Mujeres, niñas y el ciberespacio

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Ricardo González Bernal

Coordinador del Programa Global de Protección de Article 19

@R1card0G0nzalez

Mujeres, niñas y el ciberespacio

 

 

Habitamos un mundo de conexiones

— importa cuáles son hechas y cuáles son desechadas.

Donna Haraway (1991)  

 

 

 

La violencia en contra de mujeres y niñas es un problema de salud pública que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, ha alcanzado los niveles de una pandemia. La expansión del ciberespacio y el auge de las tecnologías de comunicación e información, a lo largo de 20 años, han dejado en claro que vivimos en un mundo en donde la “vida real” está cada vez más íntimamente relacionada con la existencia digital. De ahí que no sorprenda que los patrones de violencias y exclusión preexistentes estén también presentes en los entornos digitales.

 

Lo digital no es un ámbito distinto de la vida “real”, lo que significa que la marginación de las mujeres y las minorías (sexuales, religiosas, políticas y culturales) en línea no puede ser separada de los obstáculos que enfrentan fuera de la red.

 

El acoso sexual, suplantación de personalidad, amenazas de violencia física, la publicación de fotografías y material privado sin consentimiento, diseminación de fotomontajes denigrantes o estigmatizantes y hasta chantajes y extorsiones a través de redes sociales y foros en línea, son algunos de los tipos de violencia relacionada con tecnologías que han documentado organizaciones como APC, entre muchas otras.

 

Internet ha transformado de manera radical la manera en la que ejercemos los derechos humanos, pero de manera simultánea y casi paradójica, también ha representado la oportunidad para el surgimiento de nuevos métodos de violación de estos derechos y libertades.

 

En 2013, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la resolución 68/167, la cual declara que la garantía de protección de los derechos humanos prevalece dentro y fuera de la red sin distinción alguna. Sin embargo, existe una serie de factores (políticos, culturales y hasta tecnológicos) cuya conjunción presenta aún resistencia a abordar el tema de la violencia en contra de las mujeres y las niñas en el ciberespacio.

 

Primero, podemos mencionar las posturas escépticas tradicionales a la atención focalizada y especializada en la violencia, bajo argumentos que señalan “que los hombres también son víctimas de violencia”, “que el feminismo promueve la misandria”, “que las mujeres lucran con su condición de víctimas”, y un largo y ya bastante machacado etcétera.

 

En segundo lugar, podemos señalar las resistencias de corte antropológico y sociológico, en donde se reproducen mitos fundacionales del ciberespacio basados en estereotipos que presentan a jóvenes escuálidos e inadaptados cuyo hábitat natural es el ciberespacio por lo que lo defienden a capa y espada. Como señala Kovie Biakolo, el estereotipo del nerd ha quedado atrás, principalmente porque los gigantes corporativos como Facebook, Twitter y Google están interesados (por razones financieras) en que el acceso a internet y los servicios que ofrecen lleguen a sectores más diversos.

 

Finalmente, se encuentra la resistencia producto de la aparente tensión entre el derecho a la libre expresión y el derecho de las mujeres a vivir una vida libre de violencia. En algunos casos, se ha llegado a propagar el rumor difamatorio de que el feminismo intenta censurar internet. Mentiras y difamaciones que bien pueden ser enmarcadas como parte del coletazo en contra del feminismo dado su avance y logros contundentes durante la última mitad del Siglo XX. Los retos son concretos y el camino está trazado para solucionarlos: encontrar un balance entre privacidad, anonimato y la investigación de actos delictivos a través de internet en contra de mujeres y niñas. No hay que inventar el agua tibia o descubrir el hilo negro, sólo falta asegurar que la interdependencia de los derechos humanos sea resguardada también en entornos digitales.

 

Debido a la naturaleza de los entornos digitales, el combate y prevención de la violencia en contra de mujeres y niñas en el ciberespacio requiere de un esfuerzo coordinado de gobiernos, empresas proveedoras de servicios de internet y sociedad civil. Como señala la investigadora Courtney Radsch, se requiere de marcos jurídicos efectivos y eficientes, políticas autorregulatorias de las distintas plataformas que sean sensibles a la situación de vulnerabilidad y potencial peligro de la violencia en contra de las mujeres y niñas. Finalmente, señala Radsch, se requiere de un esfuerzo colaborativo y solidario entre organizaciones de la sociedad civil y la comunidad técnica para crear y acercar herramientas que logren bloquear los perfiles o cuentas de origen de la violencia.

 

La violencia en contra de las mujeres y niñas en el ciberespacio nos aleja de los beneficios potenciales de internet, de sociedades verdaderamente democráticas y plurales. Sin la ocupación plena del ciberespacio por las mujeres, internet jamás será verdaderamente libre.

 

***

Algunos vínculos para profundizar en el tema.

 

Comparte tus Desnudos … pero con Seguridad

México: Explorando la violencia contra las mujeres relacionada con la tecnología

Imaginando una internet feminista a 20 años de la Sección J

  

 

 

 

 

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