Una guerra que da risa

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J. Jesús Esquivel

Corresponsal de la revista Proceso en Washington

@JJesusEsquivel

 

Una guerra que da risa

 

Washington – De la noche a la mañana el gobierno de Donald Trump, que todo resolvería con la edificación de un muro en su frontera sur, arreció la lucha bilateral con lo que queda del sexenio de Enrique Peña Nieto, en contra de los cárteles del narcotráfico.

El fracaso bilateral para contener la producción, tráfico y consumo de enervantes no puede tener mejor rostro, que el de usar a una PGR diezmada, sin poder ni cabeza, para resaltar los esfuerzos de combatir y desmantelar al Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG).

Es de reírse el recordar uno a uno los eventos bilaterales de la PGR y Departamento de Justicia de Estados Unidos, para informar que harían todo lo que fuera necesario para arrestar o eliminar a Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, presunto capo de capos del Cártel de Sinaloa.

Han pasado los años, al Chapo lo empiezan a juzgar en unas semanas; el Cártel de Sinaloa es nuevamente declarado junto al CJNG, como una de las organizaciones de mayor amenaza a la seguridad de las dos naciones y en Estados Unidos mueren todos los días unas 110 personas en promedio por sobredosis de droga.

Cómo pueden decir que van ganando la guerra si la realidad los rebasa.

A Trump no le había interesado el problema del narcotráfico en México excepto para hacer campaña proselitista. ¿Los muertos en su país, anglosajones en su mayoría lo habrán hecho reflexionar? Lo dudo, el sigue obsesionado con el asunto del muro que además de contener al flujo de migrantes, parará al de drogas y narcos.

Es natural que en una guerra que da risa y ya en la agonía de su mandato, la PGR de Peña Nieto se preste a cualquier intento por quererse colgar medallitas de oropel en una lucha perdida.

Al narcotráfico no se le derrotará mientras en Estados Unidos no se aborde como problema de educación y de salud al imparable consumo de cualquier tipo de drogas. Es necesario que el Departamento de Justicia haga por fin algo para anular o por lo menos menguar, al tráfico ilegal o hasta legal de armas que cruzan de Estados Unidos a México.

Sin armas la violencia no podría alcanzar los niveles que ha rebasado en casi todos los estados mexicanos. Peña Nieto nunca impulsó una estrategia de presión sobre estos puntos, primero al gobierno de Barack Obama y posteriormente al de Trump.

La cooperación para derrotar al crimen organizado y al trasiego de drogas no funciona con la idea de la eliminación de capos ni extraditándolos. Si esto no fuera así, qué alguien me explique por qué después de enviarle al Departamento de Justicia a criminales supuestamente peligrosísimos como Juan García Ábrego, el Chapo, Cárdenas Guillén a varios de los Arellano Félix y dirigentes de los Z’s, estamos peor que antes y hasta con una nueva organización mejor organizado y más letal y efectiva que sus antecesores; el CJNG.

La guerra contra el narcotráfico de Estados Unidos y México da risa, con una operación insignificante de supuesto éxito pretenden vendernos espejitos. Andrés Manuel López Obrador promete cambiar el contexto, debería empezar exigiendo mayores esfuerzos a Trump porque los mexicanos estamos cansados de poner los muertos.

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