Con 79 votos a favor y tres abstenciones, el Senado de la República aprobó el pasado 24 de marzo la Ley Federal de Fomento y Protección del Maíz, una iniciativa presentada en abril de 2019 por las senadoras Ana Lilia Rivera y Jesusa Rodríguez, y fue enviada al Poder Ejecutivo Federal para su publicación en el Diario Oficial de la Federación y posterior entrada en vigor.
“Esta ley obliga al gobierno a crear políticas y presupuestos para el fomento de la producción del maíz nativo y obliga a que el legislativo armonice todas las leyes que tengan que ver con la protección del maíz”, aseguró la senadora Ana Lilia Rivera a través de un video del portal Senadores Morena minutos después de la aprobación de la legislación.
Al respecto, en el mismo mensaje la senadora Jesusa Rodríguez expresó: “Esto es una lucha que lleva mucho más de 25 años, porque la lucha comenzó hace por lo menos ocho mil años, fue un triunfo para nuestra cultura que naciera este prodigio… que levante la mano toda persona que come maíz, y que levante el ánimo porque hoy nuestro maíz se salva para siempre”.
De acuerdo con información de la Campaña Nacional Sin Maíz No Hay País, la Ley Federal del Fomento y Protección del Maíz nativo contempla:
- El maíz nativo es parte de la identidad cultural de los mexicanos
- Su producción, comercialización y consumo es parte de la obligación del Estado para garantizar nuestro derecho a la alimentación.
- Se busca garantizar que todas las personas tengan acceso al uso informado de maíz nativo, libre de organismos genéticamente modificados.
Asimismo, la Campaña detalló que si bien “esta ley no busca ni prohibir ni regular la producción de maíces híbridos, en cambio sí busca fomentar y proteger la producción de maíz nativo”.
Por su parte, en el artículo "El maíz transgénico, ¿qué es?", la Red en Defensa del Maíz señala que los transgenes por parte de las empresas transnacionales modifican el maíz genética y fisiológicamente, lo que podría causar la extinción de los maíces nativos.
En tanto, la importancia del maíz es cultural, campesina y alimentaria. De ahí que su carencia se traduzca en hambre, desnutrición y epidemias, pero también como extinción cultural de las sociedades que dependen de él.
Mientras que grandes compañías como Bayer, Dupont y Monsanto se apoderan del patrimonio genético y lo patentan. Los biorreactores son la principal amenaza, producen maíz transgénico para producir sustancias no alimenticias y/o tóxicas como plásticos biodegradables, solventes, proteínas de uso terapéutico, antidepresivos, entre otras.
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