El lenguaje, su carta de presentación (Parte II)

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Esthela Treviño  @etpotemkin

Rompeviento TV, 25 de abril de 2023

En materia de lenguaje, el purismo es un engorro. Por una parte, existe la idea de que el idioma español es un viejo vestido de novia que heredamos de nuestros antepasados y que estamos obligados a conservar incólume. Bueno, siguiendo con la metáfora, podemos decir que los vestidos de novia antiguos no sirven más que para ponérselos y verse como cadáver. Es mucho mejor recortarlos y hacer camisas de ellos que guardarlos entre naftalina.

Jorge Ibargüengoitia

Antesala

Es vital, antes, partir de conceptos clave en torno al lenguaje humano natural. Presento, a manera de cápsulas, tales conceptos para sembrar un campo común de entendimiento en el debate sobre el tema que nos ocupa.

  • Cápsulas:
  • El lenguaje humano es un rasgo, una capacidad biológica-mental.
  • Dicha capacidad se presume innata en el sentido en que nos predispone biológicamente al “desenvolvimiento” (en palabras de W. von Humboldt) de la facultad del lenguaje (así la llamaron Dante y Chomsky).
  • Por eso le llamamos lenguaje humano natural, porque se da de manera natural.
  • Manera natural:
  • sin instrucción deliberada del entorno;
  • por el solo contacto con un estímulo natural, el lenguaje humano mismo, i.e., (estreno en mi Columna esta tan útil abreviatura que significa ‘esto es’ u ‘o sea’), con el habla, o con las señas (lenguas de señas) con las que se tenga contacto.
  • el contacto inicia desde el vientre materno; sí, hay evidencia;
  • si no hay ningún contacto, ni con habla ni con señas, hasta, digamos, la pubertad, como es el caso de muchos sordos, esa facultad biológica-mental se degrada/atrofia. Por lo tanto, una lengua plena no se podrá adquirir; una cierta competencia comunicativa sí. Hay evidencia también.
  • Nadie, jamás, ha adquirido o desarrollado el lenguaje humano natural por la mera exposición a ver grafías, o la representación escrita de la lengua oral.
  • La gramática descriptiva solo se encarga del lenguaje humano natural, la lengua hablada.
  • La gramática normativa lidia tanto con el habla como con la expresión escrita.

Conclusión: el lenguaje humano natural es el hablado o el signado. La escritura es una invención mucho más tardía. Muchísimas lenguas carecen de escritura, nadie daría el paso para decir que las personas poseedoras de esas lenguas «no saben hablar», ¿o sí? Así que no existe tal cosa como «lengua/lenguaje escrito». Lo que existe es una «representación escrita del habla».

No obstante, con mucho sentido del humor, pero teniendo en cuenta lo anterior, digamos «lengua/lenguaje escrito», con la salvedad anotada en el párrafo anterior.

Observaciones, preguntas y demás de la audiencia

Alguien en el chat de la entrevista del programa de Astillero Informa responde a un comentario mío (copio verbatim) y dejo la liga del programa al final del texto [1]:

  • No señora SI nos enseñan a hablar ¡Yisus! si ud crece sin contacto humano NO sabe hablar. Batichispas

—Estar en contacto con la experiencia adecuada —escuchar una lengua o ver las señas de otra—no es un acto de enseñanza, estimado/a interlocutor/a. Ese contacto desde el nacimiento es todo lo que se necesita. Si lo hay no tenemos otra opción más que la de desarrollar o “adquirir” la lengua del entorno.

Otro comentario, sarcástico, supongo, pero muy a la medida:

  • Aprender hablar cuesta, o se da por ósmosis??

—Es gratis. Es un “mecanismo” (el lenguaje) que se echa a andar, sin su conocimiento ni consentimiento, en cuanto entra en contacto con el estímulo adecuado. En ese sentido, la opción de la ósmosis (directa) es más cercana a la realidad de la “adquisición” del lenguaje: proceso espontáneo y sin gasto de energía.

Y, una duda de otra persona:

  • No se si Chomsky esté de acuerdo con que nadie nos enseña a hablar

Es Chomsky, precisamente, quien revoluciona la lingüística y sugiere que el lenguaje es «un órgano» biológico-mental. Es Chomsky quien sugiere justamente que el lenguaje no se enseña, ni se aprende como se aprende cualquier habilidad.

¿En qué se nos nota

que “no sabemos hablar”,

que no hablamos “correctamente,”

que nuestro hablar es “culto” o “popular” o “vulgar”?

En la Parte I del artículo —publicado el 11 de este mes— mostré algunas expresiones sancionadas por la gramática normativa. ¿Identificaron la falta en cada una de ellas? ¿En algunas? ¿Tuvieron que consultar para saber o cerciorarse? A mí ya alguien me confesó que solo atinó a ver la incorrección en cuatro expresiones, y que no consultó ningún diccionario ni gramática. Eso sí, y sin tono de orgullo, que no dice salistes, dijistes, etc., ni váyamos, «¿díganos?», le pregunto yo,

  • díganos... díganos... sí, eso sí, como en «díganos su nombre», ¿no? (con tono de duda).

Mi teoría es que lo que más notamos son vocablos o expresiones, difícilmente, construcciones complejas sintácticas. Si nuestro dialecto o variedad no usa haiga, salistes, dijistes, váyamos, téngamos, vamos a notar enseguida esas formas. Si, además, sabemos que son características de ciertas hablas, y estas son estigmatizadas, sacamos la caja de las etiquetas.

En otras palabras, notaremos, antes que nada, algún vocablo, alguna palabra que desconozcamos o cuya pronunciación sea distinta a la nuestra, y faltas más o menos notorias sobre todo de concordancia. Pongamos unos cuantos ejemplos.

1. Son 20 *peso.

Este caso lo escuchamos de personas cuya lengua materna no es el español. Para un lingüista ese dato es muy interesante, pero no estamos para eso aquí. ¿Cuál podría ser la causa de esta discordancia? Sería prudente notar si esta persiste en frases como 20 flores, 15 palas, 33 personas. Si aquí no se presenta, entonces tal vez el fenómeno sea de naturaleza más semántica.

Así mismo, habría que tomar en cuenta que tal vez la lengua materna de nuestro supuesto usuario carece del fenómeno de la concordancia. Ahí va a ser un poco más difícil la cuestión de corrección. Además, estaría el hecho de que en su lengua materna el plural se marca de manera muy distinta.

2. La *primer vez que me besó.

Por alguna razón, es más común de lo que pensamos la construcción la primer + sust. fem.; debería ser la primera vez/ocasión/persona, etc. Con el masculino siempre se da el fenómeno de apocopar —apócope—. Lo que hacemos es generalizar la aplicación de la elisión porque no hay nada, gramaticalmente hablando, que explique la discrepancia de comportamiento entre el masculino y el femenino.

Dicho sea de paso, nadie, o casi nadie nota la incorrección en 4:

4. Cincuenta y un hectáreas quedaron afectadas

en donde opera una generalización similar, pues con un sustantivo masculino se produce la forma “correcta” 5.

5. Se emplearon cincuenta y un kilos de chocolate.

En el ejemplo 6:

6. A ellos los *eligió el presidente y el patronato

esperamos la concordancia en plural: Los eligieron el presidente y el patronato.

Para añadirle sal a la herida, es perfectamente correcta la oración 7:

7. A mis abuelos los alteró el escándalo y la gritería.

Y, para añadirle más sal a la crueldad, veamos algunos casos más; dese el gusto de señalar si hay o no alguna falla de concordancia:

a. Ella junto conmigo redactamos el informe.

b. Más bien, la evidencia es de tipo antropológica y no es lo que necesitamos.

c. El hecho es penoso por lo banal de las respuestas que se dan.

d. La investigación y presentación estuvo a cargo de PopLab.

e. Hacen falta más personal así como recursos para el proyecto.

f. Tú con Filo váyanse de inmediato al pueblo y ¡paren todo!

g. ¡La policía, su policía, extorsionaban a todos aquí!

h. Hasta parecemos que no aprendemos porque seguimos votando por estos.

Si usted ya se va desanimando, o siente que le estoy poniendo trampas, o simplemente se va hartando de tanta pruebita, no está solo. ¡Tómelo con humor! yo misma —digo, por aquello de ser lingüista y eso lo vuelve más imperdonable— tengo mis pecadillos del mal hablar y escribir—.

Como para sorprenderse...

y bajarle tres rayitas a la presunción de que unos hablamos mal y otros hablan bien:

Permítame ofrecerle otros casos de normatividad:

Y déjeme decirle que, aunque usted no lo crea, muchas, si no es que casi todas las personas, sin distinción de clase social o grado de educación escolar, desconocen o ignoran (desatienden) la normativa que rige los siguientes casos, anímese a probar suerte:

1. —Nosotras vamos a salir ¿nos cuidas al niño?

      —¡Sí, se los reitero, yo se los cuido!

2. —Tú eras una de las que pensabaseso ¿cierto?

3. —Es bien difícil si no imposible de entrar a trabajar ahí si no tienes padrino.

4. —¿Qué hago con este sobre que me diste para guardarlo?

5. —Hazme el favor de...

            —¡no! hagámosnos el favor de escucharnos...

6. —No sean tan tardados, ¡apúrenlen!

7. —Nos indignamos por lo irreverenteque son sus comentarios.

8. —Abran su libro en la página doscientas/doscientos cincuenta. ¿Cuál es correcta?

9. —Me regalaron como mil chiles a los que, claro, ¡hay que desvenarlos!

10.—No me di cuenta de que me robaron mis llaves, cartera y celular en el micro.

11.—En vez de eso ¿no pudieran darnos alguna razón de carácter menos filosófica?

Si logró identificar la mayoría de las incorrecciones normativas, tiene usted un muy buen conocimiento de la norma. Si dudó, tuvo grandes dificultades, no identificó, o sí, pero con incertidumbre, eso es un hecho muy muy pertinente y relevante.

Le aseguro, de antemano, que, si miramos los 11 ejemplos anteriores desde la gramática descriptiva, ¡ninguno es incorrecto! Y para todos y cada uno de ellos hay una explicación bien argumentada.

En el fondo, la naturaleza de los procesos lingüísticos mentales es inapelable, el conocimiento que tenemos de los mismos es no solo inconsciente sino independiente de cualquier intento artificioso de “corrección”. Este fenómeno es de la mayor importancia para el tema de la “enseñanza” del español “correcto”.

Si los hablantes —usted y yo, los y las maestras también— desconocen por completo ciertas normativas del “buen hablar y escribir”, o si, a pesar de haber sido instruidos en ellas, las ignoran sin percatarse de ello, paremos mientes y hagamos un ejercicio de indagación; cuando menos, un ejercicio de poner en pausa la katana del estigma.

Por último, quiero tratar la cuestión de los llamados «cultismos» que la sociedad hablante opone a “vulgarismos”.

Los ismos de las lenguas

Todas las lenguas tienen modismos, regionalismos, coloquialismos, tecnicismos, hasta eufemismos; dependiendo de su historia y entorno, podrá hablarse, como en el caso del español, de:

latinismos: memorándum, currículum, quórum, versus, alma mater, etc.;

nahuatlismos: jitomate, pozole, tlayuda, coyote, tlacuache, chocolate...

helenismos (“grieguismos”): aeróbico, hepatitis, telepatía, micrófono, física...

arabismos: alcohol, almohada, alarde, cénit, elixir, fulano, añil, adalid...

anglicismos (“inglesismos”): troca, lonche, bistec, chance, hacer sentido...

galicismos (“francesismos”): afiche, matiné, boutique, manicure/manicura, chef,...

mejicanismos: ¡a poco!, abusado, (ah)orita, cuate, manito, camión, órale, pícale... Y... los cultismos. Muchos hablan de ellos, muchas los aplauden, todos, todas ¿los usamos? Un último ejercicio, diviértase, no se tome nada en serio. De la lista siguiente, subraye, tache, o marque como lo desee aquellas palabras que considere “cultas”:

“Barbarismos” y “vulgarismos” han transitado a ser casi exclusivamente etiquetas valorativas, son una clasificación que impone una élite; en tal caso, no pertenecen al campo del uso del lenguaje sino al de la estimación social.

Lo mismo podríamos decir de lo que calificamos bajo el rubro de palabras procaces, altisonantes, rimbombantes, groseras, vulgares, ordinarias, populares, domingueras, cultas y otras por el estilo, en el sentido en que proceden de un juicio valorativo sociocultural.

Una salvedad: los gramáticos normativos podrán decir que «calientito», «mallugar», «adecúo», «p[á]nel» y «N[ó]bel» son vulgarismos o formas populares en contraposición a los “cultismos”: «calentito, magullar, adecuo, pan[é]l, Nob[é]l». Pase ud. a indagar.

En «El castellano varea» de Manuel Gil Antón, texto muy divertido,[2] leemos la siguiente recomendación, que cito: «En la escuela, con el cuidado pedagógico y la destreza didáctica necesarias (y en el nivel de estudios adecuado) es posible enseñar a escribir en procura de entendernos, y también aprender que hay formas diversas de hablar: por regiones, barrios, oficios, clases sociales e, incluso, distintas edades. Ninguna es la netaNaiden—que es reverso de Alguien— puede ponerle valladares al camino de las lenguas vivas. Inventan, adoptan y adaptan de otras. Y eso importa saberlo y disfrutarlo: nos enriquece. Aguas con encaramar el eco de nuestros decires, henchidos de prejuicios y soberbia».

Bien, el artículo ya se me pasó de tueste. Habré de seguir escribiendo sobre el tema. Creo necesario decir algo sobre la expresión escrita. Ese es otro arte y a ese hay que ponerle atención y darle un buen espacio.

Antes de terminar, no quiero dejar fuera un comentario muy importante del chat en el programa ya aludido de Astillero:

  • La discriminación es inaceptable y se debe de atacar desde la raíz en clase de Civismo, no enseñar el uso correcto del lenguaje es perpetuar la diferencia de clases.

Si bien entiendo el espíritu del texto, quiero señalar, primero: que suponer que existe «el uso correcto» encierra una idea falsa; la “corrección” proviene de la imposición de una élite, como ya lo hemos argumentado; segundo: enseñar «el uso correcto del lenguaje» equivale a querer asimilar a una cultura distinta, con su propia habla, a la de la élite dominante, por cierto, copia de una élite extranjera. El mismo argumento se utilizó en la Colonia para que el español se volviera la lengua dominante en detrimento de las lenguas indígenas: para que se eduquen, encuentren empleo, salgan de la pobreza.

La diferencia de clases va a seguir estando ahí, algo que atestiguamos a menudo en exclamaciones como: «qué bien hablan a pesar de ser indígenas». El tema de la discriminación hay que abordarlo desde todas las esferas en que esta se dé.

Post scriptum: déjeme despejarle la duda sobre el último ejercicio. Todas las 45 palabras son cultismos, por si seguía con el pendiente.

[1] Entrevista en Astillero: «¿Corrección lingüística? ¡Ataques a 4T, editoriales enojadas y clasismo!: Violeta y Esthela»

https://www.youtube.com/watch?v=yEwcvObx5Vg&t=214s [2]  Manuel Gil Antón, https://elpuntero.com.mx/inicio/2023/04/02/el-castellano-varea/

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