“El rencor nos ahoga; el perdón nos oxigena”.
Krishnamurti
El resentimiento o rencor es la continuación de un sentimiento negativo. Si el enojo o la tristeza permanecen durante mucho tiempo, entonces estamos hablando de ello.
El resentimiento se forma de sucesos que ocurrieron en el pasado y que provocaron un daño que nos cuesta mucho trabajo olvidar y nos sigue generando dolor y enojo de manera constante. Cuando vivimos resentidos es porque algo dentro de nosotros no está resuelto, e invariablemente tiene un fuerte impacto en nuestro cuerpo, mente y emociones.
Es importante saber que en muchas ocasiones no reconocemos que estamos resentidos. A veces llevamos tanto tiempo con estos sentimientos que posiblemente ya los consideramos como algo normal. Para poder reconocerlos, es necesario prestar atención a cómo reaccionamos ante ciertas personas o situaciones.
Las actitudes que mostramos cuando estamos resentidos no solamente inciden en las personas hacia quienes albergamos esos sentimientos; tienen, sobre todo, un fuerte impacto en nosotros mismos. La forma en la que nos comportamos hacia afuera es un indicador de lo que guardamos en nuestro interior.
Sin darnos cuenta, al vivir resentidos nos atamos y victimizamos. Ser víctimas nos quita la capacidad de actuar, y entonces dejamos de ser libres convirtiéndonos en esclavos. Y es importante resaltar que esa esclavitud la mantenemos nosotros al permanecer enganchados hacia quien o quienes consideramos nuestros agresores.
Para poder dejar atrás el resentimiento, lo primero es reconocerlo y admitir que deseamos liberarnos de él, perdonarnos y perdonar, lo cual no es sencillo y lleva su tiempo. Es vital darnos cuenta de que lo que ocurrió está en el pasado, que ya no puede cambiarse y que, sin embargo, podemos dejarlo atrás. Al permanecer adheridos a él, lo único que conseguimos es hacernos daño una y otra vez con toda la carga que eso conlleva.
Y cuando hablo de perdonar, no me refiero solamente a perdonar a quien nos haya lastimado, sino también perdonarnos a nosotros mismos por el daño que nos hemos provocado quedándonos anclados a ese hecho.
Cuando sientas que estás en esta situación, que no la puedes manejar por tu cuenta, que se ha prolongado demasiado tiempo y afecta tu tranquilidad y tu salud, busca apoyo.
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