Cordura contra demagogia

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 J. Jesús Esquivel

Corresponsal de la revista Proceso en Washington

@JJesusEsquivel

Cordura contra demagogia

 

Washington – El inicio de las elecciones primarias en Estados Unidos para determinar a los candidatos que se disputarán la presidencia en noviembre de este año, es un acontecimiento interesante a nivel mundial y una prueba de cordura cívica.

En este proceso, que arranca el primer fin de semana de febrero, se enfrentará la responsabilidad electoral y política a la demagogia y el populismo banal.

En el Partido Republicano se definirá si el multimillonario Donald Trump, emblema de lo banal, se impone ante la cordura del tradicionalismo conservador que representan los otros candidatos, como el senador texano Ted Cruz.

Cuando faltan nueve meses para que se celebren las elecciones presidenciales, los electores comienzan a despertar de su letargo político para poner atención a los candidatos que aspiran a reemplazar a Barack Obama en la Casa Blanca.

Las encuestas de los medios de comunicación, tempraneras todavía para medir el pulso electoral, aderezan con sus resultados que favorecen a Trump el panorama político-electoral, que sin duda atrae la atención mundial por este personaje y su aparente incongruencia con lo que tradicionalmente representan los comicios presidenciales en Estados Unidos. El mundo quiere saber si los electores estadunidenses han perdido la cordura y consciencia social y por ello quieren como presidente a un demagogo y racista como Trump.

El hartazgo para con sus gobernantes y políticos y la decepcionante presidencia de Obama, pareciera que puede romper cualquier esquema y echar por la borda una tradición democrática, si no admirada a nivel internacional, por lo menos sí respetada.

Es obvio que Cruz, Marco Rubio, el joven senador por el estado de Florida, y el exgobernador de ese mismo estado, Jeb Bush, no han podido derrotar ese aparente atractivo electoral que tiene Trump.

Sin embargo, las encuestas que se han hecho hasta ahora en el preámbulo de las elecciones y caucus primarios no han recogido las preferencias de los electores que justo ahora comenzarán a poner atención a los candidatos.

La amenaza de Trump como candidato a la presidencia de los Estados Unidos por el Partido Republicano no preocupa tanto al Partido Demócrata como se pudiera pensar, sino a los mismos republicanos. La efervescencia de Trump entre los electores que marcan las encuestas evidencia que para esta elección presidencial el Partido Republicano carece de un buen candidato para recuperar la Casa Blanca.

Jeb Bush, pese a su estirpe política –hijo y hermano de ex presidentes- y a que cuenta con el respaldo del establishment republicano, no satisface a los electores del país. No es buen candidato a nivel nacional como se esperaba. Pero Cruz y Rubio tampoco lo son.

Trump me hace recordar al lenguaraz de Vicente Fox, que como candidato presidencial llenaba ese hueco de hartazgo que había en el año 2000 entre los electores mexicanos, y quien ante la incompetencia de sus contrincantes se impuso y ganó la presidencia de México.

El riesgo para el Partido Republicano no es contar con un abanderado presidencial que, como Fox en México, resulte ser un político sin cerebro incapaz de gobernar a un país sediento de un cambio en el rumbo político y económico. El Partido Republicano a lo que le tiene miedo, de ganar Trump la nominación, es a perder ante el Partido Demócrata.

Hillary Clinton y Bernie Sanders, los dos candidatos más fuertes que se disputan la nominación demócrata, rezan para que los republicanos se suiciden nominando a Trump como su candidato.

La historia electoral de los Estados Unidos demuestra que sus electores eligen siempre a su presidente pensando en los intereses de su bolsillo, sin llegar al desquicio y optar por un demagogo.

A Clinton y a Sanders les preocupa que el nominado republicano sea un político profesional, como Bush, Cruz, Rubio, o hasta Chris Christie, el gobernador del estado de Nueva Jersey. Cualquiera de estos sería mayor competencia para los demócratas que Trump.

El ambiente electoral entre los demócratas indica que Clinton se encarrila para ser la nominada. La exprimera dama y exsecretaria de Estado está consciente de la guerra sucia que se le avecina. Ella sería blanco fácil para el Partido Republicano con un candidato que no sea Trump. Nadie, y me cuento, se imagina lo que sería la presidencia de Estados Unidos bajo el mando de un demagogo, racista e ignorante político como Trump.

Sigo pensando que la cordura electoral entre los republicanos se impondrá al final de las elecciones primarias. De no ser así, entonces podría darse un nuevo acontecimiento histórico en la Casa Blanca: que después de que a ésta llego el primer presidente de raza negra, su remplazo sea una mujer, la primera que asumiría el poder ejecutivo en la Unión Americana, y no un loco.

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