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Silencio que hiere

J. Jesús Esquivel

Corresponsal de la revista Proceso en Washington

@JJesusEsquivel

 

 

 

 

Silencio que hiere 

 

Washington – Como en los momentos más críticos de la crisis de inseguridad en el "sexenio de la muerte" de Felipe Calderón, hoy México está metido en un pozo de violencia que olímpicamente ignoran, para nuestra desgracia, los candidatos a la presidencia. 

Se entiende por lógica electoral que la corrupción e impunidad que son el símbolo del gobierno de Enrique Peña Nieto y del eterno aprendiz de canciller, Luis Videgaray, son causa justificada del enojo y hartazgo de la sociedad mexicana que exige un cambio.  

Andrés Manuel López Obrador, candidato de Morena; Ricardo Anaya, de la coalición por México al Frente; y hasta (se pueden reír) José Antonio Meade, del PRI, centran la venta de su propuesta de gobierno en acabar con la corrupción y la impunidad; mal harían en no hacerlo. 

¿Y la inseguridad, compadres? Los tres aspirantes a la presidencia no han dicho mucho respecto a su proyecto de gobierno para estabilizar al país en materia de seguridad y respeto a los derechos humanos.  

Las desapariciones forzadas, los secuestros, los asesinatos, las ejecuciones, los asaltos a mano armada, los feminicidios, la trata de blancas, el robo de niños y el tráfico de órganos infantiles hacia los Estados Unidos, nos tienen horrorizados y arrinconados. No hay un solo estado del país que sea la excepción a la regla de la inseguridad. 

Los narcotraficantes mantienen en completa anarquía a regiones enteras en estados del norte. Está bien que, para nuestra desgracia, el "sexenio de la muerte" nos haya acostumbrado a los muertos, pero urge una sensibilización y no necesitamos a gurús políticos para ello.  

El exorcismo civil que requerimos no lo puede administrar ni el prelado político de Morena, ni el del PRI, y menos el del Frente. Anaya cometería sacrilegio; huele a la pólvora y a la sangre que regó Calderón. 

Nuestro futuro se encuentra amenazado, miles de jóvenes han desaparecido a manos de la policía y los criminales. Luego aparecen muertos y tirados en cualquier barranca, nos indignamos y no pasa nada. 

Hiere el inexplicable silencio de los candidatos frente a tanta violencia. 

La inseguridad no debería estar en el segundo o tercer plano de las prioridades de gobierno de los aspirantes a ocupar la silla de Los Pinos. México ocupa un lugar preponderante en la lista de las naciones más peligrosas e inseguras del planeta. 

¿Por qué se imaginan que le salió muy bien a Donald Trump vender a los electores estadunidenses la falacia de que los mexicanos somos criminales y violadores? Trump es un mentiroso crónico, pero sustentó su campaña electoral en exagerar la imagen mundial e innegable del México de los asesinatos, secuestros, de las apologías de los narcos gracias a la televisión, el cine, el internet y la música. 

El mutismo de los candidatos frente a la crisis humanitaria se percibe como complicidad o como desinterés y falta de responsabilidad. 

La mayoría de la población que ha sido víctima de la violencia recorre el viacrucis de la exigencia de justicia, pero nadie la escucha, será crucificada por la indiferencia gubernamental.  

En México la justicia es selectiva. Solo cuando la violencia alcanza a familiares de los ricos, de empresarios, artistas o deportistas famosos y a los extranjeros que desafían la ruleta rusa al visitar nuestro país, el gobierno se vuelve justiciero en tiempo récord.

Callarse ante la sangrienta realidad es connivencia. No lo olviden señores candidatos, muchos mexicanos víctimas de la ignominia no lo harán el primero de julio cuando estén ante las urnas.

 

  

 

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