"Puma, hermana, esta es tu casa", así fue el partido histórico en CU

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El Estadio Olímpico fue escenario de un hecho histórico, Pumas femenil jugó por primera vez un partido de fútbol en el Universitario.

Ante 22 mil 896 aficionados, las Pumas saltaron a la cancha sede de Juegos Olímpicos (1968) y Copa del Mundo (1986) para medirse ante Cruz Azul en la jornada 10 del torneo Clausura 2020.

Pese a la mezquina organización de la Universidad para el evento (que provocó filas enormes que no dejaron de ingresar al Olímpico Universitario hasta pasada la primera media hora del encuentro), desde que la arbitra Priscila Eritzel Pérez Borja pitó el inicio del partido el ambiente por parte de los y las aficionadas fue en todo momento festivo y cargado de emotividad.

Días previos a esta evento inédito, algunas futbolistas expresaron a través de redes sociales su emoción de disputar un partido profesional en una de las canchas más importantes del país.

Diana Gómez, defensa lateral de Pumas de 25 años y jugadora de los equipos inferiores de pumitas desde los 6, compartió un tweet previo al encuentro con un par de fotos en el último entrenamiento del equipo en el Estadio Olímpico antes del partido: "19 años de esfuerzo y dedicación. Los sueños si se cumplen y ahora estamos aquí. El fútbol me lo ha dado todo".

La intensidad de las veintidós jugadoras en la cancha se impuso desde del inicio del partido, provocando imprecisiones en ambos bandos, entradas duras a balones divididos y un duelo trabado en la mitad de la cancha. Durante los primeros quince minutos de juego, las Pumas tuvieron al menos un par de ocasiones para abrir el marcador, pero la defensa celeste respondió favorablemente.

El tiempo siguió su marcha y las faltas en el medio campo –producto de la intensidad y no con la intención de hacerse daño– cortaban toda promesa de ataque; sin embargo y pese a la ausencia de goles, la afición nunca dejó de gritar en apoyo a sus equipos, especialmente la mayoría auriazul, que solía responder más fuerte cuando parcialidad celeste alentaba a su equipo.

Como en pocos encuentros del fútbol mexicano, en las tribunas era visible la presencia de mujeres, niñas y niños. A pesar de que en la cancha se enfrentaban equipos antagónicos y de gran tradición en la capital, ambas aficiones se unían en un grito cuando se trataba de exigir mejores salarios para las jugadoras profesionales de fútbol en México.

"¡Igualdad salarial al equipo femenil!", "¿Y dónde están, y dónde están...los directivos que van a pagar igual?" eran las consignas que nacían de la barra feminista que se hizo presente con playeras moradas y pañuelos verdes frente al pebetero y resonaba en distintas partes del Olímpico, tanto por hombres como mujeres asistentes.

Para el segundo tiempo, las Pumas se volcaron al frente y mantuvieron un asedio constante sobre la portería celeste. Dos mano a mano, un balón sacado en la línea y un disparo al travesaño estuvieron a punto de abrir el marcador para las locales, pero Karla Morales, portera de Cruz Azul, mantuvo el cero en su arco.

Después de añadir cuatro minutos de compensación en los que la afición felina se hizo presente más que nunca, Priscila Pérez pitó el final del encuentro. El marcador dejó un empate sin goles y repartió un punto para cada equipo que no sirve demasiado para ambas escuadras en sus aspiraciones de liguilla; sin embargo, el significado de los 90 minutos trascendió más allá del resultado deportivo.

Las Pumas se unieron en el centro del campo para agradecer a su afición como es tradición en los equipos deportivos de la universidad, pero esta vez, los goyas alternaban con gritos desde la tribuna de “Puma, hermana, esta es tu casa” cargados de emotividad, mientras una manta recorría la parte baja del estadio con la leyenda “las Pumas merecen el Estadio Olímpico” pese a los intentos del cuerpo de seguridad por invisibilizarla.

Las Pumas repitieron esta escena en cada extremo del campo, agradeciendo a su afición, que pese al calor y el resultado, acompañaba la alegría de este momento inédito. La cita de las Pumas y Cruz Azul femenil en el Olímpico Universitario fue el último partido con público en México, al menos hasta que disminuya el brote de coronavirus en el país.

La realización y organización de este partido fue apenas un paso en la deuda histórica que tiene el fútbol con las mujeres, al ser uno de los deportes con mayor desigualdad salarial y discriminación de género.

 

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