Renovar al México enfermo

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 Transformar un país que ha estado sometido durante décadas al saqueo y la injuria de un grupo social poderoso, autoritario y plenamente antidemocrático, convoca a la participación de toda la sociedad.

Renovar instituciones ineficaces, que fueron utilizadas como instrumento de control, opacidad y enriquecimiento de una cúpula, y sobre esas ruinas crear nuevas estructuras, sólidas, fuertes, que respondan a lógicas modernas y plurales en beneficio de la sociedad, requiere de un liderazgo político fuerte, sí, pero también una sociedad cohesionada y encaminada hacia ese objetivo.

No hay cambios sin sociedad. Pero tampoco hay sociedad sin cambios.

México, nuestra nación, vivió más de tres décadas de gobiernos mediocres, que montaron estructuras e instituciones que hoy, a la vista de su fracaso estrepitoso, son inservibles, porque estuvieron pensadas para mediar una realidad social perversa: aplastar a millones con la bota de unos cuántos.

Por eso, porque no funcionan, o porque funcionan mal para la nueva realidad que millones anhelamos, es que hay que cambiarlas. Modificarlas. Reconstruirlas.

Creer en el griterío reaccionario, en las voces del pasado que claman por mantener intocables las instituciones, por no modificar ninguna estructura, es como confiarle las llaves de nuestra casa a un viejo ladrón. A un bandido.

Mantener los usos y costumbres heredados del pasado, sólo provoca inmovilidad, marasmo: que las articulaciones sociales se entuman.

No. Hay que renovar. Todo lo que se pueda, todo lo que lo requiera. Renovar es necesario, es urgente y es preciso para la vitalidad de nuestra sociedad y su futuro inmediato.

Renovar las instituciones electorales, tanto el Instituto Nacional Electoral, como los institutos estatales, que sirvieron a un sistema vertical de pago de favores y fueron creados para ese objetivo.

Renovar la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, para que sirva como garante de una sociedad sedienta de justicia.

Renovar las instituciones políticas, el viejo y corrompido régimen de partidos tal como lo conocemos, que sólo permite que una casta parásita brinque de un cargo a otro, sin mediar beneficio social alguno.

Renovar las dinámicas de las cúpulas empresariales, algunas aún convencidas de que son las únicas que tienen derecho a gobernar; renovar a los sindicatos, las instituciones educativas, la convivencia social toda.

Renovar los parámetros de justicia, para que la impunidad desaparezca de una vez por todas; renovar a nuestros medios, para que no se escuche sólo una sola voz; renovar nuestra convivencia social, para que la justicia, el equilibrio sano y la equidad entre sectores se conviertan en regla definitiva, no en excepción.

Renovar este México enfermo, todavía aquejado por múltiples problemas, profundos problemas, graves problemas, siendo vigilantes rigurosos de cada cambio, de cada paso, para que entre el aire fresco por la ventana y se lleve el olor a viejo, a sucio, el aire podrido y comencemos a respirar todos un mejor futuro.

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