Perseguidos

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Los Ángeles, California – Perseguidos, es lo que viene a la mente de los miembros de la comunidad inmigrante en los Estados Unidos cuando se habla de las redadas migratorias que iniciaron este domingo con el objeto de deportar a miles de personas sin permisos laborales y residencia.

Donald Trump tiene un objetivo: reelegirse en las elecciones presidenciales del 3 de noviembre de 2020, y para ello se aferra a cumplir la promesa que hizo a su base electoral en 2016, es decir, sacar de los Estados Unidos a un número significativo de inmigrantes indocumentados, dándoles un trato criminal.

Oficialmente, la orden de Trump al Departamento de Seguridad Interior es capturar y repatriar a sus países de origen a unos 2000 inmigrantes indocumentados que tienen orden de deportación por violaciones migratorias o que tengan antecedentes penales y/o estén en prisión.

Los agentes del Buró de Inmigración y Aduanas (ICE, por siglas en inglés) del Departamento de Seguridad Interior deben, a discreción y en cumplimiento de la orden de Trump, aprehender además a personas cuyo perfil racial pueda encajar en el de un presunto inmigrante indocumentado, amén de los que enfrentan la orden de repatriación.

“Somos unos perseguidos de Trump, un presidente racista que nunca imaginé que tuviera este país cuando llegué aquí a Los Ángeles hace 37 años”, me comenta Joel Villagrán, chofer y dueño del automóvil Uber mientras me conduce al aeropuerto.

Sostiene que aquí en California, especialmente en la zona conurbada de Los Ángeles, la comunidad inmigrante se siente perseguida y vive en un estado de alerta y pánico desde hace días, cuando se enteró de que Trump cumpliría su amenaza de las redadas en unos diez estados del país.

Joel es residente permanente en los Estados Unidos desde hace 17 años. Llegó a Los Ángeles hace 20 años como inmigrante indocumentado y comenzó trabajando como jardinero en fraccionamientos residenciales de la ciudad.

“Por dejado no me he hecho ciudadano de Estados Unidos, pero como residente permanente también tengo miedo. Con cualquier pretexto, hasta por un accidente de tránsito, este Trump me puede tratar como a un criminal y deportarme”, expone Joel.

Este hombre, como muchas otras personas residentes permanentes en cualquier estado de la Unión Americana, tiene familiares, amigos y conocidos que aunque llevan años de vivir y trabajar en el país, son inmigrantes indocumentados en espera de un cambio a la leyes migratorias para regularizar su estatus, que no llega ni llegará con Trump mientras sea presidente.

En calles de los barrios latinos de Los Ángeles las personas comentan que saben de inmigrantes indocumentados que por miedo a ser víctimas de las redadas y de la mala suerte se encerrarán en sus casas y no irán al trabajo hasta que se calmen las aguas. Se rumora que algunas personas que enfrentan orden de deportación se han ido a refugiar a las iglesias o a centros de apoyo para los inmigrantes.

Se desconoce la magnitud y el tiempo que durarán las redadas. En Washington se habla de que podrían hacerse regularmente hasta los comicios presidenciales de noviembre de 2020. Trump no dará marcha atrás al cumplimiento de su promesa electoral y menos si en el camino descubre que le da resultado para incrementar su nivel de popularidad entre la sociedad conservadora de los Estados Unidos.

Más allá de las fronteras de la nación que gobierna Trump, la gente puede imaginar que hay cohesión entre la comunidad migratoria de Estados Unidos y que esta rechaza las acciones para criminalizar a los indocumentados. Lo que me relata Joel devela que eso de la unidad migratoria en Estados Unidos, y en especial entre la comunidad latina y mexicana, es llanamente una falacia.

“Tengo una prima que es ciudadana por nacimiento, nació aquí en Los Ángeles mientras sus papás trabajan como indocumentados en restaurantes ya hace más de 50 años… Esta prima, que se casó con un cuate que era indocumentado cuando se conocieron pero ya se hizo ciudadano, apoya a Trump, y no sólo eso, ella grita a los cuatro vientos que sueña con el día en que saquen de Estados Unidos a todos los indocumentados cochinos, borrachos y haraganes, sobre todo a los mexicanos a quienes ya no soporta. Así lo dice, aunque no lo crea”, me dijo con tono de vergüenza Joel mientras me transportaba al aeropuerto de Los Ángeles.

Como la prima de Joel, hay millones de ciudadanos estadounidenses de origen latino, descendientes de indocumentados, igual de racistas que Trump. Esto justamente es lo que entusiasma al mandatario para criminalizar a la inmigración indocumentada, sabiendo que le generará votos en las urnas en las elecciones del 3 de noviembre del próximo año.

Pero no son exclusivamente las personas con orden de deportación las perseguidas por Trump y por los agentes de ICE, potencialmente lo son por igual los 11 o 13 millones de inmigrantes indocumentados que se calcula viven y trabajan en los Estados Unidos.

 

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