Michael W. Chamberlin
Rompeviento TV a 23 de agosto de 2022
Hay un nuevo vecino en el barrio que está dejando de qué hablar. Se trata de Antoni Gutiérrez Rubí, quien fuera el analista consultor del candidato electo a la presidencia de Colombia, Gustavo Petro. Antoni se suma al equipo de comunicación de la jefa de gobierno de la Ciudad de México, lo que intensificará la competencia de las corcholatas.
El asesor Antoni, además de ser el analista mejor cotizado en el mundo (según rumoran los círculos de la comunicación política) lo mismo asesora a candidatos de izquierda, como Petro, que a candidatos del Partido Popular español. No importa la ideología, el objetivo es atraer votos a partir de una buena imagen y un discurso convincente. Gobernar, es otra cosa. ¿A qué asesores contratarán los contrincantes? ¿A quién la oposición? ¿Cuáles serán las narrativas que nos convenzan de votar por uno, una u otro?
Francia Márquez --para seguir con el voto colombiano--es la nueva vicepresidenta de Colombia. De origen afrodescendiente y ecologista ganadora del premio Goldman (equiparado a un premio Nobel de medio ambiente) en 2018, no requirió de un brillante asesor; acudió a su filosofía comunitaria para ofrecer una nueva y vieja narrativa: Vivir Sabroso.
Nadie reprocharía vivir sabroso. Seguramente Caro Quintero soñaba con eso en la cárcel, Salinas Pliego pensará que vive sabroso en su yate kilométrico y Andrés Roemer pensará con nostalgia desde Israel su “vida sabrosa” en México, pero desde la perspectiva de las comunidades afrocolombianas, vivir sabroso tiene otra connotación: una filosofía de vida compartida con muchas otras culturas africanas y latinoamericanas.
Significa un modelo de organización social donde todas y todos acceden a las condiciones necesarias para una vida digna, es decir, un concepto colectivo y no individual. Hace referencia a vivir en armonía con la comunidad y con la naturaleza, que en maya tzeltal se traduciría como Lekil Kuxlejal o el buen vivir, y en guarojío a Kawéruma o “lo justo”, “honesto” o “cabal”.
Francia Márquez ha recalcado que Vivir Sabroso, en el contexto actual de Colombia, es “que la gente no viva con miedo, es posibilidades de que la gente pueda vivir en sus territorios tranquilos, en paz, si la guerra nos ha arrancado las posibilidades de vivir tranquilos". La paz como horizonte de futuro implica buscar la armonía en la sociedad y desde el ejercicio de gobierno significa para Francia Márquez que “el Estado llegue con su presencia a las zonas de Colombia donde no lo ha hecho y garantice los derechos a poblaciones como los jóvenes, mujeres, afrodescendientes, palenqueros, indígenas y raizales.” Esta idea de futuro seguramente es compartida por muchas y muchos en el Continente.
En estos días participé en una reunión de defensoras y defensores de derechos humanos de América Latina, en la que analizamos los escenarios para el futuro próximo de nuestros países. Constatamos la tendencia del despojo y deterioro de los territorios por parte de los poderes fácticos, legales e ilegales, y una continuidad de una cultura de muerte que ha generado violencia, miedo, sufrimiento, pobreza y exilio como resultado del desmembramiento del tejido social de las comunidades en Honduras, El Salvador, Brasil, Colombia, Guatemala, Nicaragua y México, entre otros. Coincidimos en la crisis política en la región y en la importancia de tejer vínculos y alianzas entre comunidades indígenas, de migrantes, urbanas y de la disidencia sexual, entre otras, en las que bien valdría el esfuerzo de reconocer y mirarse en las culturas originarias, para crear su propia narrativa del vivir sabroso y sus estrategias; entre ellas, la de hacer llegar al poder más mujeres y servidores de abajo como Francia Márquez, y mejor aún, de transformarlo (porque ni Petro y Francia podrán hacerlo solos).
Mientras tanto, los políticos tradicionales gastarán el dinero público en carísimos asesores de comunicación que no los harán mejores gobernantes ni los salvarán de la enorme crisis política y de gobernabilidad. En todo caso les ayudarán a comunicar de manera eficaz mensajes convincentes, aunque sean promesas que no se pueden o que no pretenden cumplir.
