De dilemas y paradojas ¿Chatarra o empleos?

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Esthela Treviño  @etpotemkin

Rompeviento TV, 14 de marzo de 2023

Mucho le debo a Alejandro Saldaña Rosas, de dilemas y paradojas

 

 

Hoy trata este escrito sobre esas preguntas que llevan suposiciones y argumentos ingenuos, que no descabellados, y sobre respuestas que se dan de un plumazo, eso sí en tono categórico, y que a veces parecen contundentes. Preguntas que se responden hasta con fastidio sin advertir que quizás se encierra un dilema escabroso. Respuestas que parecen darse de cajón a preguntas “impensadas” que, en toda nuestra ingenuidad, pero bienintencionada motivación, nos hacemos.

En esta ocasión invito a la curiosidad, a la duda, a echarle una pensada más allá de lo que nos parece obvio. Asimismo, soy toda oídos para curiosear, dudar y echarle una pensada a lo que no he visto más allá de lo que haya podido ver. Sobre todo ¿cómo encontrar el justo medio? This is the question.

El dilema del empleo

Crear empleos supera, por mucho, cualquier condición desfavorable que tales empleos pudieran ocasionar, como contribuir con algunas causas de enfermedad y de muerte; como perpetuar y acentuar las desigualdades sociales y económicas; como sacrificar el ya maltrecho medio ambiente y sus recursos que sostienen la vida.

Parecería que crear empleos y evitar pérdida de los mismos es asunto más prioritario que, por mencionar alguna cosa, la salud, la igualdad y el medio ambiente. Quizás porque el desempleo es más notorio, más tangible, un indicador de fortaleza o de descomposición económica. Me explico ejemplificando con la industria de alimentos.

Industria “alimentaria” en modalidad comida chatarra

La primera reacción ante la tan ingenua propuesta de por qué no eliminar la comida chatarra, que en el nombre lleva el pecado y en el pecado la penitencia:

—«Naambre, estás loca, ¿sabes cuántos empleos se perderían? ¿cuántos, a cuánta gente afectaría?»

—¿A más de las que la diabetes, entre otros males, afectan y afectarán? ¿a más de las que sufren obesidad y afecciones coronarias?

A la “comida” entre comillas, basura sin comillas, a la que se le tienen que poner 3, 4 o 5 sellos para advertirnos que tienen exceso de sodio, exceso de azúcares, exceso de grasas saturadas, exceso de calorías, grasas o ingredientes trans —lo único trans que hay que desterrar—sin decirnos qué nos pueden provocar cada uno de esos excesos, ¿le seguimos llamando «comida»?

—¿Si nos damos cuenta de que «comida chatarra» es una contradictio in terminis, ‘contradicción en los términos’, o un oxímoron si se quiere?

«Nada con exceso, todo con medida», parece ser el consejo implícito para el “remedio”. El problema es que tampoco queda claro cómo se mide el exceso: ¿media bolsa de papitas, un cuarto de paquete de cacahuates japoneses, medio refresco, una concha en vez de dos? ¿en una misma sentada, en un mismo día, en una semana?

Les dejo en las dos siguientes tablas, para su entretenimiento, para que computen según las fórmulas, los excesos que ingieren y/o para que midan hasta dónde se debe ingerir para evitar excesos, según la NOM mexicana que se especifica:

Misma fuente:

*Polioles son endulzantes

Interesante, a propósito, que no haya sellos que nos adviertan: Este producto carece de vitaminas, o de minerales como el hierro, magnesio, calcio, zinc, etc.

—¿Es posible deschatarrizar algunos productos?

Si lo que hace chatarra a unas papitas fritas es el único sello de «exceso de sal», se antoja la ingenuidad de obligar a los fabricantes a bajarle a la sal. Por cierto, la IDR de sal (ingesta diaria recomendada) en México para población de 15 años de edad en adelante es de 1.6gr.

¿Qué hace chatarra a un alimento? Primero, los ingredientes. Tengo a la mano una bolsa (diríamos bolsita) de 180gr de cacahuates tipo japonés «limón», y una bolsita de 180 gr de unas botanas de maíz nixtamalizado, distintas empresas fabricantes, ambas con los mismos dos sellos: «exceso sodio» y «exceso calorías».

Si usted se come la “bolsita” de esas botanas de maíz, ingeriría poco más de 1000 calorías, como 65g de grasas totales; saturadas 10g, aprox. 510mg de grasas trans; poco más de 100g de carbohidratos (término “correcto” en español, hidratos de carbono); 1g de sal y, aparentemente, 0 gr de azúcares, naturales o añadidos. Pero, el dichoso producto contiene un «sazonador» con los siguientes ingredientes, sin proporciones o cantidades especificadas:

  • sal yodada, supongamos que es el gramo;
  • maltodextrina: un polvo almidonoso altamente procesado obtenido principalmente de maíz transgénico; es un carbohidrato —azúcar— con un alto índice glicémico; se usa como espesante y de relleno para aumentar volumen; tiene 4 calorías por gramo, igual que los carbohidratos; el conocido jarabe de maíz es una bomba de maltodextrina;
  • dióxido de silicio (sílice que se obtiene de la arena y el cuarzo; es un “antiapelmazante”); en Europa está ahora en entredicho porque contiene nanopartículas;
  • «saborizantes idénticos al natural»; 😳
  • ácido cítrico: se obtiene de un moho negro que cuando se alimenta de azúcar crea ácido cítrico; es un conservador y saborizante; la industria que más lo utiliza —el 70% del fabricado— es la “alimentaria” y de bebidas; le sigue, con 20%, la industria farmacéutica y de suplementos alimenticios (p.ej., el citrato de magnesio) y, finalmente, con un 10%, la industria de productos de limpieza;
  • goma arábiga; es un producto fibroso obtenido de la savia del árbol de acacia y parece tener efectos nutricionales benéficos; no se le conocen efectos de salud adversos, aunque puede causar inflamación en el colon;
  • triglicéridos de cadena media; grasa como la que se obtiene del coco, y de la palma; son ácidos grasos benéficos, se absorben rápido y no acumulan tejido adiposo, usted tiene que moverse un poco, claro; aunque está a debate qué tan conveniente es ahora usarlos en tantos productos;
  • tocoferoles; es una forma de vitamina-E; se halla en aceites de germen de trigo, de girasol, de cártamo, de palma, etc. y en semillas (ej. de girasol), nueces y algunas verduras, pero se obtiene mayormente de frijol de soya, casi toda transgénica; no se especifica ni el tipo, ni si es natural o sintético.

La bolsita de cacahuates lo hace ingerir 873 calorías, 28g de grasas totales, 39g de carbohidratos, 21g de azúcares y 395 mg de sodio. Ingredientes:

  • cacahuate;
  • harina de trigo;
  • azúcares añadidos: glucosa, jarabe de maíz de alta fructosa;
  • salsa de soya: sal yodada, proteína vegetal hidrolizada, maltodextrina (¡azúcar!), glutamato monosódico (sigue en veremos si es dañino o no), amarillo 5 (sintético), ácido cítrico, goma arábiga;
  • almidón modificado (es un carbohidrato, ¡más azúcar!)
  • BHA (butilhidroxianisol) y BHT (butilhidroxitolueno) antioxidantes sintéticos.

Para rematar, se bebe un refresco de cola de 500ml que contiene:

  • 210 calorías
  • 65 g azúcar
  • 11 mg de sal
  • 57mg de cafeína

Así que, si usted se gratifica y deleita con esas dos bolsitas y el refresco el mismo día, o en la misma sentada viendo su deporte favorito, habrá ingerido:

  • 2083 calorías, digamos que como, según el IMSS, 500 más de las recomendadas si es mujer, de cierta edad, cierto peso y estatura y cuya actividad física es ligera, digamos, se ejercita de 1 a 3 veces por semana.
  • 93g de grasas, y no de las buenas;
  • 406 g de sal (le quedan poco menos de 200mg disponibles para llegar a la IDR).
  • 204g de carbohidratos (recuerde que se vuelven azúcar), y
  • 86 gr de azúcares declarados, porque si en algo nos mienten las compañías es en la cantidad real y tipo de azúcares incluidos como aditivos.

Entre paréntesis, todo lo que se especifique como «aditivo» según la norma NOM-051-SCFI/SSA1-2010 es «cualquier sustancia sin propiedades nutritivas».

He aquí otro entretenimiento para calcular las calorías que necesitaría, según el IMSS, dejo la liga:

https://www.imss.gob.mx/salud-en-linea/apps-sano/calculadora-calorias#tmb

La chatarrización, sin embargo, es más compleja. No solo se trata de los ingredientes utilizados sino de los procesos o ultraprocesos que se realizan en la elaboración de tales productos. Los pocos nutrientes de minerales que puedan tener quedan prácticamente destruidos con los métodos de producción.

Los empaques directos de los productos, las bolsas y botellas de plástico, la producción misma, como la de los refrescos, no son amigables con el medio ambiente. Nada de esos productos es amigable ni con los humanos ni con el medio ambiente.

Desde luego, usted estará contribuyendo para darle empleo a un montonal de gente que participa en la producción, comercialización (mercadotecnia, publicidad, empaques, etc.), distribución (transporte, y hasta levantar las tiendas de la doble «X»), venta, manufactura de ingredientes y otros bienes y servicios de la industria chatarrera.

Incluso, sin saberlo, usted contribuye al crecimiento y empleos de la industria farmacéutica y de salud (incluyendo hospitales, clínicas, etc.): va a necesitar medicamentos para la hipertensión, diabetes, colesterol malo, hígado graso y para todo aquello que se derive de una alimentación chatarrizada, más lo que se les ocurra a los profesionales de la salud.

Y, mirando hacia otras cosas, mientras los empleados de las tienditas, de las tiendas de la doble-X, de los “gualmars”, “lacómer” y demás ganan una miseria, los dueños de esos establecimientos se hacen más ricos y se acentúan las diferencias socio-económicas.

Además, los obreros-trabajadores empleados por toda esa cadena que va desde las compañías chatarreras propiedad, por ejemplo, de PepsiCo, Nestlé, Coca-Cola —bien trasnacionales— hasta los dueños donde se distribuyen esos productos chatarra, esos obreros ganan bien poco al tiempo que las compañías inflan sus ganancias; las arcas del gobierno también crecen:

Periódico El Universal, 8/feb/2023: «Consumo de cigarros y chatarra no cede; recaudación aumentó».

El dilema: ¿la salud a cambio del empleo? ¿Y que las compañías refresqueras, las reinas de la chatarra, sigan gastándose el agua, en perjuicio del medio ambiente también, y metiéndole al cuerpo del pueblo cantidades tremendas de azúcar, colorantes, conservadores para contribuir al deterioro de su salud? O nos dejamos comprar con estos argumentos, según Expansión, octubre 12, del 2015:

«Es una industria [la refresquera] socialmente responsable, generadora de empleos, que contribuye al desarrollo y crecimiento del país, impacta el aspecto económico, social y medio ambiental, y además demanda insumos nacionales».

Y, efectivamente, así parece: la industria refresquera necesita alrededor de 1 millón de toneladas de azúcar, 900,000 toneladas de fructuosa, 450,000 toneladas de resina PET y 33,000 toneladas de aluminio.

La paradoja: necesitamos empleo, trabajo, aunque sea para enfermarnos, o nos morimos de todas formas.

La industria refresquera parece mantener más o menos constante el número de empleos, al menos, de entre 2015 a 2019: «alrededor de 135,000 empleos directos, y más de 1 millón de empleos indirectos en su cadena productiva».

Según Sergio Castañeda, en Alto Nivel (12/06/2019), el «valor de la producción de la industria refresquera» es de 283,312 millones de pesos y representa el 18% de la industria “alimentaria”. Genera 1.5 millones de empleos totales; «110,323 millones de pesos suma la recaudación por concepto de IEPS a bebidas saborizadas, de enero de 2014 a noviembre de 2018», de los cuales, el 62% lo aportan las clases más desfavorecidas.

  1. No podemos concluir que las clases altas no consumen refrescos embotellados; recordemos que más del 60% de la población es pobre, como hemos dicho y mostrado en otros escritos.

LitioMx, Tesla, minería, más lo que se acumule. ¿Alguien se anima a hacer un análisis X, vs. beneficio de inversión de empresas privadas en LitioMx, de la planta de Tesla, por mencionar dos recientísimos éxitos de inversión? Coloque el valor a X que quiera: a) costo humano y social, y económico, claro; b) medio ambiente: agua, extractivismo; c) (des)igualdades socioeconómicas, etc. ¿Quiénes se van a hacer realmente ricos? ¿El litio es de los mexicanos? ¿de cuáles, porque los mexicanos-mayoría, no vemos un peso de todo lo que se extrae en la minería, oro, plata, grafito, ¿o sí? ¡Ah! hasta ahora, ni de impuestos ¿o sí?

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