Los Planes de Defensa Nacional

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Federico Anaya Gallardo

 

Empecemos en el cardenismo. En noviembre de 1937 el Congreso de la Unión cambió la denominación de la antigua Secretaría de Guerra y Marina para que en adelante se le conociese como Secretaría de Defensa Nacional (SEDENA). (Liga 1.) Dos años más tarde, en diciembre de 1939, la Legislatura decidió separar de la SEDENA el Departamento de la Marina Nacional. Esto último se hizo a través de una nueva Ley de Secretarías y Departamentos de Estado (Liga 2).

 

El artículo 5 de esa Ley establecía que competía a la SEDENA: “XVII.- Movilización del país en casos de guerra” y “XVIII.- Planes para la defensa nacional”. Al departamento de Marina el artículo 15 de esa misma Ley le encomendaba “V.- El desarrollo de los planes y órdenes que sean formulados al efecto para la defensa del país o de sus instituciones y que se relacionen con la Armada Nacional”.

 

Notemos que, pese a la separación del departamento de la Marina, éste sólo desarrolla los planes formulados –cuya concepción y coordinación seguirían estando en SEDENA. ¿Por qué entonces separar a la Marina? Una posible respuesta es que a la Armada le correspondía todo lo referente a la marina mercante, puertos, astilleros, faros, rutas marítimas é incluso, “la explotación de la pesca en general”. Los marinos tenían en su jurisdicción una gran cantidad de tareas que rebasaban lo militar y entraban de lleno en actividades civiles. (Esta es una demostración más de que la militarización de muchas encomiendas sociales no es un fenómeno reciente.)

 

Detalle relevante, la Ley cardenista de 1939 que he citado fue sustituida por una nueva en diciembre de 1958, expedida en el primer mes del mandato del presidente López Mateos. (Liga 3.) La Ley lopezmateísta elevó el departamento de Marina al rango de Secretaría de Estado (SEMAR), dejando a cargo de la Armada todas las funciones civiles que mencioné y eliminando la obligación específica de desarrollar los planes de defensa nacional. Aunque la SEDENA mantuvo la atribución de formular esos planes y recibió incluso el poder de “dirigir y asesorar la defensa civil” (artículo 4 fracción VI, 1958). Supongo que la elevación de la Marina a rango ministerial hacía “impropia” una aparente subordinación de la nueva secretaría frente al general secretario. Pese a ello, la Armada seguía encargada de defender la soberanía mexicana en mar territorial y costas (artículo 5 fracción IV, 1958) –como si esta tarea no debiera al menos coordinarse con la SEDENA.

 

La Ley de 1958 fue sustituida al inicio de la Administración López Portillo, por la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal de 1976 –que sigue vigente. En ella tenemos dos secretarías militares (SEDENA y SEMAR) separadas y con el mismo inconsistente arreglo en materia de planes de defensa nacional de 1958. Pero la Armada ya no está a cargo de la marina mercante ni de puertos y rutas marítimas –asuntos que pasaron a la secretaría de Comunicaciones y Transportes. En otras palabras, la SEMAR se había convertido ya en un ministerio solamente militar. (Recientemente se ha regresado a esa secretaría la jurisdicción sobre marina mercante, pero esto no altera la naturaleza castrense de la dependencia.)

 

El más famoso de los planes de defensa nacional es el Plan DN-III –a través del cual la SEDENA despliega sus elementos para atender a la población en casos de desastre natural y emergencias como, por ejemplo, la sanitaria causada por la Covid-19. El concepto de emergencia se puede expandir a otros rubros. En su informe sobre el operativo fallido de Culiacán en octubre de 2019, el general secretario explicó que la escolta militar de los convoyes del programa de abastecimiento de combustible de PEMEX está considerado parte del Plan DN-III. (Liga 4, minutos 1:25:00-1:28:00.) Si la función de protección civil es el plan número 3, ¿de qué tratarían los números 1 y 2? Los planes de defensa nacional I y II se refieren a las dos funciones tradicionales de las fuerzas armadas: defensa exterior (sería el DN-I) y mantenimiento del orden interno (sería el DN-II).

 

Sobre la defensa exterior, el 14 de noviembre de 2018, en la página 15 del Plan Nacional de Paz y Seguridad, el entonces presidente electo López Obrador señaló lo que: “desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, y debido a su peculiar ubicación geográfica, México no enfrenta amenazas militares externas: un conflicto armado con Estados Unidos es difícilmente imaginable en el contexto actual y, de ocurrir, no podría dirimirse por medios militares convencionales, dada la evidente asimetría de recursos. La misma situación de la frontera Norte se presenta, a la inversa, con los países vecinos del Sur: no hay diferendo histórico ni causa circunstancial en el horizonte para que inicie una guerra con ellos. A diferencia de lo que ocurre en casi todas las naciones hermanas de Sudamérica, la nuestra no tiene disputas territoriales vigentes con ninguno de sus vecinos inmediatos ni con países próximos”. Por lo mismo, nuestras fuerzas armadas no tienen un papel claro en ese rubro –más allá de organizar la resistencia general de la población en el “difícilmente imaginable” escenario de una intervención estadounidense. (Liga 5.)

 

Sobre el mantenimiento del orden interno, el mismo Plan aclaraba que “si el Ejército y la Marina han experimentado desgaste y pérdida de confianza entre algunos sectores de la población, ello se ha debido a órdenes del mando civil de participar en acciones represivas o en funciones policiales para las cuales estas instituciones no han sido facultadas ni capacitadas”. El presidente López Obrador se comprometió a no usar las fuerzas armadas mexicanas en la represión de movimientos sociales ó políticos –compromiso que se ha extendido a transparentar integralmente los hechos de la Guerra Sucia entre 1965 y 1990, así como casos emblemáticos como la masacre de Iguala en 2014. El compromiso del gobierno democráticamente electo de asegurar la gobernabilidad a través del diálogo y programas sociales elimina de facto el papel de las fuerzas armadas en este rubro.

 

¿Qué papel queda a las fuerzas armadas en México? El 1 de Julio de 2019, La Jornada publicó una entrevista que el presidente López Obrador dio a sus editores en Palacio Nacional. (Liga 6.) Allí dijo Andrés Manuel: “—Si por mí fuera, yo desaparecería al Ejército y lo convertiría en Guardia Nacional, declararía que México es un país pacifista que no necesita Ejército y que la defensa de la nación, en el caso de que fuese necesaria, la haríamos todos. Que el Ejército y la Marina se convertirían en Guardia Nacional para garantizar la seguridad.” Incisivos, los jornaleros le preguntaron: “—¿Es deseo o es plan?” Y el mandatario respondió sincero y claridoso: “—No lo puedo hacer porque hay resistencias. Una cosa es lo deseable y, otra, lo posible. El paso que dimos fue importante porque la situación era increíble: tenemos 230 mil elementos en el Ejército, 65 mil en la Marina y podían estar asaltando frente a un cuartel y (los militares) no podían meterse porque no lo permitía la Constitución. / Tu preocupación, además de ser justa y legítima, es también mi preocupación: cómo llevar a cabo una reconversión; hacer posible que se respeten los derechos humanos y que haya un comportamiento distinto en la Guardia Nacional, formada por militares y por marinos. Es un desafío.”

 

En julio de 2022, tres años después de aquella entrevista, estamos a mitad de la reconversión planteada. Paradójicamente, nadie parecemos haber puesto atención seria. Nos conformamos con preocuparnos por la militarización. Desde noviembre de 2018 se anunció que habría 266 coordinaciones regionales en todo el territorio nacional (Liga 7, pp. 20-23) y que en ellas deberían convivir diariamente las autoridades civiles (Estado y municipio), las fiscalías estaduales y federal, los mandos de la Guardia Nacional… y miembros de la sociedad civil. En las últimas semanas, he preguntado a buenos amigos, intelectuales y activistas en Chiapas, Morelos, Guanajuato y Jalisco sobre ello. Nada saben de esto… pese a que el 20 de octubre de 2021 se reportó que ya estaban instaladas 247 de esas coordinaciones territoriales “para garantizar la paz y la tranquilidad en el país”. (Liga 8.)

 

La reconversión de las fuerzas armadas mexicanas planteada por el obradorismo es correcta, pero como todas las cosas militares, es demasiado importante para dejársela sólo a los soldados y a los marinos.

 

Ligas usadas en este texto:

 

Liga 1:

https://www.dof.gob.mx/nota_to_imagen_fs.php?codnota=4559743&fecha=01/11/1937&cod_diario=195053

 

Liga 2:

https://www.dof.gob.mx/nota_to_imagen_fs.php?codnota=4502571&fecha=30/12/1939&cod_diario=191520

 

Liga 3:

https://www.dof.gob.mx/copias.php?acc=ajaxPaginas&paginas=todas&seccion=UNICA&edicion=195741&ed=MATUTINO&fecha=24/12/1958

 

Liga 4:

 

Liga 5:

https://lopezobrador.org.mx/wp-content/uploads/2018/11/PLAN-DE-PAZ-Y-SEGURIDAD_ANEXO.pdf

 

Liga 6:

https://www.jornada.com.mx/2019/07/01/politica/002n1pol

 

Liga 7:

https://lopezobrador.org.mx/wp-content/uploads/2018/11/Plan-Nacional-de-Paz-y-Seguridad_.pdf

 

Liga 8:

https://www.gob.mx/guardianacional/prensa/suma-guardia-nacional-247-coordinaciones-territoriales-para-garantizar-la-paz-y-la-tranquilidad-en-el-pais

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