Litigios imposibles

  • 0

Federico Anaya Gallardo

Ahora quiero acercarme a la cuestión del largo litigio sostenido por el marqués Gertz en contra de CONACyT para lograr su admisión en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Como verás, lectora, se trata de un litigio imposible para los seres humanos comunes. “Siete veces, durante 10 años, se querelló” Gertz (Sheridan dixit). Pocas personas normales aguantan tanto. Gertz no sólo es abogado, sino que cuenta con una red de profesionales en Derecho que le han permitido litigar no sólo este asunto, sino otros. Como las y los “simpletones” que nada más asistimos a este “gran teatro del mundo” dominado por marqueses no tenemos detalles de los litigios gertzianos para llegar a ser SNI, me aproximaré al tema por vía indirecta.

 

Hace años litigué en Amparo el caso de un gran guionista, el ciudadano Xavier Robles Molina (La Jaula de Oro, Rojo Amanecer, entre otros), en contra del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) porque, en la Convocatoria 2010 del Sistema Nacional de Creadores de Arte (el equivalente artístico del SNI), le denegó a Robles la entrada a ese sistema sin motivar razonablemente la decisión y en evidente contradicción con los méritos del candidato. La Justicia de la Unión protegió y amparó a Xavier –pero sólo a efecto de que CONACULTA explicase las razones por las cuales le negó la entrada. El juicio demostró que la autoridad cultural no explicaba sus razones y que, por lo mismo, estas podían ser arbitrarias. Pese a esa pequeña victoria, la ejecución de la sentencia de amparo fue complicada: el juzgado de distrito mostró una excesiva deferencia ante la autoridad cultural, aceptaba cualquier explicación como válida y no exigió, por ejemplo, que CONACULTA mostrase con claridad quiénes (y con qué razones) habían votado en contra de la candidatura de Robles Molina. Luego de varias inconformidades del quejoso por el incumplimiento parcial de la autoridad, Xavier y yo encontramos imposible continuar el litigio. Tampoco tuvimos tiempo y recursos para recurrir la sentencia de amparo (pidiendo, por ejemplo, que no fuese sólo a efecto de explicar los motivos de la denegación concreta, sino declarando inconstitucionales desde la creación de CONACULTA hasta las reglas de operación del SNCA). Este tipo de litigios están fuera de las capacidades financieras de la mayor parte de los quejosos.

 

Es a partir de esta experiencia que te cuento, querida lectora, que me fascina el éxito del marqués Gertz en contra de CONACyT. ¡Quién fuese Gertz para haber logrado que la orgullosa burocracia de CONACULTA reconociese su error con Xavier Robles!

 

Óscar Correas nos enseñó que el Derecho positivo es resultado de la estructura de dominación de clase existente en la sociedad. El éxito o fracaso de los litigantes también está ligado a esa estructura. En Rompeviento TV, David Peña y tu servidor hemos analizado cómo se han establecido juzgados de distrito especializados en competencia económica pero no en autonomías indígenas. Por eso no es extraño que el juez Gómez Fierro concediera suspensión erga omnes a todos los empresarios aunque sólo unos cuantos se hubiesen amparado en contra de las reformas a la Ley de la Industria Eléctrica de 2020. ¡Ya quisiera yo ver una decisión erga omnes en materia de autonomías indias! Pero habrá que esperar... sentados. En materia de la defensa de los pueblos indios, estos deben litigar caso por caso –con muy diversa suerte, ante muy diversos juzgados de distrito, bajo condiciones muy diversas– y esperar pacientemente a que se formen jurisprudencias favorables. Mientras, la Ley Minera –que no previene la consulta previa cuando una concesión ha de afectar territorios indígenas o afromexicanos– sigue vigente.

 

Hoy nos escandaliza el Caso Gertz-SNI, pero se olvida que CONACyT rechazó de modo sistemático a muchas personas porque sus libros no habían sido publicados “por editoriales de prestigio” a las cuales sólo algunas tenían acceso. Igualmente se olvida que la “productividad” para mantener la distinción SNI o avanzar en sus grados no contemplaba los periodos en que las mujeres académicas debían dedicarse a la gestación y maternidad. Las compañeras o no avanzaban o perdían la distinción. Las viejas reglas de CONACyT tampoco contemplaban que la dedicación a un proyecto muy complejo podría reducir aparentemente la productividad de un investigador... digamos, si este dedicaba más de tres años a investigar cómo se contaban tributarios en la Provincia de Chiapas entre 1560 y 1821. En este caso, uno de los investigadores fue “degradado”. Por supuesto, cuando el proyecto terminó y el grueso volumen (¡790 páginas!) de Tadashi Obara-Saeki y Juan Pedro Viqueira Albán (El arte de contar tributarios, COLMEX) vio la luz en 2017, el investigador recuperó su estatus.

 

Casos como los que refiero podrían haberse litigado –pero eso tiende a ser carísimo e implicaba “pelearse con el cocinero” (CONACyT). Y, para acabarla de atrasar, como mi experiencia en el Caso Xavier Robles nos muestra, los resultados pueden ser muy exiguos. Por otra parte, lectora, podrás imaginar cuán fácilmente se pueden colar, en medio de reglas de operación ambiguas, el amiguismo y los intereses de cliqués. (Por supuesto, no faltará marqués Sheridan que argumente que todas las decisiones cuestionables se tomaron siguiendo los más altos estándares...) Todo lo anterior hace aún más excepcional el largo y exitoso litigio del marqués Gertz en contra de CONACyT.

 

Un último comentario acerca de los litigios de los ricos y poderosos. Estos suelen ser increíblemente caros (económica y políticamente) para las instituciones. Los litigios de los pobres y débiles no suelen durar y, cuando llegan a hacerlo, nunca representan un peligro a las finanzas o al prestigio. Paradójicamente, lo último nunca decide a las instituciones a negociar y enmendar las injusticias. En cambio, la presión de los poderosos se impone en el largo plazo. Puedo imaginar que esto es lo que ocurría con las siete querellas de la década de litigio impuesta por el marqués Gertz a CONACyT.

 

Pero lectora, tengamos cuidado al hacer la suma de nuestra crítica al marqués Gertz. Su litigio duró más de una década y atravesó las Administraciones Federales de Calderón Hinojosa, Peña Nieto y López Obrador. Pese a ello, los críticos de la actual directora general de CONACyT nos cuentan una historia diferente. Diego Petersen Farah, desde Noroeste, afirmó que “Algo anda mal en un país donde el Fiscal General se dedica a litigar en beneficio propio, la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación defiende a poderosos y el Consejo de Ciencia y Tecnología acepta como argumento que la calidad académica es un ‘concepto jurídicamente no desarrollado’. Las maneras importan, señor Fiscal.” (Liga 1.) En realidad, Gertz litigó su caso contra CONACyT mucho antes de llegar a ser Fiscal General; el CONAPRED no es “comisión” sino “consejo” y, en verdad, la calidad académica es un concepto poco desarrollado. A Petersen Farah habría que recordarle la obviedad de que un litigio de diez años recorre tres sexenios y que el triunfo se dio porque Gertz pertenece a la élite criolla que hace décadas hegemoniza todos los circuitos sociales de nuestra República. Este detalle (enorme como los Himalayas) no lo reconoce Petersen porque entonces tendría que criticar a toda la élite y hacer sentido de todas las injusticias que he ejemplificado líneas arriba.

 

Cuando don Alejandro empezó su “cruzada” para entrar a la aristocracia del SIN, él era el rector de la Universidad de Las Américas en Puebla –lo que le permitía cumplir uno de los dos requisitos mínimos para ingresar al sistema (tener adscripción en una institución de educación superior, IES). Podemos imaginar “la presión” social para que ese rector “no fuera menos” que otros. Ciertamente era doctor desde 1969, pero ¡cómo no iba a estar en el SNI! Ahora bien, si el marqués Gertz era parte de la élite, ¿por qué le rechazaron? Norbert Elías nos enseña que una condición estructural de la sociedad cortesana es la perpetua competencia entre sus miembros, que para dar sus batallas forman facciones en apariencia irreconciliables, pero en constante flujo.

 

Veamos con ojos de Elías la trayectoria vital del marqués Gertz. Fue un cuadro priista forjado en la etapa de hegemonía total del régimen postrevolucionario (joven secretario particular diazordacista), que demostró su valía administrativa bajo Echeverría (INAH) y sus capacidades como policía bajo López Portillo (Operación Cóndor). No se acomodó al neoliberalismo y pasó los sexenios de De La Madrid y Salinas fuera del gobierno. Aparte de publicar en 1993 una crítica a la manera en que “la nación se entrega incondicionalmente a los lineamientos de norteamérica y de los especuladores internacionales” mientras “las grandes mayorías nacionales cada día se encuentran en peor situación” (México, Perfil de Un Rostro Oculto), militó en 1994 en el Grupo San Ángel buscando una salida negociada a la crisis traída por el levantamiento neozapatista. Entre 1997 y 2000 fue el Secretario de Seguridad Pública de Cuauhtémoc Cárdenas en el primer gobierno democrático del Distrito Federal (hoy Ciudad de México, mañana Anáhuac). Sin embargo, entre 2000 y 2004 serviría como Secretario de Seguridad Pública federal bajo Vicente Fox. A partir de 2008 militó en Convergencia (hoy Movimiento Ciudadano) cuando este partido político era parte de la coalición obradorista. Esta trayectoria explicaría claramente por qué los comités académicos de CONACyT no tenían ninguna empatía por don Alejandro entre 2010 y 2018. Gertz era lo que los yanquis llaman un loose cannon, una “bala perdida”. Crítico del salinismo, sirvió por igual a la Izquierda y a la Derecha. (Por cierto que esto explica por qué en la terna final para Fiscal General de la República, el favorito de López Obrador era Bernardo Bátiz Vázquez y no el marqués Gertz.)

 

Que más allá de las antipatías que el marqués Gertz cultivó por treinta años su capacidad para litigar se haya sostenido, demuestra la autonomía personal que miembros destacados de la élite criolla pueden gozar en el México contemporáneo. Contrario a lo que Petersen Farah sugiere, el marqués Gertz no ganó su caso por ser Fiscal General, sino porque había acorralado jurídicamente a CONACyT.

 

Lo novedoso es que CONACyT decidió cumplir los mandatos judiciales y la recomendación de CONAPRED. Y esta decisión no nació de la vieja sociedad cortesana en la que viven Gertz, Sheridan y Petersen Farah, sino de la nueva sociedad que estamos construyendo tú y yo, lectora, junto con millones de personas más. Pero ya regresaré a esto último en otra ocasión.

 

Ligas usadas en este texto:

 

Liga 1:

https://www.noroeste.com.mx/colaboraciones/las-maneras-de-gertz-el-academico-NX1066618

Las desapariciones invisibles
Atrás Las desapariciones invisibles
Yucatán: amenazan a convocantes de Consulta Maya
Siguiente Yucatán: amenazan a convocantes de Consulta Maya
Entradas Relacionadas

Escribir comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *