El Lenguaje haciendo de las suyas

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Esthela Treviño @etpotemkin

Columna: Linguarum

Rompeviento TV, 20 de octubre de 2022

 

Uno de los “campos formativos” de la Nueva Escuela Mexicana (NEM) se denomina “Lenguajes”, así, en plural. Y en él incluyen todo tipo de “lenguajes”: el cinematográfico, el gráfico, el de ¡las ciencias!, el ¡del arte!, ¡el braille!, el gestual y, claro, no podía faltar, el humano. Todos los anteriores son “lenguajes” humanos, es decir, creados por humanos. Pero bueno, incluyen, al parecer, dentro del lenguaje gestual el de Señas y, aparte, el lenguaje oral con el que nos comunicamos. Ya he señalado tal extravío.

Para la NEM todo lo que sirva para comunicar es un “lenguaje”. Bien, ese es el uso que se le da coloquial e informalmente a manifestaciones comunicativas de cualquier índole.

¿Cuál es el lenguaje de la ciencia de la física? ¿el de la ciencia de la biología? ¿el de la ciencia de la lingüística? ¿Cuál es el lenguaje del arte? Sin temor a equivocarme no tendrían respuesta para estas preguntas. Entonces ¿cuál es el contenido real de ese campo formativo?

Nota no tan de pie de página. Si el braille es un lenguaje, como se afirma en el nuevo plan de la NEM, habrá que incluir el morse y los distintos tipos de escritura y sistemas ideográficos. Esto va a merecer otro capítulo.

Precisión. Hay algo muy importante que quiero puntualizar: el Lenguaje humano alude a una capacidad innata del humano —en el sentido de predisposición biológica— para “desarrollar” o “adquirir” una lengua natural. Nada hay de innato en el morse o en el lenguaje político, cualquier cosa que esto sea.

 

Lenguaje. Vuelvo a recordar que Lenguaje con mayúscula refiere a esa facultad cognitivo-biológica de adquirir o desarrollar lo que después se traducirá en una lengua natural particular. Mea culpa por el homocentrismo, por usar Lenguaje para referirme al Lenguaje humano.

 

Excurso. Uso «homocentrismo» como metáfora humorística perfecta —si le gusta más ambigüedad, adelante—, con ambos significados; uno, como el de la geometría: que se comparte o se converge en el mismo centro, como en el modelo geocéntrico de Aristóteles representado en estas esferas homocéntricas:

 

donde el significado de homo1 es el que encontramos en palabras como homonimia, ‘mismo nombre’, homosexual ‘mismo sexo’, homogéneo ‘del mismo tipo, clase, género’. Dos, el de la especie: homo2 con el significado de ‘hombre’: homo sapiens, homúnculo ‘pequeño hombrecillo’, homicidio; homocéntrico, ‘centrado en el hombre’.

 

Lengua. Por lengua quiero decir una manifestación específica de esa facultad cognitivo-biológica: zapoteco, maya, español, hindi, etcétera. Más atrás en el texto subrayé lengua natural. Una lengua natural es la que se desarrolla de manera natural, es decir, sin enseñanza premeditada; es la materialización de esa propiedad biológica, más la experiencia lingüística como estímulo indispensable: percibir una lengua a través del espacio sonoro, esto es, las lenguas orales, o a través del espacio visual, las lenguas signadas.

Facultad vs. experiencia. Para que una lengua se desarrolle como resultado de la maduración de la facultad biológica-mental específica solo se necesita el contacto con dicha lengua, y desde temprana edad, desde el nacimiento. Esa facultad “despierta”, como lo definió Wilhelm von Humboldt, o se desenvuelve, o desarrolla, al igual que la visión, solo si recibe el estímulo adecuado, y ese estímulo es escuchar alguna lengua en el caso de lenguas orales y/o ver en el caso de lenguas signadas cuando hay sordera.

Sí, las lenguas de Señas son lenguas plenas y hay un montón de evidencia para sustentar tal afirmación. Ello quiere decir que se rigen por principios y restricciones gramaticales semejantes a los de las lenguas Orales, y en los campos formales de la morfología, sintaxis y fonología; en este último caso habría que decir algo como “signología”: se trata de configuraciones manuales que se emiten en un espacio gramatical, sí, gramatical, es decir, estructurado gramaticalmente; obviamente utilizando el espacio visual.

Las nociones y como aquí se han caracterizado separan, de manera contundente, al Lenguaje humano de lo que informalmente denominamos como “lenguajes” (lenguaje publicitario, político, emoticonario, y un kilométrico etecé).

La complejidad de una lengua cualquiera, oral o signada, es enorme. Esa complejidad no se enseña ni en la familia ni en la escuela; es, por una parte, la predisposición biológica a adquirir cualquier lengua natural y, por la otra, diversos mecanismos cognitivos, incluidos los específicamente lingüísticos, los que permiten —con todo y diferencias individuales— que un niño de 2.5 años promedio, por ejemplo, ya pueda tener un conocimiento bastante sofisticado de su o sus lenguas maternas.

Sí, la exposición a dos o tres lenguas desde el nacimiento permite a cualquier Niño “adquirir” esas lenguas como lenguas primeras o lenguas maternas.

Nadie, nunca, me atrevo a decirlo, ve o ha visto a una mamá o papá o abuela decirle a un niño «No, mijito, ese pronombre no es el adecuado, tienes que usar el de objeto directo», o peor: «mijita, estás utilizando el pronombre dativo y tienes que usar el acusativo»; «¡ah! y, recuerda mijita, en español el verbo y el sujeto concuerdan».

¿Qué sí les enseñamos a los niños? el vocabulario. El vocabulario es totalmente arbitrario, por tanto, impredecible de algún principio o condición. Sí les enseñamos las excepciones, porque son también impredecibles; esas se aprenden a base de repeticiones: abierto y no abrido, por ejemplo.

¿Cómo aprende un niño a formar palabras, frases u oraciones?

“Aprender” una lengua, si fuera el concepto adecuado, es un proceso cognitivo inconsciente y un hecho biológico inevitable. Para cuando en la escuela nos daban clases de español o nos lo “enseñaban”, ya teníamos operando en el cerebro-mente todo, o casi todo, el conocimiento gramatical de esta lengua, sin habernos dado cuenta de cómo, sin jamás habernos preguntado cómo sucedió, ni siquiera de estar conscientes de que poseíamos el Lenguaje humano.

Fonología. Nadie nunca nos enseñó a silabificar, ni el patrón de acentuación, ni cuáles son los sonidos lingüísticos del español y sus rasgos distintivos. Un niño de 3 años ya sabe silabificar, lo que no sabe es que así se llama ese proceso. Es perfectamente capaz de decir lento, que es como nos damos cuenta, [má-no], [pe-ló-ta], [a-rróz], etc. A los 3.5 - 4 años sabe que un morfema como des- se silabifica de distinta manera: de des-armado, des-componer, des-inflar, des-tiñe  de-[s]ar-ma-do; des-com-po-ner; de-[s]inflar; des-ti-ñe. ¡No hay modo de enseñarle esto a ningún Niño!

Morfología. Tengo registrado el dato de un niño de 4.3 años que pregunta “¿qué es ‘pertó’?”. Pues ha analizado el segmento *des* en «despertó» como si fuera el morfema /des-/ que escucha en des-compusiste, des-apareció, des-enchufa. Sabe qué es componer, enchufar y aparecer, y tiene también el conocimiento de que al anteponer /des-/ esos eventos significan lo contrario o que se “des.hace” el evento descrito. La cuestión es que lo generalizó a despertar, eso es todo. Esto demuestra que ya tiene el conocimiento de que esas palabras, como desenchufa, están formadas a partir de otras y nadie le ha enseñado esto. No es raro que los niños hagan tales análisis morfológicos.

Otro ejemplo que prácticamente todos conocemos es cuando a los niños se les corrige, «no se dice ponido, cabo, sabo, rompido». En realidad, el niño conoce perfectamente la regla morfológica: comer ~ comido; poner ~ ponido;  Lo que tienen que aprender por repetición, son las excepciones.

Sintaxis. La formación de frases y oraciones es altamente compleja. Ya he mostrado en otra entrega cuán sencillo sería si solo tuviéramos que concatenar palabras, unir una después de otra. Sin embargo, la gramática de las lenguas nos revela que eso no es así.

Las lenguas son sistemas bien estructurados que obedecen principios y restricciones, algunos de los cuales, presumimos, son de carácter universal, otros, más particulares y, otros más, muy específicos o idiosincráticos de una lengua determinada. Por ejemplo, en ninguna lengua del mundo la unión de una Preposición y un Determinante dará como resultado una frase natural, bien prepositiva FP (ej., sin la), bien Determinante FDet (ej. la sin).

Por otro lado, no es difícil demostrar que las frases tienen estructura. Un ejemplo relativamente sencillo. La frase:

La exposición de ese autor de arte moderno

Es una frase ambigua a pesar del orden lineal en el que se hallan sus componentes:

  1. La exposición [de ese autor de arte moderno] : el autor de arte moderno
  2. La exposición [de ese autor] de arte moderno : la exposición de arte moderno
  3. [La exposición de arte moderno] de ese autor

La opción en el inciso c. parafrasea perfectamente el significado del análisis en el inciso b. En el inciso a. la frase [de arte moderno] es complemento de la frase [ese autor] y, por tanto, está más subordinada en la estructura, mientras que en los incisos b. y c. [arte moderno] se subordina a la frase [la exposición], o sea, es complemento de dicha frase.

¿De dónde proviene ese conocimiento? Notemos que hablamos de ambigüedad sintáctica, no de ambigüedad léxica, por ejemplo: Tome el metro, es más fácil: ‘metro’, ¿se refiere a la cinta métrica o al transporte?.

En el ámbito de la semántica hay muchos campos que se tocan: el del léxico, el aspectual-modal, el de la lógica, la pragmática, el conocimiento del mundo, etc. ¡Este es un terreno inagotable! y no diré más aquí.

¿Pueden surgir nuevas lenguas?

Sí, se pueden crear lenguas nuevas, lenguas naturales, es decir, que surgen de manera bio-cognitivamente natural como las lenguas criollas (o ‘creole’), ejemplos de las cuales tenemos el chavacano en Filipinas, el palenquero en Colombia, el tok pisin en Nueva Guinea, el papiamento en Antillas Holandesas, y muchas otras más. Incluso, hemos atestiguado que una lengua de señas, la Lengua de Señas Nicaragüense, se creó en los años 80, siglo 20, un hecho único y sin precedentes que impulsó el avance de la ciencia lingüística, sobre todo en quienes proponían la existencia de una facultad biológica innata del Lenguaje, y la teoría sobre la existencia de una Gramática Universal.

¿Cómo es posible que podamos generar nuevas lenguas? Y el hecho merecería noticia en primera plana ¡a 8 columnas! Esto lo dejo para una siguiente entrega.

¿Y la “enseñanza” del Lenguaje en la escuela?

Que afirmemos que el Lenguaje no se enseña no quiere decir que no sea un objeto de conocimiento fascinante; no quiere decir que no pueden estudiarse algunos de sus aspectos y por Niños en educación básica. ¿Por qué no aprender, por poner un caso, que existe un repertorio, bastante pequeño de sonidos lingüísticos posibles para todas las lenguas del mundo y cada lengua elije el propio? Por ejemplo, el náhuatl tiene un sonido que solo el 5% de las lenguas del mundo tiene, el que escuchamos en [tl]apalería, coa[tl], [tl]atoani, y en muchas otras palabras. Que el español tiene el sonido [r] de ‘perro’ y ‘torre’ y la [r] de ‘pero’ y ‘cera’ y que solo el 30% de las lenguas del mundo los tiene.

Se puede enseñar, por ejemplo, que hay distintos tipos de procesos de formación de palabras, como la afijación de morfemas: in-coherente, premia-ción, en-ceboll-ado; la composición: saca.corchos, cubre.cama, arma blanca; la duplicación: luego luego, la mera mera, punt.it.ito; el acortamiento: refri, profe, góber; la abreviación: ONU, ovni, sida; la combinación (‘blending’): policleto, bicitaxi, Nezayork, Ecatepunk. Que hay préstamos y neologismos: internet, chatear, petatearse. El español tiene varios préstamos del náhuatl: jitomate, chocolate, tlacuache, ajolote, etcétera.

En fin, el conocimiento es inagotable. Claro que habría que elegir temas y maneras ad hoc de ofrecer conocimiento del Lenguaje y que permita fomentar la curiosidad, el asombro, y el análisis. ¡Los niños lo hacen! Digo maneras ad hoc porque hay que dar “clases de español o zapoteco, etc.” donde se parta del significado, uso y función de los elementos con los que contamos para expresarnos y pensar, analizar, y jugar.

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