No reelección

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Desesperados, enfurecidos porque han perdido toda posibilidad de incidir en el manejo del país, los opositores al gobierno de Andrés Manuel López Obrador han reabierto una discusión que considero necesario retomar: la del principio de No Reelección.

Al negarse a apoyar la iniciativa federal de revocación de mandato, los representantes de la oposición han enarbolado como argumento el intento presidencial de colar su propia reelección en esa boleta que, a mitad de gobierno, nos preguntaría a los ciudadanos si debe continuar o no con su mandato.

El asunto ha llegado a niveles delirantes. El viejo mesías cultural, Enrique Krauze, llamó a crear un Frente Antirreeleccionista, con Cuauhtémoc Cárdenas como cabeza de contingente. Aunque el delirio fue desechado de inmediato, quizá con más vergüenza ajena que con desinterés, el asunto, bien mirado, podría no ser descabellado si nos contestamos un par de preguntas:

¿Realmente necesitamos que se reelija un diputado faltista, ignorante, indolente, que sólo va a visitar a los representados de su distrito cuando hay elecciones?

¿En verdad queremos que un senador levanta el dedo y ansioso por brincar a la gubernatura de su entidad, pueda permanecer en el cargo doce años?

Seamos honestos: los alcaldes verdaderamente eficientes, honestos, capaces, son casi una excepción en un sistema político aún contaminado por la lógica del contubernio, la transa y el abuso de los recursos públicos. ¿Necesitamos que se reelijan?

Y más aún… ¿Debemos seguir permitiendo que un líder sindical permanezca 20, 30 o 45 años como dirigente de su gremio? Vean la CTM, el Congreso del Trabajo, casi cualquier cúpula de trabajadores o empresarios.

México, efectivamente no necesita que un Presidente o un gobernador, gobernadora, pueda reelegirse. No lo necesita.

Pero tampoco un diputado, un senador, un alcalde.

Es más, para sanear la vida social y política en México necesitamos impulsar el principio de No Reelección también en otras instituciones, como los sindicatos, las centrales obreras, los organismos cúpula: que ningún líder sindical pueda extender su mandato, que ningún líder de cámara sectorial, que ningún dirigente de confederación repita su cargo.

Somos más de 120 millones de mexicanos, lo que nos sobra es gente con talento, con destreza, con capacidad, con amor a México.

Si no es indispensable un presidente, porque no lo es, tampoco un senador, un diputado o un líder sindical.

En el año 2014, un oscuro contubernio entre el PRI y el PAN acabó con 85 años de prohibición y abrió la puerta, innecesariamente, a la reelección a nivel estatal y federal para ciertos cargos. Los argumentos fueron lo de menos: se trataba de mimar a una casta política parásita, incompetente, voraz, que se benefició de un sistema que premiaba lealtad y contubernio.

No más.

Si queremos que en México no haya indispensables, debemos regresar el principio de No Reelección absoluto en la Constitución y extenderlo a todos los ámbitos:

Que en México no haya indispensables que se eternizan en un cargo.

Que nadie se reelija.

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