas podrían esperar y apostar a que esto ocurriera. No obstante, quienes ya detentan los títulos de concesión, ya no tendrán que entrar en el proceso de solicitud y tendrán ventaja frente a las empresas mineras que no los tienen.

 

  1. Asimismo, es factible que en el futuro se desarrolle una mercancía que requiera un mineral en particular (o varios), que coloque en ventaja a las empresas mineras que ya detentaran los títulos de concesión. Esto permitirá que si en estos territorios concesionados existen los minerales requeridos para las nuevas mercancías, las ganancias sean cuantiosas, por lo que diversas empresas también apuestan y esperan, sin invertir, a que esto ocurra.

 

  1. Aunado a esto, quienes tienen en posesión los títulos por décadas y décadas, pueden asociarse, dependiendo del escenario del mercado mundial, con empresas estratégicas del momento actual, posicionadas como las mayores productoras o comercializadoras o detentoras de la tecnología necesaria, compartiendo parte de su capital social, y lograr con esto que sus ganancias se intensifiquen. Todas las empresas, las que esperan a que el escenario económico mundial se modifique y las que se asocian, saldrían beneficiadas.

 

  1. En varios de estos escenarios está presente el sector financiero. Si se lograra desarrollar una tecnología a futuro, el precio de las acciones o de los diferentes instrumentos financieros tenderá a subir. En el mismo sentido, si se proyecta que un mineral será ampliamente demandado, el precio de la cotización en el mercado de commodities[1] se incrementará. Como parte de esto, una mercancía podría demandar uno o varios minerales, lo que también podría incrementar la cotización de las empresas involucradas en la producción, entre ellas, las que aportan parte de las materias primas (por ejemplo, los minerales).

 

  1. De manera específica, algunos futuros financieros o productos financieros derivados[2] podrían verse influidos por la detentación de los títulos de concesión. Entre los principales commodities, se encuentran el oro, el cobre, la plata y el platino.

 

Así, las ganancias producto de la especulación y de lo “invertido” por el sector minero en el mercado financiero, son y pueden ser inmensas. Al respecto, las 50 compañías mineras más grandes ingresaron a 2020 con un valor de casi $1 billón de dólares, “después de agregar más de $ 150 mil millones en capitalización de mercado a lo largo del año” (Mining, 2020).

Pero este escenario de la especulación se intensificará en el mercado del litio, conforme incremente la demanda del mineral. Sobre esto, Solactive Global Lithium Index (SGLI), que rastrea el desempeño de las cotizaciones financieras de las compañías más grandes en la exploración y/o extracción de litio o la producción de baterías de litio, muestra, de manera evidente, la creciente subida del precio de las acciones (véase Gráfica 3). El precio promedio del SGLI, inició en menos de 99 (julio de 2010), y llegó a estar casi en 300 (enero de 2021).

Esto sobresale aún más en el caso de las principales empresas en el mundo ligadas al litio, entre las que destacan Ganfeng Lithium (presente en el Proyecto de Sonara Litio, en México); Albemarle Corp; y Sociedad Química y Minera de Chile (véase Cuadro 2). Estas empresas concentran una capitalización bursátil[1] de 26,300 millones de dólares (IG-Díaz, 2021), y como observamos en la evolución de precios de las acciones de estas empresas, en las Gráficas 4 y 5, los precios han crecido de manera muy importante y, como observamos en el caso de Ganfeng Lithium, también sus ingresos (véase Gráfica 6). No obstante, no podemos dejar de mencionar que una parte importante es producto del mercado financiero, del mercado del capital ficticio, del capital especulativo parasitario, que podría ser considerado como un delito o un crimen contra la humanidad, dado que allí no se gesta el valor, pero sí se lo apropian, o, como dicen algunos autores, en este terreno financiero ocurre una acumulación por desposesión (Harvey, 2004). Sin embargo, este capital ficticio o parasitario es parte inherente y consustancial a la lógica de acumulación capitalista, le es funcional y vital, tan vital, que vivimos en la era de la financiarización, en la que estamos subordinados.

 

[1] Precio por acción, multiplicado por el número de acciones en circulación de una empresa.

[1] “Las materias primas, mejor conocidas en el mercado como commodities, son bienes que aún no han sido transformados y que podemos encontrar en la naturaleza o son producidos en grandes cantidades; entre los commodities más comunes encontramos el petróleo, el oro, la plata, la soya, los granos, etc.”. (Rankia, 2016). Estas materias primas cotizan en el mercado financiero de commodities.

[2] “Es un contrato que permite acordar intercambiar cierta cantidad de activos subyacentes como valores, índices, productos agrícolas, materias primas, etc. en determinada fecha futura y a un precio acordado” -Rankia, 2019-

[1] Profesora-Investigadora de la UAM-X.

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