El gasolinazo y los planes de contingencia

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J. Jesús Esquivel

Corresponsal de la revista Proceso en Washington

@JJesusEsquivel

 

 

El gasolinazo y los planes de contingencia

Washington – La endeble situación de la economía mexicana es el resultado del fracaso de las llamadas reformas estructurales implementadas por el gobierno de Enrique Peña Nieto.

El gasolinazo de esta semana que adelgaza más nuestras billeteras es apenas un atisbo de lo que nos espera cuando concluya el sexenio del “hijo predilecto de Atlacomulco”.

Peña Nieto y su secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso, prometieron que con la reforma energética no habría espacio para nuevos aumentos en el precio de la gasolina ni en el recibo de pago de los servicios de electricidad. Mintieron. La realidad los rebasó.

La economía mexicana no estaba preparada para la instrumentación de reformas estructurales como la energética. Al país lo que le hacía falta para asumir cambios de esta naturaleza eran ajustes profundos al sistema judicial. Primero se tenía que combatir la corrupción. Somos un país corrupto y los ciudadanos de a pie desconfiamos de todo lo que hace, dice y promete el gobierno. No es gratis el descrédito de Peña Nieto y su gobierno. Ni la desconfianza que tenemos en él los mexicanos. Todo se lo ha ganado a pulso.

Hacienda y Los Pinos podrán encontrar todas las justificaciones que quieran para deslindarse de las razones del gasolinazo. No les creemos. Videgaray Caso argumenta que la propulsión en el precio de la gasolina no está bajo su control, que la generó el valor del barril de petróleo en los mercados internacionales. Responsabilizan a la situación económica internacional y a los altibajos en la devaluación del peso frente al dólar estadounidense. Puede ser. Lo que cita como justificaciones el Secretario de Hacienda tiene lógica macroeconómica, no hay duda. Lo que es imperdonable es que por razones político-electorales nos hayan mentido de manera tan burda. No perdamos del radar el que Peña Nieto hizo la promesa de que no volvería a haber aumentos en el costo de la gasolina ni en el de la electricidad antes de las elecciones de junio, mismas que perdió de manera estrepitosa el PRI, su partido.

Videgaray Caso, a quien firmas financieras y empresas multilaterales le reconocen una astucia digna de premios, dudo que no haya previsto antes de implementar la reforma energética el escenario con el que busca librarse de culpas por el gasolinazo.

Si Hacienda no tenía un plan de contingencia respecto al costo de los combustibles en el país, creo que entonces los empresarios y mecenas de las finanzas que lo han premiado en Wall Street deberían reconsiderar su reconocimiento a Videgaray Caso.

Por lógica, y ante la debacle económica de México, el Secretario de Hacienda tendría que ser reprobado. Las cortinas de humo que él y Peña Nieto habían colocado sobre la realidad económica del país, se cayeron. En México, los niveles de pobreza siguen subiendo y con el nuevo gasolinazo la estadística en este rubro crecerá más, para mal, a menos que el Inegi haga otro chanchullo para ocultarlo.

Echándole la culpa a las tendencias globales, la presidencia de Peña Nieto no se salva. El deterioro de la economía del país que Videgaray Caso ocultaba bajo la alfombra de su amplia oficina en la Secretaría de Hacienda, se salió de su control.

La mentira de que no habría más gasolinazos por las bendiciones de la reforma energética se desmoronó. Es un clavo más en el ataúd de las aspiraciones presidenciales del jefe hacendario.

Videgaray Caso sí quiere ser presidente, aunque lo niegue.

El aumento en el costo de los combustibles lo habían previsto antes de promulgar la reforma energética. La salida de Pemex de Emilio Lozoya Austin tiene mucho que ver con ello. El exdirector de Pemex tenía una disputa frontal con Videgaray Caso. El encargado de las finanzas del país puso por encima del futuro económico de los mexicanos sus intereses políticos. Lozoya Austin se lo reclamó, se cansó y renunció. No, a Lozoya Austin no lo corrieron de Pemex, él renunció porque sabía que el hilo iba a reventarse por lo más delgado, y si esto no es así, que me desmientan.

En presidencia y en Hacienda se fraguaron planes de contingencia por los efectos negativos de la reforma energética. Pero la ambición de poder de unos cuantos se puso por encima del interés de millones, del nuestro, el de los ciudadanos de a pie.

 

 

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