Localizan con vida a Sarahí López a casi 2 años y medio. Una historia de incansable búsqueda y amor

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La incansable búsqueda de Maricruz López y Pedro López junto con el colectivo Hasta Encontrarles CDMX hizo posible la localización de Sarahí Maricarmen López Pérez después de 2 años, 4 meses y 18 días.

Sarahí tenía tan sólo 14 años de edad cuando la desaparecieron en la alcaldía Gustavo A. Madero en la Ciudad de México. Hoy cumple 17 años, en libertad y con su familia acompañándola en el proceso que sigue tras su hallazgo.

La última vez que Maricruz López vio a su hija fue la madrugada del 26 de agosto de 2018 en la colonia Campestre Aragón, la misma donde creció. Hace unos días fue encontrada al norte del país gracias a una denuncia anónima. La tarde del pasado viernes 15 de enero, el colectivo informó que la menor de edad fue localizada y se reencontró con su familia.

"Ese momento en el que yo la abracé, se lo dediqué a ella. Dije 'aquí está el momento que tanto esperabas', pero es difícil (...) Me duele mucho que no esté aquí ahora para poder ella disfrutar esto", narra en entrevista Pedro López sobre su tan esperado reencuentro con Sarahí.

El anuncio se hizo el pasado 15 de enero en la cuenta de Facebook del colectivo: "Hoy el Colectivo Hasta Encontrarles CDMX recibe con mucha emoción y amor a nuestra querida Sarahí Maricarmen, quien después de dos años y medio ha sido localizada y se ha reencontrado con su familia. Maricruz, amada compañera, tu lucha valió la pena. Gracias por iniciar este camino de dolor y esperanza con nosotrxs. Que nuestro amor infinito vuele hacia ti, donde quiera que te encuentres y por fin descanses en paz".

Pedro López asegura que la localización de Sarahí se logró porque Maricruz nunca dejó de luchar para llevarla de vuelta a casa, no se dio por vencida ni en los días más cansados, así como por el acompañamiento del colectivo Hasta Encontrarles CDMX, del que su tía formaba parte desde que se conformó y al cual él se integró después de que ella falleció en abril de 2020.

"Es algo que yo le prometí en vida a mi tía. No le resto el esfuerzo que hizo la fiscalía, pero realmente fue encontrada por esa persona que dio el dato (...) Fue algo que quería yo de corazón hacer y la verdad nunca voy a quitar el dedo del renglón: fue gracias al colectivo y gracias a mi tía que no perdió la esperanza y la verdad yo tampoco", comenta.

El amor y la lucha de una madre buscadora

Maricruz se dedicó a buscar por su propia cuenta a su única hija hasta el último día de su vida. No sólo se enfrentó al profundo e indecible dolor por la ausencia de su hija, sino también a la dilación, negligencia, irregularidades y violencia de las instituciones; a la revictimización, a la corrupción de policías y abogados que abusaron de su situación. En el camino se encontró con cuatro abogados que, como ella misma señaló en varias ocasiones, sólo le pidieron dinero, pero no le presentaron avances de las investigaciones.

Desde el día en el que a Sarahí la desaparecieron, Maricruz denunció ante el Ministerio Público y señaló a Abel "N", el sujeto que la sustrajo de su casa, ya que antes de su desaparición en agosto de 2018, el mismo señor la había privado de su libertad dos veces. De acuerdo con el testimonio de la menor, dictámenes médicos y psicológicos, fue agredida sexualmente.

A pesar de contar con esos antecedentes y las reiteradas denuncias de Maricruz sobre el peligro que enfrentaban, la entonces Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJCDMX) no giró una orden de detención ni dictó órdenes de protección a favor de Sarahí. A todo esto se sumaron las amenazas que recibió muchas veces por parte de la familia del responsable de la desaparición de su niña, lo que ponía en riesgo su seguridad e integridad física, psicológica y emocional.

"Yo seguiré buscando a mi hija hasta que sea el último suspiro de mi vida", aseguró Maricruz el 18 de agosto de 2019 en entrevista para Rompeviento TV durante la pinta del mural con el rostro de su hija en la colonia Olivo, junto a Casas Alemán, en la Gustavo A. Madero.

Para sus familiares y el colectivo Hasta Encontrarles CDMX, la noticia de su partida fue algo inesperado, lo que les causó tristeza y enojo porque consideraron que fue un acto de injusticia que ella haya fallecido sin saber dónde estaba ni cómo estaba su hija, sin volver a abrazarla, al tiempo que a la joven se le privó de la posibilidad de despedirse de su mamá.

Pedro y Margarita, una hermana de Maricruz, fueron los únicos familiares que la acompañaron desde agosto de 2018 en los momentos de más incertidumbre y dolor.

"Yo viví el último año y medio con ella, me cambié allá (a su casa) para apoyarla. Se iba a veces todo el día (a las búsquedas). Yo llegaba a veces casi a las 11 -de la noche- del trabajo y ella llegaba a las 11:15. Le digo 'oye, ya estoy preocupado por ti, ¿ya comiste? ', 'nada más una torta'. Le digo '¿por qué? tienes diabetes, te estás mal pasando'", dice él mientras se acuerda de varias cosas que ella le platicaba de sus días yendo de un lugar a otro para presionar a las autoridades para que se realizara alguna diligencia o acudiendo a los domicilios donde supuestamente podría encontrar a Abel y, por ende, a su hija.

En varios de los momentos que compartieron, Maricruz le confió a Pedro la continuidad de su lucha, pero sobre todo el cuidado de su niña si un día ella ya no estaba:

"Me decía siempre 'oye hijo, si yo falto algún día, ¿tú te harías cargo de mi hija?', le digo 'sí'. Me decía 'no la dejes de buscar', le digo 'la vas a encontrar, la vas a encontrar, es más, antes de que acabe este año'. Le daba ánimos, trataba de hacer eso (...) Yo veía muy fuerte a mi tía, pero de repente se enferma".

Así, en medio del proceso de duelo y de las dificultades por la pandemia de COVID-19, Pedro asumió la responsabilidad de seguir con la búsqueda de Sarahí, con todo lo que eso significó a nivel jurídico, social, emocional y económico.

Fue entonces que él se registró como familiar responsable ante la Fiscalía Especializada en la Búsqueda, Localización e Investigación de Personas Desaparecidas (FIPEDE), la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas de la Ciudad de México (CEAVI-CDMX) y la Comisión de Búsqueda local.

"Ahí me empecé a dar cuenta lo que mi tía recorría, más que nada las puertas que ella tocó y para mí un fue poquito difícil entender la magnitud de todo eso, a pesar de que yo estaba ahí con ella, que me contaba y platicábamos. Me di cuenta ahí de cuánto sufría como madre, yo no tengo hijos, pero puedo entenderla", sostiene Pedro.

Durante estos nueve meses lo que más le desesperó y causó impotencia a Pedro cuando solicitaba avances en la fiscalía sobre la investigación, era darse cuenta que a pesar de que tenían identificado al sujeto que se llevó a su prima e incluso a quienes fueron sus cómplices, los funcionarios se tardaron en realizar averiguaciones y búsquedas.

Abel "N", de casi 47 años, fue detenido en flagrancia durante el rescate de la menor. Desde 2019 ya existía una orden de aprehensión en su contra, al igual que denuncias contra integrantes de su familia ante la Fiscalía Central de Investigación para la Atención de Niñas, Niños y Adolescentes, por los delitos de corrupción de menores, asociación delictuosa y complicidad en la sustracción de menores. Ahora se encuentra en algún reclusorio de la CDMX mientras se admiten las pruebas, se realiza un juicio y se le dicta una sentencia, que la familia de Sarahí espera que sea condenatoria.

Si bien Sarahí ya fue localizada, recién comienza otro proceso que también les implicará paciencia: el de reparación de daños de los que fue víctima y de acceso a la justicia, de un largo camino de acompañamiento psicológico y, en palabras de su primo, de cuidarla y apoyarla para que estudie porque eso siempre fue lo que quiso su mamá.

Hoy, Pedro quiere que Sarahí "recuerde a su madre como una guerrera, nunca la dejó de buscar porque la amaba mucho". A la pregunta de qué le diría a su tía luego de haber encontrado a Sarahí, manifiesta:

"Sí valió mucho la pena su esfuerzo, yo estuve tratando de cumplir con su deseo de encontrar a su hija, junto con todos, y que deseo de corazón seguir al cuidado de su hija, como ella hubiera querido. Ahora sólo dame fuerzas y de mi cuenta corre que ella estará bien".

Además, Pedro afirma que se mantiene optimista en que se recibirán más noticias buenas sobre localizaciones con vida de seres queridos de otros integrantes del colectivo y de más familias de personas desaparecidas, a quienes les pide que no pierdan la fe, de ahí que señala: "la lucha sigue para mí, no para ahí, seguiremos buscando. Como dice el colectivo: hasta encontrarles. Uno solo contra el sistema no puede".

Maricruz fue una mujer fuerte, persistente, insumisa ante la vida y la omisión de las instituciones; una madre amorosa, para quien fue primordial encontrar a su hija aunque significara "morir en la raya", como cuenta Pedro. Su sobrino también la piensa con alegría, recuerda cuando ella lo llevaba a la primaria, y menciona que allí con él vive "Bigotes", el gato que tanto la acompañó y cuidó.

También fue una amiga y compañera cariñosa, pues integrantes del colectivo Hasta Encontrarles CDMX la recuerdan dándoles ánimos y apoyo en los días más adversos, preocupándose por las demás personas; siempre participativa en las reuniones que tenían las familias con las autoridades, en las protestas y en cualquier actividad a la que se convocara.

Colectivizar la búsqueda y la esperanza

De 2006 a septiembre de 2020 se reportaron 77,171 personas desaparecidas, la Ciudad de México ocupa el cuarto lugar de las entidades que concentran más desapariciones.

Desde el comienzo de la llamada guerra contra el narcotráfico, iniciada por el gobierno del panista Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), el fenómeno de la desaparición se hizo más visible en estados como Tamaulipas, Veracruz, Guerrero, Sinaloa y Chihuahua, donde miles de personas se vieron obligadas a salir a buscar a sus familiares frente a la inacción, el silenciamiento e incluso la complicidad de las instituciones del Estado mexicano.

Este tipo de violencia también alcanzó a la CDMX desde hace años, pero no era nombrada ni reconocida como "desaparición" por el extinto Centro de Apoyo de Personas Extraviadas y Ausentes (CAPEA) del Gobierno capitalino; dicha oficina calificaba el estatus da las personas desaparecidas como "ausente", "no localizada" o "extraviada" sin realizar ningún tipo de investigación ni búsqueda porque carecía de dicha facultad. Fue en 2018 cuando esta realidad se logró visibilizar luego de la desaparición de Mariela Vanessa Díaz Valverde, alumna de Letras Hispánicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), debido a la presión académica y estudiantil.

A partir de la difusión y demanda de la aparición con vida de Mariela Vanessa, a quien desaparecieron el 27 de abril de 2018 en la colonia Fuego Nuevo, alcaldía Iztapalapa, se dieron a conocer más casos y conforme pasaron los meses, más familias se encontraron entre sí y comenzaron a acompañarse: la hermana de Viviana Elizabeth Garrido Ibarra, quien desapareció en las inmediaciones del metro Ermita el 30 de noviembre de 2018; el padre de Itzel Areli Herrera Zúniga, desaparecida en octubre de 2018 y localizada a finales de marzo de 2019; los papás de Braulio Bacilio Caballero, desaparecido el 28 de septiembre de 2016 en Pantitlán; y Maricruz, mamá de Sarahí Maricarmen, desaparecida el 26 de agosto de 2018.

El 20 de junio de 2019, el colectivo de familias de personas desaparecidas Hasta Encontrarles CDMX entregó una carta al titular de la FIPEDE, Willy Zúñiga Castillo, en la que le notificaron sobre su conformación y le dieron a conocer las violaciones de las que han sido víctimas desde la desaparición de sus seres queridos, inclusive desde antes de que él asumiera el cargo, al igual que una serie de solicitudes.

Una de las primeras exigencias que enfatizó el colectivo fue que la búsqueda de sus hijas e hijos se hiciera con presunción de vida, el respeto de su derecho a la coadyuvancia y la participación conjunta, tal como lo establece la Ley General en materia de desaparición y la Ley General de Víctimas.

Durante estos años, el camino que han recorrido las familias ha sido largo y difícil, ya que a la par de padecer la tristeza y la preocupación, han lidiado con las omisiones e irregularidades de la FIPEDE y la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX), entre otras dependencias. Desde hace 10 meses han tenido que enfrentarse a mayores complicaciones en su salud, problemas económicos e inconvenientes en las investigaciones a causa de la emergencia sanitaria.

La desaparición de personas no sólo ocasiona dolor, tristeza, enojo y desasosiego para sus familias, también en varias ocasiones desencadena rupturas familiares, deterioro de la salud, aislamiento e indiferencia social, pérdidas laborales, patrimoniales y económicas. Por si fuera poco, las tareas de búsqueda implican para muchísimas de ellas enfrentarse al peligro de también ser desaparecidas, agredidas o asesinadas.

Sin embargo, las familias continúan sus luchas para encontrar a sus personas amadas, por lo que se capacitan de forma autodidacta, con el apoyo de académicas y organizaciones civiles, en el conocimiento de leyes, procedimientos jurídicos y búsquedas en campo, entre otras cuestiones, para acceder a la verdad y a la justicia. Se acompañan unas a otras, practican lo que desde diversos movimientos antipatriarcales y feministas llaman "ternura radical", cuidándose, haciendo suyo el dolor de la otra, pero también la alegría y la memoria.

De la mano de artistas solidarios y solidarias, a partir del 2019 el colectivo Hasta Encontrarles CDMX ha creado seis murales con los rostros de Sarahí, Viviana, Pamela, Mariela, Braulio, Natali Carmona Hernández, de quien este 27 de enero se cumplirán dos años de su desaparición, y Felipe de Jesús Olvera Martínez, desaparecido en la alcaldía Tlalpan desde el 3 de marzo de 2019.

Los murales forman parte del proyecto "Arte y muralismo por nuestrxs desaparecidxs" y los hacen en los lugares donde fueron vistas por última vez con el objetivo de visibilizar y mapear las desapariciones, así como de sensibilizar a la población para que se logre comprender que "nadie tiene derecho a desaparecer o a sufrir algún tipo de violencia", como apuntó Mitzi Robles, quien da acompañamiento al colectivo, en la jornada del mural por Sarahí.

Debido a la contingencia sanitaria se tuvo que suspender la realización de los murales de Ángel Gerardo Ramírez Chaufón, Jesús Armando Reyes Escobar y Leonel Báez Martínez, jóvenes desaparecidos en la colonia Lindavista el 29 de noviembre de 2019; Tania Karina Domínguez Morales, desaparecida desde el 28 de julio de 2019 en la colonia Guerrero; Nohemí Elizabeth Ramírez Neria, desaparecida el 27 de julio de 2016 en Iztapalapa; Brayan Valencia García, desaparecido en Azcapotzalco desde el 6 de marzo de 2020; y Karla Elena Ramírez Murrieta, desaparecida desde el 29 de agosto de 2020 en Azcapotzalco.

Sobre todo, sus familias desean que sean encontrados con vida antes de que esos murales se pinten y antes de que se cumplan uno, dos o más años de su desaparición.

Pese a lo desolador de este panorama, la localización de Sarahí es una esperanza para las miles de familias que buscan a sus seres queridos. Es también la demostración de que la solidaridad y la colectividad hacen posible el regreso a casa.

También puedes leer:
"La desaparición de Sarahí, un caso de abuso infantil y omisión de las autoridades"
"Hasta encontrarles CDMX, colectivizar la búsqueda de personas desaparecidas".

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