Callar o morir: el dilema de los periodistas en Guerrero

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Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan

 

Toda nuestra solidaridad con

el gremio periodístico de Guerrero.

Exigimos la presentación con vida del

compañero Alan García

 

En memoria de la señora Abelina Serafín Serrano,

esposa de Humberto Cabañas Alvarado, originario

de San Juan de las Flores de Atoyac, quien fue

desaparecido en la CDMX el 18 de noviembre de 1976

 

Nuestra solidaridad con la familia Arroyo Baltazar,

por el fallecimiento de la señora Andrea Baltazar,

esposa de Alberto Arroyo quien fuera

desaparecido por el Ejército Mexicano en 1974

 

 

La violencia en el estado sigue imparable. Tan sólo hasta el mes de diciembre del 2022 se registraron mil 97 asesinatos. El promedio es de 3 homicidios por día, igual que en el 2021 donde se registraron mil 141 homicidios, y durante los primeros 10 días del presente año, se han documentado más de 20 asesinatos.

 

En este clima de inseguridad, uno de los temas más sensibles de la vida pública ha sido la situación de los periodistas que viven en condiciones de extrema vulnerabilidad por la falta de condiciones sociales para ejercer libremente su trabajo, e informar con objetividad la compleja realidad que padecemos como guerrerenses ante el incremento de los grupos delincuenciales, que además de tomar el control de varias rutas y caminos por donde transitan los pueblos, han logrado posicionarse como un actor económico que está imponiendo las reglas del mercado, utilizando el amago de su poder destructor. Hemos constatado que su presencia se ha expandido en los negocios más redituables, y al mismo tiempo se disputan el control total de los ayuntamientos y la vida pública de la entidad.

 

Es sumamente preocupante que la estrategia de seguridad no presente resultados favorables, por el contrario, hay un desquiciamiento de la población por tanta inseguridad y falta de acciones contundentes por parte de las instituciones de seguridad tanto federales como estatales, que sólo aparecen cómo observadores de las tragedias que se consuman cotidianamente en las regiones del estado de Guerrero. La población tiene que soportar este flagelo y busca refugiarse en sus propios espacios para prevenir riesgos.

 

El gremio periodístico sigue sufriendo las consecuencias del descuido gubernamental, al no atender los focos rojos que han sido denunciados por la prensa y que ha causado daños fatales. Se encuentran inermes y sin ninguna cobertura del estado que demuestre el compromiso que tiene para brindar protección a quienes se encuentran en riesgo. De acuerdo con los registros de la Delegación XVII del Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa (SNRP) en Chilpancingo, en los últimos 20 años en Guerrero han sido asesinados al menos 21 periodistas. La organización Artículo 19 ubica la entidad guerrerense, entre los 5 estados más peligrosos para los periodistas, además del desplazamiento forzado de compañeros periodistas que trabajan en las regiones Norte, Costa Grande, Tierra Caliente y La Montaña.

 

El pasado 27 de diciembre el periodista Jesús Pintor fue interceptado por hombres armados que se trasladaban en un vehículo, le cubrieron el rostro y de inmediato lo sometieron y amedrentaron. Percibió que se trataba de dos o tres hombres quienes ejecutaron su detención

 

Recibió advertencias de sus captores, quienes solamente lo desataban para que probara alimento. La tortura psicológica fue constante, le decían de sus actividades, le dijeron que estaban a punto de "ponerlo a hervir", y que lo convertirían en pozole. Para doblegarlo le aplicaron choques eléctricos en los tobillos.

 

Los captores tenían la idea de que Jesús Pintor era parte de La Crítica de la Región Guerrero, un medio de comunicación que operaba a través de una página de Facebook que regularmente informaba de los acontecimientos ocurridos en la región Tierra Caliente. Jesús les informó que operaba en otro medio digital conocido como Escenario Calentano, sin embargo el hostigamiento era continuo con el fin de que confesara su pertenencia en la página de La Crítica. Revisaron su teléfono para verificar que formaba parte de este medio. No encontraron datos que lo relacionarán. Pintor permaneció más de dos semanas en cautiverio. Permaneció en la batea de una camioneta sufriendo las vejaciones e inclemencias del tiempo.

 

Antes de que fuera liberado, Jesús tuvo la sensación de que había llegado a su fin. Sus agresores le colocaron unas esposas de tal manera que sus manos quedarán apoyadas sobre su espalda y de esta manera lo obligaron a caminar. Esta práctica es conocida en la región como un preámbulo a una ejecución por parte del crimen organizado. No se consumó este presentimiento fatal, más bien lo subieron nuevamente a la batea de la camioneta donde se encontraba un animal que no logro identificar y que sólo sentía que le rasguñaba la cara, dedujo que probablemente se trataba de un mono. Su calvario continuó a pesar de que le quitaron las esposas, sintió que avanzaron por más de una hora sin ubicar hacia que lugar lo habían llevado. Solo tuvo la sensación de que era de noche por eso temía que le hicieran algo. Los captores lo tiraron de la batea y ahí permaneció esperando lo peor. Después de varios minutos se percató de que en el lugar había alguien más. Temeroso se arriesgó a preguntar quién era. Hasta ese momento ubicó que se encontraba en el río Cuirio, en Coyuca de Catalán, y que la persona que estaba junto a él era Fernando Moreno, uno de los dos periodistas desaparecidos. Fernando junto con Alan García aparecieron encadenados en un video que se viralizó en redes sociales donde les exigían que informaran a la ciudadanía que eso les había pasado por hacer su trabajo periodístico. De inmediato tres compañeros acudieron en su auxilio para sacarlos del lugar y brindarles el apoyo que requerían. Hasta la fecha no se sabe del paradero de Alan García y lo más grave es que las autoridades se mantienen herméticas haciendo más cruento el sufrimiento de sus familiares y sus compañeras y compañeros periodistas.

 

Ante esta grave situación, la comunidad de periodistas del estado de Guerrero, tomaron la decisión de salir al frente para denunciar públicamente la desaparición de sus tres compañeros. El pasado 10 de enero enviaron una carta al presidente de la República, y a la gobernadora Evelyn Salgado para dar a conocer la desaparición de Jesús Pintor, Fernando Moreno y de Alan García. Expresaron que no habían realizado alguna acción conjunta por respeto a las familias de sus compañeros, que optaron por guardar silencio con la esperanza de que sus captores los liberaran. Fue determinante la decisión que tomaron para ejercer presión a las autoridades, y responsabilizarlos de su negligencia, pero también de complicidad, por su inacción e indolencia frente a estos hechos. Su acción rindió frutos porque al siguiente día, dos de los tres periodistas fueron liberados en condiciones sumamente deplorables.

 

Esta situación es extrema porque ahora los periodistas son blancos de ataques y no existe forma de que las autoridades del estado garanticen el ejercicio periodístico con libertad y seguridad. Este ambiente adverso ha obligado a otros compañeros periodistas a desplazarse de los lugares donde trabajan, o a tener que desertar para ponerse a salvo. El caso de Raúl Castañeda, del municipio de Teloloapan, nos muestra el grado de vulnerabilidad en que se encuentran, sobre todo en contextos donde la violencia se acrecienta. Ante el acoso cibernético y la suplantación de su identidad, optó por dejar esta actividad ante el riesgo inminente de sufrir alguna agresión.

 

Por su parte, Rosalino Balmaceda tuvo el valor de publicar un video en vivo en el que quemó su chaleco y credencial de prensa, expresando que se retiraba del periodismo tras recibir presiones para publicar información parcial. Al día siguiente, Manuel Castillo y Roberto Carlos Castañeda tomaron la misma decisión de suspender sus actividades periodistas. Roberto Carlos publicó lo siguiente:

 

“Nuestro equipo de Noti Telo Teloloapan hemos tomado la triste decisión de no publicar nada a favor o en contra de nadie, hemos de decirles a ustedes que estamos sumamente agradecidos por todo ese apoyo y confianza a nuestra página digital de información, pero no creemos ni confiamos en aquellos que escondidos en perfiles falsos nos puedan hacer una denuncia con veracidad ni real y mucho menos tratando de señalar a personas de cualquier sector social”.

 

Concluyó diciendo que “desde hoy y hasta que haya condiciones retomaremos nuestro trabajo”, por eso pidió a la población que no se responsabilizaban de cualquier información que apareciera con el sello de su página.

 

Otro de los compañeros periodistas, Manuel Castillo hizo un live en Facebook y manifestó “Por el momento ya no estaremos publicando más cosas desde el perfil de Facebook de un servidor”, además resaltó que “Como reportero independiente he sufrido agresiones. Gente sin escrúpulos ha tomado mi perfil para escudarse, para esconderse de manera ruin y cobarde”.  Señaló que ha realizado denuncias ante las autoridades de justicia, pero que no ha habido resultados, por el contrario, su denuncia ha quedado relegada sin que haya interés de investigar estas agresiones, lo ha obligado a retirarse del oficio de informar.

 

Recientemente en una declaración a un periódico nacional, el periodista Yener de los Santos, quien fue víctima de desplazamiento forzado por su trabajo periodístico desde el 2014, declaró que el municipio de Chilapa “es una zona de completo silencio”. Esta situación es grave porque no hay un medio de comunicación que se atreva a publicar información de los hechos violentos que acontecen en la cabecera municipal y en las comunidades indígenas. La población sólo consume información que genera el ayuntamiento. En esta ciudad conocida como la Atenas del Sur, ya no llegan los periodistas que editan en la ciudad de México, como el Reforma, El Universal, la Jornada, tampoco se tiene acceso a los periódicos que se publican en Acapulco y la capital del estado. Actualmente, en Chilapa sólo trabajan 4 reporteros, pero ninguno de ellos cubre notas policiacas, que tengan que ver con los grupos delincuenciales y tampoco elaboran notas de protestas sociales porque está de por medio su seguridad y su vida misma.

 

Ante esta delicada desaparición de periodistas en la Tierra Caliente, la oficina en México, de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, condenó estos hechos deleznables. Al mismo tiempo emplazó para que las autoridades del estado se aboquen a esclarecer la desaparición de Alan García, recomendando que las investigaciones tomen en cuenta su labor periodística como posible móvil del crimen.

 

Los malos augurios para el gremio periodístico parecen oscurecer el horizonte. Presienten que el escenario empeorará si no se da con el paradero de su compañero Alan García. Hay fundados temores de que se imponga la autocensura para continuar con su trabajo. Hay una alta responsabilidad de las autoridades para contener la violencia y recuperar los territorios ocupados por el crimen organizado. No pueden permanecer impasibles ni ajenos a estas tragedias, las compañeras y compañeros periodistas han demostrado tener un compromiso por la verdad, no están dispuestos a que exista una prensa encadenada, mucho menos sometida y esclavizada a lo intereses de grupos del crimen organizado que cuentan con la complicidad de autoridades municipales y estatales. El gran dilema de los compañeros periodistas se ha transformado en una gran fatalidad de callar o morir.

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