Venezuela: cuando la "ayuda" lastima

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Marcos Arana Cedeño
Médico, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición.

 

 

Venezuela: cuando la “ayuda” lastima

Yemen se encuentra sumergido en la más grave crisis humanitaria actual; el hambre, la desnutrición y el cólera, causados por la destrucción de la infraestructura básica a consecuencia de los ataques del ejército de Arabia Saudita (utilizando armas norteamericanas), han diezmado a la población y causado la muerte de más de cincuenta mil niños, adicional a más de dos millones que se encuentran gravemente desnutridos[1]. A pesar de los llamados de las Naciones Unidas, la ayuda humanitaria de los Estados Unidos en Yemen tardó casi cuatro años en materializarse[2], además de que no incluyó crítica alguna a los ataques de sus aliados saudíes contra la población civil.

En contraste, en Cúcuta, ciudad colombiana fronteriza con Venezuela, se siguen acumulando cientos de toneladas de víveres, medicamentos, materiales de limpieza y otros productos que escasean gravemente en Venezuela debido a la incompetencia del gobierno venezolano agravada por los bloqueos comerciales al régimen bolivariano. Aunque estos materiales de ayuda han sido enviados por  varios países, la gran mayoría proviene del gobierno de Estados Unidos. Desde hace semanas, la ayuda de ese país  es transportada en gigantescos aviones militares C-17 desde bases del ejército en Houston y Miami. 

Si bien es innegable que existe una necesidad real y urgente de alimentos y medicamentos, es evidente que la motivación para el envío de esta ayuda, por parte del gobierno norteamericano, obedece más a una estrategia político-militar que a razones humanitarias.

A la par de la respuesta del gobierno de Nicolás Maduro para bloquear el arribo de esta ayuda (a los ojos del mundo mostrada como torpe e impopular), ha sido inducida intencionalmente una visión maniquea, que alienta el descontento popular, buscando justificar la actitud más injerencista del gobierno norteamericano, que fácilmente puede escalar a una violenta intervención militar directa.

El llamado de Juan Guaidó para que la ayuda humanitaria ingrese por diferentes rutas a Venezuela, es fuertemente alentado por el gobierno norteamericano, a sabiendas de que esto agudizará las tensiones y generará el riesgo de una confrontación violenta, que, de ocurrir, constituiría el pretexto ideal para una intervención militar norteamericana, la cual sería presentada al mundo como “necesaria” para  proteger a la población civil. Este es el verdadero objetivo del gobierno de Trump; y si no se actúa rápidamente en otro sentido, será el desenlace anunciado.

Desde esta perspectiva, la ayuda no tiene el único objetivo de aliviar las necesidades. Para que éste realmente se cumpla, es necesario que la ayuda se canalice a través de corredores civiles neutrales, ya sea mediante la intervención de la Cruz Roja Internacional y/o de las Naciones Unidas. El transporte y distribución de la ayuda a través de un mecanismo de este tipo, aliviaría las tensiones y las necesidades urgentes de la población, al tiempo que desactivaría la tensa situación que amaga con una alta probabilidad de desencadenar una ola de violencia.

Si no se actúa rápidamente para desactivar la bomba de tiempo que amenaza el futuro de Venezuela y, en cierto modo, el de toda América Latina, el puente Simón Bolívar (que comunica a Colombia y Venezuela) será, junto con los otros puntos de entrada, un escenario explosivo… Cualquier chispa de provocación puede hacerlo estallar con consecuencias indecibles.

En un escenario ideal, pero posible, el paso siguiente a la creación de un canal humanitario neutral sería un acuerdo para que se lleven a cabo elecciones, igualmente organizadas por las Naciones Unidas.

En situaciones de conflicto, la ayuda humanitaria casi nunca ha estado libre de intereses estratégicos, políticos o militares. Sin embargo, si no se desarticula pronto esta bomba de tiempo, además de un evento con un alto potencial de violencia, estaremos presenciando el fin de la credibilidad de las operaciones humanitarias, que difícilmente serán vistas sin suspicacia, afectando a muchas poblaciones que sufren situaciones críticas.

El discurso vociferante y amenazante de Donald Trump en Miami, en el que incluye amenazas contra Cuba y Nicaragua, confirma sus verdaderas intenciones.

Una solución pacífica para Venezuela, ahora más lejana, debería establecer un corredor humanitario neutral para que los insumos enviados sean entregados a la población con la intervención de la Cruz Roja Internacional y/o de Naciones Unidas evitando que ésta sea manipulada  por Trump, Guaidó o Maduro.

Los corredores humanitarios, basados en los principios de neutralidad de la ayuda humanitaria, han sido utilizados exitosamente por las Naciones Unidas para hacer llegar ayuda a la población en situaciones de crisis; es difícil concebir una opción más apropiada. Muy probablemente, el régimen de Maduro consideraría esta opción como aceptable. Sin embargo, es muy probable  que el gobierno de Trump rechace  esta medida para canalizar su ayuda, ya que el efecto político que quiere lograr se vería anulado.

Desde una perspectiva del derecho humanitario internacional, es inadmisible el uso de la ayuda humanitaria con otros fines que no sean los de aliviar las necesidades de una población que ahora se encuentra como rehén de un conflicto geopolítico.

 

[1] https://www.warchild.org.uk/what-we-do/projects/yemen?gclid=CjwKCAiA767jBRBqEiwAGdAOrzGyxxf7As64pp1wht-u0OPHV3w4NoQx4IOryUhEKh1vpxZoSQQGZBoCSHcQAvD_BwE

[2]https://www.apnews.com/fef2345f8fd44997b175fae8db931c13

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