El “cuento” de la democracia

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Esthela Treviño

Rompeviento TV, 6 de abril de 2023

 

Me escribe Nora Brie lo que «Un cuento» le removió

 

No, no es un acto democrático ni llamar al voto masivo ni el voto masivo mismo cuando “masivo” contiene dos aspectos: que la votación sea masiva, excelente, pero en favor de una opción: en favor de un partido político que se dice de izquierda, el partido de la autodenominada «Cuarta Transformación» o 4T.

En Sonora, allá por el 2019, el presidente López Obrador dijo que la «transformación» de la Cuarta Transformación consistía en acabar con la corrupción.

También dijo en octubre de ese año que «los paisanos migrantes que se fueron a Estados Unidos, son como héroes vivientes porque se fueron arriesgándolo todo, a buscar algo que mitigara su hambre, su pobreza. Y ahora, miren lo que son las cosas, están enviando a sus familiares 35 mil millones de dólares, nuestros paisanos, esas remesas son la principal fuente de ingresos que tiene nuestro país, eso ayuda mucho a la economía de México».

Ahora los migrantes de otros países, aquellos que México se vio forzado, porque aceptó las condiciones impuestas por el Tío Sam, a albergar como “tercer país”, y aquellos quienes arriban por la frontera sur y a quienes se les impide el paso para llegar a la promesa de las barras y las estrellas, son maltratados, masacrados, sus derechos humanos violentados en este México de migrantes forzados.

El propio presidente ha actuado con una indolencia y falta de empatía muy lastimosas, claramente reflejadas en la matanza de 40 migrantes en Cd. Juárez este 27 de marzo. “En lugar de buscar resolver la situación, nos llama opositores”, fue la reacción de Cony Gutiérrez cuando el presidente la acusa: «Que se me hace que te mandó Maru mi amor». Una acusasión-condena donde se muestra 1) combativo al inculpar, (golpear, dirían ahora), gratuitamente, a la gobernadora de Chihuahua, para 2) descalificar así a la activista Cony Gutiérrez, y 3) además tratarla de manera condescendiente e irrespetuosa «mi amor».

Un presidente absolutamente incapaz de recibir un cuestionamiento, una pregunta, una crítica porque arremete sobajando y descalificando ipso facto a quien llama «conservador, corrupto», lo sea o no, como el caso de ciertos medios de comunicación.

Nadie de los altísimos jerarcas de su partido Morena manifestó públicamente su pesar, indignación, estupor, por esa matanza; de manera notoria, ni la jefa de gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, ni el presidente del partido MORENA Mario Delgado, ni el Srio. de Gobernación, fuera de una protocolaria y mal expresada «condolencia»; ese secretario, Adán Augusto López, directamente responsable, que lo primero que hizo fue desembarazarse del “problema”, culpar a otro(s) y decir que sería el próximo presidente. Ni el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard corresponsable con el propio presidente de esa política migratoria. Nadie fue a Cd. Juárez a condolerse con los migrantes, ni los familiares de los asesinados.

El viaje del presidente había sido ya organizado desde antes que se dieran los hechos que relato.

Esto para mí representa Morena, ahora. Un humanismo inexistente: donde lo humano, lo más humano pasa a segundo plano en mor de las aspiraciones políticas. ¿Y así piden el voto masivo? ¿Para esto piden el voto masivo? Realmente ¿la compra de Iberdrola supera con creces la muerte por asesinato de 40 migrantes? Mantener “contento” al Ejército supera el darle justicia a los padres/madres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa?

Estoy como Nora Brie, me siento «atrapada y sin salida». Y nos condenan a quienes consideramos una cuestión de principio no votar por ninguno de los precandidatos favoritos del presidente, ni mucho menos por la transparente derecha. No que ciertos elegidos de Morena no sean más de derecha que de izquierda. Pero esa es otra historia.

Te doy, estimada Nora Brie la palabra y te agradezco tus reflexiones que he leído repetidamente y sobre las que he pensado mucho. Quiero compartirlas porque son, a todas luces, importantes, es una experiencia, la que nos narras, que se hace imperiosa conocer.

 

Misiva a Esthela (Potemkin) sobre su artículo “Un cuento”

Sábado 1 de abril de 2023

Nora Brie

 

Mi queridísima Esthela, buenas tardes de sabadito vacacional. Acabo de leer tu artículo "Un cuento" que, confieso, me cimbró. Es una sacudida que invita a pensar más allá, con más agudeza de la que el blanco o negro nos impone. El llamado al voto masivo, o el voto masivo mismo, no es un acto de democracia, es una trinchera. Allí nos arrejuntamos leales y traidores, honestos y oportunistas, en un intento por sostener un castillo de naipes o de arena, ese que nos entrega la cuarta transformación. Como barca agujereada, achicamos el agua que nos inunda para dejar entrar más agua y, mientras llegamos a una orilla o encallamos y nos asimos a la roca salvadora, lograr sobrevivir antes del hundimiento. Se oye pesimista. Lo es. Con preocupación lo afirmo y con desazón lo siento. Me vino a la mente mis jóvenes años en 1973, cuando fue la elección que llevó a Cámpora al poder en Argentina (bueno, no al poder, al gobierno). No pude votar porque aún no cumplía 18 y no estaba en el padrón. Era la ilusión, la llegada de un gobierno popular. Ya estaba Allende en Chile y a esa ilusión se sumaba la caída de una dictadura: la de Lanusse que, por cierto, ha tenido menos prensa que la de Videla (recordemos que durante el siglo XX Argentina ha tenido cinco dictaduras militares y una civil). Estábamos eufóricos con el triunfo. El flamante presidente duró en el cargo 49 días, renunció para convocar a nuevas elecciones ese año y dar paso al líder histórico del movimiento Juan Domingo Perón. Los jóvenes, la izquierda, clamaban por la fórmula Perón- Cámpora. El ala conservadora (nacionalsocialista) del movimiento impuso Perón-Perón. El líder y su mujer, con más del 60% de los votos. E inició la debacle. A mediados de 1974 el líder muere y el gobierno se le queda a ella, rodeada de fachos. El país se sumió en una aparente guerra interna, se provocó la desestabilización, emergieron los grupos paramilitares, se derramó sangre y sangre y sangre. En ese contexto ocurrió el golpe de Videla en 1976. Y siguió el horror institucionalizado. ¿Por qué me acuerdo de esto? Por lo mismo, por el voto masivo. Porque había que cerrar filas para que la derecha no regrese, para que los militares no vuelvan al poder. "Se van, se van, y nunca volverán" gritábamos en 1973. Y volvieron más violentos que nunca. Haciendo este paralelismo, regreso a tu artículo preguntándome: ¿nos queda de otra que cerrar filas? ¿Qué alternativas tenemos al voto masivo si Morena no ha permitido que emerjan nuevos liderazgos a su interior, si como ciudadanos no hemos podido construirlos en paralelo, si los convenencieros y arribistas siguen haciendo acuerdos, si las demás opciones son más impresentables que las que ofrece el partido en el gobierno? Si, con estupor, vemos la nula autocrítica, la manipulación, la reedición de las prácticas políticas que muchos/as apostamos por anular, por cambiar. Si en esa trinchera donde nos arrejuntamos leales y traidores, honestos y oportunistas no tenemos nosotros/as las de ganar. Lo único posible es que logremos mantener una estrecha rendija donde podamos incidir en algo, como ahora la ley minera (todavía falta que sea realidad y luego pelear y pelear porque se aplique). En esa alegoría que haces del cuento (ya de por sí alegórico) con la realidad que nos circunda me quedo con preguntas: ¿cerramos filas en esas trincheras contaminadas? Seguro nos enlodaremos. ¿Nos apartamos del camino (anulamos voto) y observamos qué sucede? En este caso se nos podría acusar de o podríamos sentirnos cómplices del triunfo de una derecha indeseable. ¿Nos queda elegir entre el terror y lo menos peor? ¿Quiénes rodearán el siguiente gobierno de la transformación, en caso de triunfar? Y hacer un balance: ¿estamos mejor ahora que en los gobiernos de la derecha (incluido Peña Nieto)? ¿Quiénes sí y quiénes no? ¿En qué aspectos sí y en qué aspectos no? ¿Por qué sí o por qué no? Confieso que tengo un dilema ético entre lo que veo, siento, me indigna de este gobierno y el panorama posible del regreso de aquellos. Me veo metida en un callejón sin salida. Como cuando un asaltante le dice a su víctima "la bolsa o la vida". En una encrucijada. Solo deseo que todas las aves vuelen y que ninguna sea mensajera de muerte.

Te abrazo fuerte, querida Potemkin, gracias por este artículo, ya nos hace falta una buena charla.

 

 

 

 

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