Margensur (Deseo y dinero)

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Alejandro Saldaña Rosas

Sociólogo. Profesor Investigador de la Universidad Veracruzana

Twitter: @alesal3

Deseo y dinero

 

A pocos días de que miles de trabajadores y trabajadoras recibamos el aguinaldo anual (al menos es la expectativa) me parece que es meritorio dedicar algunas líneas a hablar del dinero. En principio, enuncio que el dinero es un objeto socialmente impensado, o mal pensado, al menos.

            Necesitamos hablar y pensar al dinero no sólo ni fundamentalmente desde la economía que se escribe en grandes cifras y con gráficas de colorcitos, sino desde el “gasto” en el mercado, el pago de la luz, la renta, el teléfono, el colectivo, la colegiatura, la tanda, el pollo dos veces por semana, el pan de la merienda, el roncito en sábado y la deuda para cubrir la urgencia médica.

            En la economía del día a día, la pregunta que interroga ¿cómo te va? se responde con signos de pesos y ceros a la derecha. Si te “va bien” es que tienes dinero y por ende “te va bien”, si no… mejor cambiemos de tema. A quien “bien le va” es alguien que tiene dinero. Y tener dinero es un parámetro de exclusión social por antonomasia. Porque a quien “mal le va” es alguien que no demuestra capacidad de compra, de venta y peor aún, de imaginación. Es decir, si “te va bien” es porque tienes un lugar privilegiado en el mercado, si vendes o compras bien es lo de menos, lo que importa es que te vean, que te imaginen.

            La trampa es pensar que tener dinero (mucho, poco, cada quien) es signo de autonomía. En lo absoluto. El mercado, en tanto demiurgo universal, es falible, quizás ineludible, pero imperfecto. ¿Cómo conciliar autonomía y mercado? Esta quizás es una de las preguntas clave a responder.

            El dinero es tan importante que los economistas se han apropiado de su discurso: construyen teorías que legitiman cómo unos lo acumulan y otros lo dilapidan, o cómo muchos son pobres “por las asimetrías del mercado” (o por lo que usted quiera), o cómo el acceso al dinero es privilegio de eruditos. De cualquier forma, el mensaje de los expertos es algo así como “usted atienda sus carencias que nosotros construimos el argumento para legitimar su fracaso”. O al revés: “usted siga esquilmando, que los economistas construimos el andamiaje para que su robo sea visto como “generación de empleo” o algo así.

            El dinero es mucho más que un medio para facilitar las transacciones económicas. Es una institución incrustada en lo más profundo del imaginario social: en el dinero, la historia y el deseo se abrazan, se retan, se confunden, se dislocan. La historia del mundo moderno es la historia de la lucha por el dinero, revestido casi siempre con el ropaje de la democracia, la libertad o la igualdad. Llevamos al menos 500 años luchando por el dinero, sin nombrarlo.

            Hay deseo sin dinero, pero no existe dinero sin deseo. ¿O usted qué piensa?

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Comentario 1
  • María

    El día que nos demos cuenta que el dinero no es un fin en sí mismo sino un medio de adquirir cosas tal vez hayamos dado ese gran paso para sustituírlo por solidaridad, compromiso y atención a las necesidades básicas para vivir y no sólo sobrevivir, eso sí que puede joder y mucho a los que no quieren el poder del dinero por el poder en sí sino el PODER PARA SOMETER que es la enfermedad más grande de estos tiempos-

    Responder
    22 diciembre, 2015

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