#ComemosTodasONinguna - Apoyo entre mujeres en tiempos de COVID-19

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Fotos: Silvana Flores*
Texto: Luz León

La Colectiva Moradas del Estado de México recaudó víveres y donaciones monetarias para apoyar a las mujeres que han sido afectadas por la emergencia sanitaria de la COVID-19. Bajo el lema #ComemosTodasoNinguna, las mujeres de la periferia apoyaron a 65 jefas de familia de escasos recursos y madres, compañeras u hermanas de víctimas de feminicidio en el Edomex.

Desde el pasado mes de abril, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) advirtió que el coronavirus generaría un fuerte impacto en la economía de Latinoamérica desde 1914 y 1930. En sus últimas estimaciones, el organismo regional señaló que la economía mexicana sería de las más afectadas, con una caída del 6.5 % en su Producto Interno Bruto (PIB) al cierre de este año. Tan sólo del 13 de marzo al 6 de abril, se perdieron 346 mil 878 empleos en el país. Las entidades con mayor pérdida de empleo son Quintana Roo, Ciudad de México, Nuevo León, Jalisco, Estado de México y Tamaulipas.

Esta situación de precariedad puede resultar aún más difícil para las mujeres, ya que son ellas quienes llevan a cabo al menos 2.5 veces más trabajo de hogar y de cuidados no remunerado que los hombres, según información de la ONU Mujeres.

La desigualdad económica es también una de las formas de violencia a la que se enfrentan las mujeres en entidades como el Estado de México, ya sea por parte de sus parejas, pero también por parte de una estructura social y económica que no reconoce el trabajo doméstico o de cuidado e incluso otorga una menor remuneración su trabajo.

Las mujeres tienen menos tiempo para dedicar al trabajo remunerado o incluso trabajan más horas al combinar trabajos remunerados con otros que no lo son. Este trabajo cubre el costo en cuidados que sustenta a las familias, apoya a las economías y regularmente suple las carencias en materia de servicios sociales, pero pocas veces es reconocido como "trabajo". El valor del trabajo de cuidado no remunerado y del trabajo doméstico representa entre un 10 y un 39 % del PIB, puede pesar más en la economía de un país de lo que pesan la industria manufacturera, el sector del comercio o el del transporte.

Además, realidades como éstas se entrecruzan con otro tipo de factores como la violencia física, sexual y psicológica contra las mujeres, al igual que con los posibles efectos psico-emocionales que ocasiona el confinamiento y distanciamiento físico por la emergencia sanitaria.

Frente a la incertidumbre y los tiempos aciagos surgen iniciativas de sororidad como la que impulsó la Colectiva Moradas, conformada por feministas de la zona oriente del Estado de México, para entregar alimentos y donaciones a las mujeres de dicho estado desde abril hasta este mes de junio.

De acuerdo con Ari, de la Colectiva Moradas, la entrega de víveres a las mujeres del Edomex tiene el propósito de "hacer comunidad, reforzar el sentido de sororidad que para nosotras es uno de los principios del feminismo, que se pueden aplicar en muchos aspectos".

Pese a que desde que se implementó la Jornada Nacional de Sana Distancia las grandes protestas y actividades que venían realizando feministas en el Valle de México y otras partes del país tuvieron que pausarse, las mujeres que integran espacios como el de las Moradas no han dejado de trabajar para enfrentar la violencia.

Para el movimiento feminista, como para otros procesos de la lucha social, la pandemia les obligó a modificar y transformar las dinámicas de convivencia y de organización. Es así que Ari relata que a través de la recolección, empaquetado y entrega de despensas, buscaron "apoyar a la gente con la que convivimos, con la que transitamos, con la que nos topamos en los autobuses; la gente de la periferia que nosotros identificamos que son las que necesitaban el apoyo porque sabíamos que nosotras mismos estábamos atravesadas por la violencia económica que se estaba generando a partir del confinamiento, entonces entendíamos que también era necesario empezar a apoyar no solamente entre nosotras sino también tratar de hacer comunidad con nuestras mismas vecinas, con las mismas mujeres con las que convivimos y con eso reforzar ese sentido de hermandad que a veces nos hace falta para no sentirnos solas".

Ella cuenta que la respuesta de las mujeres fue precisamente la que las integrantes de la colectiva esperaban: "Que ellas se sintieran cobijadas y que no se sintieran solas. A partir de esto, todas, creo que no hubo una que no nos dijera 'aquí estamos y cuando nos necesiten también cuenten con nosotros'. Al final de cuentas logramos lo que queríamos, que era llegar a esas morras a las que el feminismo no ha llegado, a las que siguen creyendo que las únicas personas que las quieren o que les importan son las de sus familias y son al final las que más las violentan".

Finalmente, Ari explica que lo importante que es para ellas la respuesta de la comunidad:

"Creo que sí tuvimos una respuesta muy bonita porque a partir de eso todas nos mostraron apoyo, todas incluso trataron de hacer redes con otras morras, había gente que llegaba, que venía sola y no venía con alguien más para ayudarlas con la despensa y las mismas compas decían 'no pues yo te ayudo, yo también voy por ahí y nos vamos'. Se generó ese sentido de comunidad que esperábamos".

*Silvana Flores es documentalista audiovisual, siempre con la cámara a lado. Egresada de la carrera de Ciencias de la Comunicación.

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