Federico Anaya Gallardo
Hace unas semanas, sugerí en este espacio que la política municipal en Morelos se organizaba alrededor de familias y clanes de dinastías locales –al modo de la ciudad medieval y renacentista de Verona, en Italia. (Liga 1.) El problema de las ciudades-Estado italianas es que nunca lograron consolidar una hegemonía nacional que superase su eterna discordia. Recordarás, lectora, que esta era la preocupación central de un florentino llamado Nicolás Maquiavelo, que describió la buena política en sus Discursos (1512-1515) y un manual para el político eficaz en su Príncipe (1513). Pero pese a las reflexiones prácticas de don Nicolás, y de varios intentos de unificación (Lorenzo el Magnífico de Médici ó César Borgia), al final no surgió nunca, en ninguna de las ciudades-Estado italianas, un proyecto ideológico que les permitiese crear una comunidad política mayor. Hubo que esperar casi cuatro siglos para que las ideas de Cavour y Garibaldi enamorasen a todos y surgiese una imaginación verdaderamente italiana… que perdura hasta hoy, aún cuando estén en pleito ambos proyectos –uno elitista y otro popular.
En Morelos, no parecería que el liderazgo de Graco Ramírez Garrido reúna las características que digo. Pese a ello, el poder del graquismo es patente y mucho más efectivo que el del actual gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo. En mi reflexión previa, terminé comentándote, lectora, que en el Morelos de hoy se habla de un “gobernador ausente” (Blanco Bravo) y de un “ex-gobernador presente” (Ramírez Garrido). Esto impone una pregunta. Si es tan difícil construir una narrativa ideológica que encienda mentes y corazones en Morelos, ¿de dónde le viene el poder a Graco?
Me parece que la explicación del éxito graquista pero también de sus límites reside en el carácter personal del ex-gobernador. Específicamente en el modo en que forjaba y sigue forjando sus alianzas concretas. En este punto es necesario hablar de la agencia de su pareja, Elena Cepeda de León (n.1954). Una buena manera de acercarse a ella es su perfil de Twitter (hoy X): “Ciudadana, esposa, madre y abuela con corazón y cabeza propia. Voluntaria comprometida, norteña de nacimiento. Ex Sec de Cultura CDMX ExPta. DIF Morelos” Elena hace una descripción exacta de sí misma. Es una mujer que ejerce sus derechos ciudadanos (lo primero) al tiempo que realiza los roles tradicionales asignados a las mujeres (lo segundo). La combinación está lejos de ser arcáica y mucho menos anodina ó aburrida. La esposa de Graco fue siempre la gran organizadora de redes que les beneficiaban como pareja. No es sólo “organizar reuniones y eventos”, es tejer alianzas y proyectos a través de encuentros, recepciones, celebraciones.
Un detalle más interesante: esa cuenta de Twitter/X que revisamos, @ElenaCepeda_, se abrió en Diciembre de 2012, justo al inicio de la Administración Ramírez Garrido en Cuernavaca. Elena subraya allí su propia carrera pública: la secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal (2006-2012, bajo la Jefatura de Gobierno de Ebrard) y su liderazgo en el DIF Morelos. Como secretaria de Cultura, Elena fue su propia jefa y desplegó todo su encanto para reforzar alianzas y reunir gente de influencia a su alrededor.
El análisis de la pareja Cepeda-Ramírez Garrido no tiene desperdicio.
Sabemos que Elena fue miembro del Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo (CEESTM) –un instituto académico fundado por Luis Echeverría Álvarez durante su Administración (1970-1974), pero que funcionó durante su prolongada expresidencia como un espacio serio de análisis progresista é internacionalista en el que se debatía los problemas latinoamericanos. También sabemos que luego de 1988 Elena fundó una asociación llamada Mujeres en Lucha por la Democracia (MLD), organización que Gabriela Cano identifica como heredera de las luchas feministas de los años 1970s, junto con la Coordinadora de Mujeres Benita Galeana –que recuperaba la lucha de esta última mujer, comunista y libertaria. (“Más de un siglo de feminismo en México”, en Debate Feminista, 1996: Liga 2.)
Un libro muy conocido en las luchas democráticas del finales del siglo pasado es el Análisis y balance de las elecciones San Luis Potosí 1991, publicado por el Frente Cívico Potosino, A.C. –la ONG insignia del movimiento navista en aquéllos años. En su introducción, Tomás Calvillo Unna (n.1955) comenta que “La campaña electoral [potosina] enseñó el absoluto control que tiene el partido de estado [PRI] sobre los medios de comunicación locales. El mensaje de la Coalción Democrática [encabezada por el Doctor Nava] fue continuamente distorsionado. Sin embargo, la sociedad civil potosina tuvo la capacidad de leer entre líneas y de encontrar sus propios medios de información. En esta batalla de la exposición pública de la verdad jugaron un papel primordial los académicos, intelectuales, escritores y periodistas del país. Ellas y ellos comprendieron el valor histórico de la lucha del Pueblo potosino…” (p.9). A ellos y a ellas invitó el navismo a reflexionar en los foros de los que el libro da cuenta. Entre los ponentes estaba Graco Ramírez –quien tomó la palabra después de Heberto Martínez en la Mesa 4 de los foros. Graco insistió en recuperar la resistencia civil y en que delegaciones de todo el país debían acompañar a los navistas a celebrar el 15 de Septiembre de 1991 en su plaza.
Luego de 1992, Graco fue parte del Movimiento Ciudadano por la Democracia (MCD) fundado por el Doctor Nava y Samuel Ruiz. El MCD era una asociación civil interesante, pues sus “asociados” eran en realidad otras asociaciones civiles, movimientos y algunas agrupaciones sin forma jurídica. Adoptaron la costumbre de los foros de 1991 y organizaron mesas de análisis en las que compartían las experiencias regionales. La logística de este tipo de reuniones era una tarea esencial y en varias ocasiones la experticia de Elena Cepeda demostró su importancia.
Por su parte, MLD publicó en 1994, bajo el sello de la Cámara de Diputados (LV Legislatura, 1991-1994) un cuadernillo titulado “¡Grítalo con el Voto!” elaborado, entre otras personas por Ana Lilia Cepeda, hermana de Elena. (Liga 3.) Cinco años más tarde, en 1999, MLD conseguiría registro como agrupación política nacional (APN) ante el IFE. Ana Lilia era la representante legal de MLD. (Liga 4.) Para 2015 –cuando Elena ya era la primera dama del gobernador morelense Ramírez Garrido– la APN-MLD fue investigada por la unidad de fiscalización del INE porque había omitido presentar su informe anual sobre origen y destino de recursos recibidos en 2014.
La hermana de Elena, Ana Lilia, se comprometió intensamente entre 2006 y 2012 en la restauración de la Casa Rivas Mercado en la ciudad de México y en la Fundación Conmemoraciones 2010 que editó muchos é interesantes volúmenes. La sinergia entre ambas hermanas era evidente y abierta. Ambas trabajaban en proyectos culturales de interés público, una como funcionaria y otra como activista cultural.
Parecería que describo un modo arcáico de hacer política, lectora, al enfatizar la importancia de la organización de eventos. No te equivocas. En nuestra memoria de más largo plazo se activan escenas como la del primer cónsul Napoleón recomendando –hacia 1802– a su madre recibir más seguido –es decir, establecer un Salón que sirviese a los Bonaparte como lucimiento social y cultural, caja de resonancia política, espacio para forjar alianzas, lugar para generar opinión pública.
Pero el modelo es aún más antiguo. La mejor metáfora de lo que Elena y Graco lograron para Morelos es la Florencia de mediados del siglo XV –la era de Lorenzo el Magnífico (1449-1492). La pareja es como la pareja Médici-Orsini, que crearon alrededor suyo círculos filosóficos (Finicio y Poliziano), artísticos (Botticelli) é intelectuales (Pico della Mirandola). Estos círculos y su obra eran admirados por el resto de las ciudades italianas y provocaron una fuerte corriente de emulación.
El problema de una narrativa política meramente intelectual es que no necesariamente impacta en todas las clases sociales. En el modelo original que te propongo, lectora, las cosas acabaron mal. Florencia terminó expulsando a los Médici al descubrir las muchas corruptelas que la familia había perpetrado. Las y los florentinos restauraron su gobierno comunero, primero bajo los radicales populares (Savonarola) y luego bajo los republicanos moderados (Soderini). Por otra parte, la metáfora de Graco como un Lorenzo morelense funciona hasta en la pretensión dinástica; pues Ramírez Garrido –igual que los Médici– impuso a su hijastro Rodrigo Gayosso Cepeda como candidato a gobernador por el sol azteca en 2018.
Por supuesto que Morelos del siglo XXI no es la Florencia del siglo XV… Aunque las y los electores morelenses hicieron con el hijastro de Graco lo mismo que los florentinos con Pedro de Médici: expulsarlo.
Pero expulsar al Médici no basta para construir algo nuevo. Florencia pasó de la tiranía de los dinastas al fulgor mesiánico de Savonarola y sólo después logró estabilizar un siempre frágil gobierno republicano. Es dentro de ese gobierno que Nicolás Maquiavelo descubrió que las ciudades-Estado italianas debían construir algo más allá de ellas mismas si deseaban sobrevivir en el mundo nuevo que se estaba formando en ese 1500.
La metáfora florentina es atractiva pero oscura. En 2023-2024 Morelos tampoco parece capaz de crear algo más allá de la política municipal-regional que trae a sus élites permanente confrontadas.
Ligas usadas en este texto:
Liga 1:
https://www.rompeviento.tv/monarquia-o-feudalismo-en-morelos/
Liga 2:
https://www.jstor.org/stable/42624383
Liga 3:
http://biblioteca.diputados.gob.mx/janium/bv/lv/grit_vot_luchden.pdf
Liga 4:
https://repositoriodocumental.ine.mx/xmlui/bitstream/handle/123456789/100311/AOP219090499R.pdf
