Nuestro subconsciente

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J. Jesús Esquivel

Corresponsal de la revista Proceso en Washington

@JJesusEsquivel

 

 

Nuestro subconsciente

 

Washington – El emotivo e histórico inicio de la Cuarta Transformación (4T) enchina la piel al revivir en la memoria la ceremonia en el zócalo que reivindicó a millones de mexicanos que por décadas añorábamos presenciar un momento de tal magnitud e importancia.

Pero eso fue ayer. Ya están guardados los manteles, sahumerios y las palabras de Andrés Manuel López Obrador en San Lázaro se integraron a los libros de nuestra historia. Ahora la lucha requiere de todos.

Para materializarse, las promesas demandan disciplina, visión, compromiso, cooperación y rendición de cuentas.

Debemos mantenernos vigilantes para que haya transparencia y garantizar que se acaben los privilegios a esos cuantos que por años saquearon y envilecieron al país degradando al sistema democrático.

AMLO tiene el beneficio de la duda, se lo ganó a pulso. Nuestro subconsciente puede traicionarnos y hacernos caer en la desfachatez de pensar y pretender que todo se logre por añadidura. Hoy más que nunca debemos medir a todos los que se integran a la 4T con el racero que permitió enterarnos de la Casa Blanca de Enrique Peña Nieto y de la patraña que ocultó su gobierno sobre la desaparición de los 43 jóvenes de la normal de Ayotzinapa.

Como informadores, recae sobre nosotros una doble responsabilidad de contribuir a que se cumpla con lo prometido.

Evitemos a toda costa embriagarnos con el conformismo del resultado electoral del primero de julio. Si AMLO está dispuesto a someterse al escrutinio público y al mandato del pueblo para su continuidad dentro de tres años, por civismo y respeto al credo de la profesión, los informadores estamos todavía más comprometidos a investigar al gobierno y a hacer preguntas incómodas.

El sistema que acabamos de echar al cesto de la basura pudrió a la prensa y a muchos informadores que prefieren el dinero por encima de su responsabilidad con la sociedad.

La 4T abre ventanas a la transparencia y a la honestidad, se huele en el ambiente que priva en el país desde este 1 de diciembre.

Los buitres, inconformes porque la carroña de pronto se les esfumó, querrán poner a los informadores que caigan en la conformidad la etiqueta que ellos cargaron por años en sus plumas, la de “chayoteros”.

Y aunque no lo sean, mantenerse al margen de pedirle cuentas a AMLO los haría cómplices.

Recelosos por todo lo que nos han hecho los políticos rapaces y esos pocos privilegiados dueños de la riqueza, los mexicanos necesitan de una prensa a la altura de la aureola de honradez y transparencia que precede a AMLO. Qué bueno que sea así. El adjetivo de "el chayo" debe ser pretérito y un recordatorio para que a esta bendita profesión no la traicione el subconsciente. Se acabó el guateque, construyamos a ese México que hurtaron y destruyeron los políticos y criminales.

 

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Comentario 1
  • Armando López Juvera

    La verdad, yo no tengo dudas, no por fanatismo ni idolatría, sino por convicción nacida de mi confianza en mí, en mis instintos, en mis sentidos, en mi inteligencia sólo estándar pero suficiente para distinguir la honestidad de la perversión cuando ambas son clarísimas. Debemos tener mucho cuidado de no engordarles el caldo a los perversos por un exceso de reticencia y desconfianza que esos perversos y cobardes tratarán de inocular en nuestro cerebro. Aún cuando se equivoque López Obrador deberemos entender que el riesgo es parte de la acción, pero que tendrá el temple y la honestidad de corregir

    Responder
    4 diciembre, 2018

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