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Tijuana, lápida de Meade

J. Jesús Esquivel

Corresponsal de la revista Proceso en Washington

@JJesusEsquivel

 

Tijuana, lápida de Meade

 

Washington – En el debate del domingo pasado en Tijuana no hubo de entre los cuatro candidatos un ganador; sí un derrotado, José Antonio Meade, el candidato del PRI.

En el contexto de la relación bilateral con Estados Unidos y la crisis migratoria desatada por el racismo y la xenofobia para con los inmigrantes indocumentados y en especial los de origen mexicano por parte del presidente de ese país, Donald Trump, el candidato del gobierno de Enrique Peña Nieto se garantizó la derrota el 1 de julio.

Es inconcebible que estando en una ciudad fronteriza como Tijuana, Meade considerara acertada la decisión de Peña Nieto, por manipulación del eterno aprendiz de canciller, Luis Videgaray, de recibir a Trump en Los Pinos en agosto de 2016.

Decir que no fue un error de Peña Nieto aquella polémica visita de Trump a la capital de nuestro país, fue la lápida que faltaba en la tumba electoral del candidato del PRI.

Justificar a su jefe y a Videgaray, que lo destapó como candidato presidencial, es aceptar y validar los insultos de Trump a los mexicanos: que somos criminales, violadores, narcotraficantes y hasta animales. Meade, que cuenta con un nivel bajísimo de la preferencia electoral y por ello está destinado a la derrota en los comicios de julio -a menos que el gobierno federal cometa un megafraude, lo que no está totalmente descartado-, perdió la oportunidad de oro de deslindarse de una presidencia corrupta, vapuleada y desprestigiada. Tomando en cuenta, claro, que él dice que es honesto y no es como los priistas.

Si no se atrevió a denunciar un error de quien lo hizo tres veces secretario de Estado en este sexenio, menos podrá enfrentar con pragmatismo y eficacia a un Trump que precisamente se aprovecha de la tibieza y entreguismo del gobierno de Peña Nieto para seguir usando a México y a los mexicanos como pretexto para justificar su racismo.

Validar el error de Peña Nieto de aquella invitación a Trump a Los Pinos en Tijuana, una ciudad que precisamente colinda con Estados Unidos, es definitivamente la demostración factible del desconocimiento de Meade del problema migratorio que tiene México con el vecino del norte.

Y no es que Andrés Manuel López Obrador, el candidato de Morena, o que Ricardo Anaya, del Frente (a "El Bronco" me lo ahorro; solo estorba), hayan sido mejores o efectivos en sus respuestas sobre la problemática migratoria con Estados Unidos; no, no lo fueron, pero por lo menos condenaron y denunciaron un acontecimiento que nos indignó y ofendió a todos los mexicanos.

Que lejos están los candidatos a la presidencia de México del problema migratorio y de tantos otros que aquejan a nuestra frontera norte. Tijuana, Nuevo Laredo y Ciudad Juárez, por mencionar algunas ciudades del norte mexicano, son otro país dentro de México.

Insisto, desde mi punto de vista, no hubo un ganador en el debate del domingo pasado en Tijuana.

Lo rescatable del debate fue que ya tenemos claro que la presidencia de México se la disputan dos candidatos: Anaya y López Obrador.

Sobre el papel de los dos moderadores del evento, prefiero ahorrarme letras.

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