Congreso y gubernatura en Morelos: primer apunte

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Federico Anaya Gallardo

 

Hemos analizado, querida lectora, la conformación de la más reciente Legislatura de Morelos (la LV ó 55, 2021-2024) y cómo llegaron a ella representantes de poderes regionales creados (y criados) desde gobiernos municipales exitosos. (Lo anterior no es una calificación ética sino una observación práctica. Son exitosos porque han permitido a sus titulares reelegirse y avanzar a otros cargos de elección popular.) Pero para entender completa la política de ese Estado Libre y Soberano, tendríamos que decir algo acerca del poder ejecutivo estadual.

 

Para contar una historia compleja de manera ágil te diré, lectora, que en Morelos ha habido tres transiciones de partido en el gobierno estadual. Del PRI al PAN en 2000; del PAN al PRD en 2012; y del PRD al PES en 2018. En otras palabras, contrario a Chihuahua ó Durango, adonde las sucesivas transiciones se han dado entre el tradicional PRI y su enemigo de siempre, el PAN; en Morelos el PRI nunca logró reorganizarse para reconquistar la gubernatura.

 

Lo expertos en transiciones a la Democracia, como O'Donnell, Schmitter y Whitehead (editores de los famosos cuatro volúmenes de Transitions from Authoritarian Rule en 1986) señalaron que una señal de una transición exitosa se daría cuando el partido autoritario regresase al poder por vía democrática. La idea es que se necesitaban dos éxitos electorales, el de la oposición democrática y el del viejo partido autoritario, para asegurar a las élites que el respeto al proceso democrático les daba una oportunidad razonable de disputar el poder. Este escenario, sin embargo, supone que el partido autoritario (el PRI) será lo suficientemente organizado y resiliente como para sobrevivir la primera transición. Esto ocurrió en Chihuahua, adonde el primer sexenio panista (1992-1998, dirigido por Francisco Barrio Terrazas) fue seguido por tres sexenios priístas de 1998 a 2016 (Administraciones Martínez, Reyes Baeza y Duarte) y luego por dos gobiernos panistas de 2016 a 2027 (Administraciones Corral y Campos). La doble transición ocurrió en Durango hace poco: el PAN ganó la gubernatura apenas en 2016 (con Rosas Aispuro) y el PRI la recuperó el año pasado (2022) con Villegas Villarreal. (En este último caso el problema es que Villegas llega al poder apoyado por PAN, PRI y PRD bajo la Alianza por México –lo que altera un poco la idea de la “doble transición”.)

 

Hay entidades mexicanas en las que el viejo partido autoritario no sobrevivió como contendiente al primer lugar. El caso emblemático es el Distrito Federal (hoy Cdmx, mañana Anáhuac), adonde la primera transición ocurre con el triunfo de la Izquierda encabezada por Ingeniero Cárdenas (entonces bajo el ticket del PRD) para el periodo 1997-2000. Apenas en la siguiente elección (2000) el viejo PRI fue desbancado al tercer lugar (ganó el perredista López Obrador y el panista Creel queda en segundo lugar). Las elecciones de 2006 y 2012 fueron ganadas por el PRD. El PRI apenas recuperó el segundo lugar en 2012, pero en una situación completamente marginal (Beatriz Paredes obtuvo 20% frente a 63% de Mancera). En 2018, el nuevo partido de la Izquierda, MORENA, vuelve a ganar con Sheinbaum y el segundo lugar corresponde a la Coalición por la Ciudad de México (PAN-PRD-MC). El PRI queda otra vez en tercer lugar.

 

Entre los casos de Chihuahua y Durango, con una “doble transición” acorde a la teoría de los transitólogos; y el DF-Cdmx adonde la Izquierda ha creado una nueva hegemonía frente a la que el viejo partido autoritario no puede jugar; el caso del PRI morelense está más cerca del escenario chilango.

 

Esto se explica por la debacle de la última Administración estadual del PRI en el sexenio 1994-2000, bajo la dirección del coronel Jorge Carrillo Olea (n.1937). Carrillo (hoy general retirado) no terminó su periodo, asediado por una gravísima crisis de derechos humanos y secuestros.

 

De hecho, en la elección intermedia del gobernador Carrillo Olea, en el año 1997, el PRI perdió el control de la Legislatura de Cuernavaca. Esto ocurrió en la misma jornada electoral en que el PRI perdió el control de la Cámara de Diputados federal y en la que Cárdenas fue electo primer Jefe de Gobierno del Distrito Federal con 48% de los votos. Aparte, en el DF se eligió una Asamblea Legislativa dominada por el PRD –que ganó 38 de 66 curules (57%).

 

Aquí conviene hacer una aclaración que tal vez ayudará a comprender lo que hoy ocurre: en ese tiempo (años 1990s), el poder legislativo morelense tenía treinta curules, 18 de mayoría relativa y 12 de representación proporcional. Hoy sólo tiene 20 (12 de mayoría y 8 de pluris). La reforma que hizo más pequeña la Legislatura se debe al gobernador perredista Graco Ramírez y se realizó al final de su sexenio (2012-2018).

 

Volvamos a 1997: el PRI ganó ocho de los 18 distritos electorales estaduales. El PRD quedó en segundo lugar con siete distritos y el PAN sólo ganó los tres de la capital (Cuernavaca). Fue tan copiosa la votación por la Izquierda, entonces perredista, que al repartirse las doce diputaciones plurinominales, el PRD se quedó con cuatro (un tercio); frente a cinco del PRI; sólo dos del PAN y una para el Partido Civilista Morelense (PCM). Muy pronto, sin embargo, uno de los diputados plurinominales del PRI, Ricardo Dorantes San Martín, se pasó al PRD en la cámara estadual. (Este señor milita hoy en día en el PAN, así que esta defección parlamentaria es un antecedente de la inestabilidad ideológica de las bancadas en el congreso morelense de nuestros días.)

 

Con Ricardo Dorantes San Martín saltando al PRD, la Legislatura XLVII (47) de Morelos quedó dividida entre dos bloques grandes de 12 curules, uno priísta (a Derechas) y otro perredista (a Izquierdas) los panistas apenas tenían cinco votos y uno más era de la agrupación estadual PCM.

 

Algo inusitado para nuestros ojos de 2023, en aquél ya lejano 1997 el PAN morelense no se alió con el PRI, sino con el PRD. Con 17 de los 30 diputados, la oposición anti-priísta controló el gobierno parlamentario durante todo el segundo trienio de la Administración Carrillo Olea.

 

Unos ocho meses después de que empezó sus trabajos la Legislatura 47, en Mayo de 1998, el gobernador Carrillo pidió licencia para separarse del cargo. Una de las razones: que la mayoría opositora en la Legislatura tramitaba en su contra un impeachment (juicio político). Pese a la licencia, el juicio político continuó. El Congreso de Morelos “erigido en jurado de declaración” (Artículo 138 de la Constitución morelense) y emitió una declaración condenatoria, por lo que Carrillo quedó “a disposición del Tribunal Superior de Justicia” para que este se constituyese en “jurado de sentencia” (Artículo 139 de la Constitución morelense). El 5 de Junio de 1999, el tribunal declaró improcedente el juicio político. La Legislatura interpuso Controversia Constitucional en contra de esa decisión y en contra de la negativa del tribunal a arraigar al gobernador con licencia. (Liga 1.)

 

La Suprema Corte de Justicia de la Nación decidió, en Enero de 2000, que el Tribunal Superior de Justicia morelense debía proseguir el impeachment en contra de Carrillo Olea. En vista de que ya estaba fuera del cargo, la decisión fue inhabilitarle por doce años para el ejercicio de cargos públicos en el Estado. Aparte, se remitió el caso a la Procuraduría General de Justicia morelense –que abrió averiguación previa y la judicializó por el delito de incumplimiento de funciones públicas. Carrillo había omitido procesar denuncias ciudadanas que vinculaban a autoridades estatales con el crimen organizado. Esta acusación penal terminaría en 2003 (ya bajo la primera de las dos Administraciones estaduales panistas) cuando el Juzgado Primero de lo Penal del Estado liberó a Carrillo “argumentando que no había encontrado elementos suficientes”. (Liga 2.)

 

La aparatosa caída de Carrillo Olea explica en parte la debilidad extrema del PRI morelense en los años. Sin embargo, la principal fuerza partidista que le hizo caer, el PRD,  no fue la beneficiada en la siguiente elección de gobernador.

 

En 1997 el PAN había ganado los tres distritos capitalinos, cuyo Ayuntamiento también quedó en manos de los albiazules –quienes habían postulado a Sergio Alberto Estrada Cajigal Ramírez, nacido en 1961 y quien no tenía trayectoria política propia antes de esos comicios. Eso sí, su abuelo Vicente Estrada Cajigal (1898-1973) había sido gobernador del Estado en el lejano cuatrienio 1930-1934. Lo anterior era sólo anecdótico. El abuelo Estrada Cajigal había hecho carrera militar en la revolución constitucionalista y cuando regresó a su natal Morelos militó en dos partidos: el Regionalista de Morelos y el Socialista Revolucionario de Morelos –ambos adherentes del recién creado Partido Nacional Revolucionario (PNR, antecesor del PRI).

 

Así las cosas, cuando Estrada Cajigal nieto se postula a la gobernatura, en 2000, la principal fuerza de oposición en el Estado parecía ser el PRD. La marea causada por la candidatura presidencial de Fox elevó a Estrada Cajigal a la gubernatura y transformó el Congreso Estatal.

 

En la XLVIII (48) Legislatura, que trabajó de 2000 a 2003, la primera fuerza fue el PAN con 15 curules (diez de mayoría y cinco plurinominales). El PRI mantuvo sus doce votos (ocho de mayoría y cuatro plurinominales), mientras que el PRD no ganó ningún distrito (¡en 1997 había ganado siete!) y debió conformarse con tres curules plurinominales.

 

En la XLIX (49) Legislatura morelense, que trabajó de 2003 a 2006, tanto el PAN como el PRI se desinflaron y el PRD se recuperó. El congreso estadual quedó dividido a tercios: nueve curules panistas, ocho curules priísta y ocho curules perredistas –acompañados por tres votos del PVEM y dos de Convergencia (el moderno MC). Con esta composición parlamentaria, el PRD (liderado en Morelos por Graco Ramírez) activó de nuevo el impeachment, pero ahora en contra del panista Estrada Cajigal. La legislatura emitió declaración condenatoria, pero en esta ocasión el Tribunal Superior de Justicia no siguió adelante con el juicio político –señalándole a los diputados que su declaración no había contado con los veinte votos necesarios (dos tercios de la totalidad de los diputados).

 

Los dos juicios políticos (impeachments) que te cuento, querida lectora, nos muestran el poder que una mayoría legislativa puede tener en contra de un gobernador en Morelos; pero también los límites de ese poder. Como el juicio político requiere la intervención de un tercer poder (el Tribunal Superior) siempre habrá la posibilidad de que este encuentre un pretexto para no coronar la maniobra de la Legislatura contra la Gubernatura.

 

Termino, lectora, recordándote que Morelos fue gobernado por doce años (2000-2012) por Acción Nacional. Luego de Estrada Cajigal nieto el panista Marco Antonio Adame Castillo fue electo para el sexenio 2006-2012. La única experiencia previa de Adame Castillo fue como Senador en el sexenio previo. No tenía la experiencia de gobierno municipal de Estrada (y tampoco la historia antigua de un abuelo gobernador). La elección morelense de 2006 fue muy parecida a la federal: el panista Adame gana con 35% frente al perredista Fernando Martínez Cué que obtuvo 31%. El segundo gobernador panista de esta entidad debió buena parte de su victoria a las coat-tails (la cauda) de las campaña de Calderón para la Presidencia.

 

En la L (50) Legislatura morelense, que trabajó de 2006 a 2009, el PAN obtuvo 12 curules frente a 11 del PRD. Los siete votos restantes se repartieron así: cuatro para el PRI, dos para Nueva Alianza y uno para el PVEM.

 

Parecería que las elecciones de gobernador en Morelos se ven especialmente afectadas por la contienda presidencial. Esto ocurrió en los comicios que llevaron a Palacio de Gobierno de Cuernavaca a Estrada Cajigal y a Adame. El impulso también ayudó a su partido en el congreso estadual, pero ese efecto desaparece en la elección intermedia. Eso explica que el impeachment contra Estrada Cajigal haya ocurrido en su segunda legislatura.

 

Primera conclusión provisional: la gubernatura de Morelos no tiene densidad política propia. Hacia fuera depende de los vaivenes electorales federales y hacia dentro es débil frente a una Legislatura que se comporta con sus propias reglas.

 

 

Ligas usadas en este texto:

 

Liga 1:

https://www.internet2.scjn.gob.mx/red2/comunicados/comunicado.asp?id=239

 

Liga 2:

https://www.proceso.com.mx/nacional/2003/2/17/exoneran-carrillo-olea-73356.html

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