El espacio público: la información y sus vacíos

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Edurne Uriarte Santillán

Rompeviento TV

22 de junio de 2022

para las quinceañeras

 

Se dice que en política no hay vacíos, pero la información desmiente el dicho. Lo dicen los políticos y es tarea del periodismo investigarlo. Es también tarea de la audiencia afinar nuestros sentidos para identificar esos vacíos. ¿Quién los construye o porqué? ¿Se generan de manera espontánea o son producto de intenciones racionales y pragmáticas, incluso éticas? A veces tenemos respuestas, pero en muchas ocasiones solo posibles causas. Las dudas señaladas parten de la entrega anterior en que nos preguntamos qué es la información y cómo son los vacíos en el espacio público. Vamos a echar luz sobre algunas ideas.

En las decisiones del presidente hay eventos que tienen mayor explicación —mencionábamos el intento de detención de Ovidio Guzmán, en 2019— frente a otras acciones que dejan vacíos informativos que de algún modo se llenan, ya sea por los medios de comunicación o por la ciudadanía. En la misma problemática del narcotráfico, en una breve conversación de Twitter a propósito del artículo de Anabel Hernández “El «narcopacto electoral» entre los hijos y hermanos de «El Chapo» con MORENA”, una amiga me señalaba que este tipo de noticias lograban existir porque el gobierno no ha planteado una estrategia sobre el narcotráfico y eso produce vacíos.

Ambas reflexiones me llevaron a lo siguiente. Por un lado, a pensar en los medios en el espacio público y las estructuras de poder que dejan en evidencia. Podemos afirmar que la información y sus comunicadores ponen luz sobre las redes empresariales y políticas; así, la información y sus vacíos están íntimamente relacionados con quien los produce. Por otro lado, el tema de la seguridad nacional y el narcotráfico, en que encontramos eventos tan breves como el controvertido saludo del presidente a la mamá de «El Chapo» hasta la estrategia de seguridad, que define el rumbo nacional.

En el tema de los medios, empezaré por recordar que estamos ante un contexto comunicativo de gran novedad. Entre la principal fuente de información —La Mañanera, que es la voz oficial—, los medios corporativos —que se quedaron sin el flujo económico y las relaciones con el poder—, y la nueva posición de medios no tradicionales —que en general no reciben presupuesto público y que trabajan mucho a nivel de campo con las comunidades urbanas, rurales e indígenas— hay una reconfiguración de las formas de comunicar la vida pública con al menos tres objetivos, respectivamente: el primero, cortarle el paso a las noticias falsas e informar a la ciudadanía sin intermediaros; el segundo, una abierta línea en contra del gobierno bajo banderas como ser críticos y autónomos frente al poder; el tercero, tomar las riendas de la información para ejercer proyectos de periodismo con mayor libertad y abrirle camino a sus líneas editoriales.

Por otro lado, los temas de seguridad nacional, y de narcotráfico en específico, son abrumadoramente amplios. Sin embargo, al traducirse a noticias, todas apuntan a las motivaciones y los intereses, públicos y privados, de quienes comunican. Basta una mirada a distintos portales de medios o una consulta rápida sobre seguridad nacional para saber lo que nos vamos a encontrar: «AMLO debe cambiar la estrategia de seguridad y dejar de proteger al crimen organizado» (Latinus); «Gobierno de AMLO supera los 120,000 homicidios del sexenio de Calderón» (Expansión); “«Fallida y fracasada»: la ácida crítica de Jesús Zambrano contra la estrategia de seguridad de AMLO” (Infobae). Por supuesto, la nueva de Anabel Hernández en DW: “«No soy Felipe Calderón», dice AMLO. Pero cómo se parece».

Las noticias mencionadas evidencian huecos informativos en distintos niveles sobre la seguridad de nuestro país, sin contar aquellas historias que ni siquiera llegan a salir a la luz pública. ¿Qué está ocurriendo con la estrategia de seguridad y su comunicación que parece un queso gruyere? Es un patrón que produce tripofobia ¿no creen?

 

Vacíos informativos ante lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no termina de nacer

La Estrategia Nacional de Seguridad Pública es un documento accesible y no muy grande. En 81 páginas, ocho objetivos y nueve estrategias específicas se busca una política integral para, cito: «atacar el origen estructural de la delincuencia, el crimen organizado, la violencia y en general todos los aspectos que puedan poner en riesgo la seguridad pública». Parece escrito para que cualquiera de nosotros pueda acceder al documento —como en las mañaneras, con el objetivo de informarse sin intermediarios—. El contenido coincide con lo que señala el presidente: que es una estrategia para la paz, no la guerra; que se busca priorizar los derechos humanos y atender las causas de la violencia, en busca de justicia.

Al ser un texto enfocado en la violencia como un problema que se debe atacar de manera integral, tiene la intención de salirse del discurso y los objetivos de sexenios previos, orientados a la guerra contra el narco y el crimen organizado. De esta manera, términos como «delincuencia organizada» aparece mencionado once veces, y «narcotráfico» tiene apenas quince menciones en el documento: cinco veces en el diagnóstico, ocho veces en los objetivos y dos en las estrategias específicas. Y por si hace falta la aclaración, el documento no dice en ningún momento «abrazos, no balazos»; ni como estrategia ni como objetivo.

Tras consultar la Estrategia llegué a, al menos, dos conclusiones para este texto: una, que la documentación detrás de las acciones es congruente con lo que se nos informa y, en ese sentido, los indicadores que el gobierno federal presenta mensualmente son consistentes con su política. Digamos que, posiblemente, para el gobierno no hay vacíos evidentes en la comunicación de la seguridad. Sin embargo, es común escuchar que los datos presentados no corresponden con la experiencia de las personas. Incluso, hay noticias contrastantes, como el incremento de la violencia en Chiapas. Es decir, el mensaje que puede ser claro para el gobierno no lo es para la ciudadanía.

Dos, que los medios corporativos no toman los nuevos argumentos de la estrategia de seguridad y, en lo general, los contenidos siguen enfocados en la vieja lógica de combate al crimen organizado. Hay una batalla mediática y tienen la experiencia a su favor. Por eso es fácil introducir la idea de que la «militarización» se parece a la de Felipe Calderón, aunque la evidencia ponga una distancia abismal entre ellos. El tiempo no le va a dar al presidente para llenar esos vacíos; el discurso seguirá sosteniéndose y los funcionarios bien podrían abrirse a otros espacios de comunicación que les permitan, por un lado, identificar los vacíos que quizá no están percibiendo y, a la vez, resolverle a la ciudadanía aquellos que reconocen.

Para cerrar estas ideas, digamos, en primer lugar, que el término «información» responde a dos resultados visibles: uno, como sustantivo, «cosa» con contenido: una noticia escrita o audiovisual, un mensaje, un testimonio. Otro, una acción llevada a cabo por un agente, ya sea una persona (periodista, líder de opinión) o una organización (medio de comunicación), que dará cuenta de ciertos conocimientos como las noticias.

Segundo, que tanto los contenidos como las personas de la información existen en contextos políticos, sociales, económicos y culturales. En ellos se tejen redes con estructuras públicas y privadas. El ejemplo más representativo de nuestro tiempo es Claudio X. González y Mexicanos contra la corrupción y la impunidad, pero hay más. De modo que los vacíos de información no existen solitos allá afuera, son parte de intenciones sociales concretas. Esto último significa que los vacíos pueden ser identificados por las personas (como los que cada uno pueda reconocer), pero existen como producto de la comunicación misma; es decir que van más allá de nuestra percepción.

Lo anterior nos lleva a la tercera y última idea. Además de que se utilizan y se interpretan, la información y los vacíos son un fenómeno de grandes procesos como la comunicación o la forma en la que adquirimos conocimiento. Estas son grandes líneas de análisis de las ciencias sociales y con lo que hoy describimos apenas tenemos para empezar. De esta manera, y aunque no lo desarrollaremos aquí, aventuraré lo siguiente: que los vacíos son una expresión, como el silencio o la ausencia; esto es, que son cualidades de la comunicación y del conocimiento; si bien no nos dan certidumbre sobre su contenido, sí nos hablan de nuestra realidad y cómo la estamos definiendo. En otras palabras, que los vacíos no son resultado de la información misma sino de grandes estructuras de comunicación, de interacción y de conocimiento en la sociedad.

Cerraré con una anécdota para ilustrar lo dicho antes. En 1971, durante la novena misión del programa Apolo, llamada Apolo 15, el astronauta David Scott puso a prueba la teoría de Galileo en la luna: que en un espacio vacío (sin aire) todos los cuerpos caen a la misma aceleración, independientemente de su composición o masa. Los astronautas hicieron el experimento con un martillo y una pluma de halcón. Esta pequeña comprobación lunar nos sirve para mostrar que las cualidades que permiten que los objetos caigan al mismo tiempo no dependen del objeto mismo sino de las características del espacio que los rodea. Galileo, como buen católico, quería ir al cielo, pero, además, como una persona con gran capacidad de observación para la ciencia, quería saber también cómo funcionaba ese cielo. Un poco en el mismo sentido de curiosidad, nosotros seguiremos explorando nuestro espacio social, en el que queremos estar y saber cómo se construyen «objetos» como la información y sus vacíos.

Aquí se cierra un ciclo de reflexiones. Hacemos una pausa porque se acercan días de verano. Por ese motivo, las siguientes entregas serán textos sueltos sobre algunos temas que se salen de la política y la opinión pública. Les dejo el video de la NASA, así como una canción. Es un poco obvia, pero no importa. Space Oddity, de David Bowie porque somos humanos de nuestro espacio.

Video de la NASA: https://www.youtube.com/watch?v=BNEI9wop1KM

Starman: https://www.youtube.com/watch?v=sI66hcu9fIs

 

Referencias:

  1. Peter Berge y Thomas Luckman (1999) La construcción social de la realidad, Buenos Aires, Amorrortu.
  2. William Bynum (2014). “Torres inclinadas y telescopios”, en Una pequeña historia de la ciencia, Barcelona, Galaxia Gutemberg, p. 85-92.
  3. DECRETO por el que se aprueba la Estrategia Nacional de Seguridad Pública del Gobierno de la República. Documento en línea:

https://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5560463&fecha=16/05/2019#gsc.tab=0

  1. APOLLO 15 MULTIMEDIA. Videolibrería del Apolo 15 (busquen por palabra clave “Galileo” y encontrarán el mismo video que aparece en Youtube):

https://www.hq.nasa.gov/alsj/a15/video15.html#eva1prep

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