Carrera de melones (Margensur)

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Alejandro Saldaña Rosas

Académico. Director de Desarrollo Económico del H. Ayuntamiento de Xalapa, Ver.

Twitter: @alesal3 / Facebook: Alejandro Salda

 

Carrera de melones


Solamente en Estridentópolis –Xalapa- podía surgir un absurdo tan desmadroso, estético y divertido como la carrera de melones. Cuando en 1925 algunos de los artistas del movimiento estridentista se instalaron en Xalapa difícilmente podrían haber imaginado (o quizás no) que ochenta años después una de las principales calles del centro de la ciudad (Lucio) sería el escenario de la carrera de melones, que este año se desarrolló en su edición número catorce. Los estridentistas Manuel Maples Arce, Germán List Arzubide, Salvador Gallardo y muchos más que dijeron en su Manifiesto de 1923 que apagarían el sol de un sombrerazo y gritaron a todo pulmón “Viva el Mole de Guajolote”, hoy probablemente estarían corriendo detrás de un melón disfrazado de “piano de manubrio en el crepúsculo”. El movimiento estridentista sería crucial para el surgimiento de la Universidad Veracruzana, institución que nació con el arte como impronta, vocación y horizonte.

La carrera de melones que cada año desde hace catorce se desarrolla el 15 de septiembre en el puente de Xallitic, en la capital de Veracruz, expresa la vitalidad de una ciudad que ha sido víctima de robos, secuestros, asesinatos, desapariciones, feminicidios, extorsiones y toda serie de latrocinios. La respuesta ante el miedo es la alegría, por eso el 15 de septiembre es ya una fecha especial en el calendario de la cultura popular de las y los xalapeños: es una jornada para echar desmadre, divertirse, reír, jugar y sobre todo, para estar juntos. Absurdo de muy amplia convocatoria, en la carrera de melones hay cabida para todas y todos, simplemente hay que ir con un melón decorado para el concurso del “más guapo” y aunque el melón vaya desnudo siempre tiene oportunidad en la carrera de velocidad. Este año se presentó un melón cachirul: un coco disfrazado que pretendió pasar por melón, pero la acuciosidad de los jueces y la mirada crítica del respetable lo identificó y fue sacado de competencia.

En Xalapa la carrera de melones no tiene absolutamente nada que ver con la producción del fruto: la humedad de la ciudad -y de la región- hace muy difícil, sino es que imposible, su cultivo. Esto le da un carácter aún más absurdo a la carrera puesto que no está asociada a ningún ritual de prosperidad, festividad iniciática ni celebración estacional; la carrera ocurre simplemente por el gusto de estar juntos animando melones en su precipitado camino hacia la meta. ¿Cuántas ciudades en el mundo pueden darse el soberano gusto de divertirse viendo correr melones? Melones que, por cierto, las más de las veces terminan convertidos en agua fresca o bien, si no acabaron muy magullados la carrera, en el desayuno del día 17 de septiembre (el 16 suele desayunarse algo mata crudas).

Los creadores de la carrera de melones, jóvenes que año con año se aproximan a ese estado indefinible conocido como la edad del chavo-ruco, supieron aprovechar cabalmente las circunstancias de la ciudad: sus calles inclinadas, su humedad sempiterna, sus miles de artistas, su capacidad lúdica, su olor a café recién tostado, su alegría inagotable. Además, decidieron hacer la carrera justo el 15 por la tarde, cuando las calles del centro de la ciudad se cierran para la ceremonia del Grito de Independencia en la noche

Creo que nunca imaginaron que la locura inventada hace catorce años tendría larga vida, trascendencia creciente e incluso cierta fama internacional: hasta donde se sabe Xalapa es la única ciudad en el mundo en que se corren melones, por lo que un posible torneo internacional no se observa a corto plazo.

La carrera de melones también contribuye con la economía de la ciudad, no sólo por la cantidad de frutos vendidos (por cierto caros debido al crecimiento de la demanda), sino por la afluencia de público (unas mil personas en este 2018) y por la participación de los patrocinadores: 350 comercios locales que se ponen guapos (como melón en competencia) con los premios. Más allá de la cantidad de dinero implicada en la carrera (25 pesos por melón, más la pintura y los aditamentos decorativos), la trascendencia económica de la carrera estriba en el fortalecimiento del comercio local y las grandes posibilidades de marketing que representa. Este año el ganador en la categoría del “Más Guapo” fue para el melón taquero que ilustra este texto. ¡Ni a los más brillantes estrategas del marketing de guerrilla se les hubiese ocurrido esta promoción!

Xalapa, como el resto del país, acusa los estragos de los gobiernos de Peña y Calderón: pobreza, violencia, inseguridad, falta de empleo, depredación ambiental, desafección social, entre muchos otros. Y Xalapa, como todo México, se da una pausa, un respiro, para continuar luchando en pos de la vida, la democracia, la justicia y la libertad. No se nos olvidan los feminicidios, ni los y las desaparecidos, ni los asesinatos, ni los secuestros, ni las extorsiones…. Es simplemente un respiro, un aliento. La tradicional (desde hace 14 años) carrera de melones es una pausa lúdica en la lucha por construir una mejor ciudad, un mejor país.

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