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La recaptura de “El Chapo” no es exactamente una "misión cumplida"

Ted Lewis

Director del Programa de Derechos Humanos de Global Exchange (San Francisco, California)

@TedLewis3

La recaptura de “El Chapo” no es exactamente una "misión cumplida"

El pasado 8 de enero, el presidente mexicano Enrique Peña Nieto celebró una victoria, horas después de que las autoridades mexicanas recapturaran al principal operador de la industria de las drogas, “El Chapo” Guzmán.

Haciendo eco del discurso de George Bush al jactarse de la victoria en la guerra de Irak, el presidente de México twitteó: "Misión cumplida" ("Mission Accomplished”) https://www.youtube.com/watch?v=XzrJwzYBUkU

¿Misión cumplida? No exactamente

La verdad es que mientras sigamos militarizando nuestra respuesta colectiva al problema de salud pública del abuso de las drogas, vamos a reproducir las condiciones que hacen inevitable la violencia, la corrupción y el surgimiento de nuevos “chicos malos”.

La violencia continuará siendo una plaga en México y América Central hasta que los Estados Unidos y sus vecinos abandonen la desacreditada estrategia de guerra contra las drogas iniciada por Richard Nixon hace 45 años y que continúa impulsando la política internacional en la actualidad.

Neutralizar a los malos – sin importar cuán grandes o malos sean- no pondrá fin a la horrenda violencia criminal y del Estado, que ha abrumado a México y América Central en las últimas décadas.

La captura de “El Chapo”, por supuesto, pone fin a un episodio embarazoso para el presidente mexicano Peña Nieto. Pero múltiples escándalos, incluyendo el manejo deshonesto e inepto de su administración del caso de los 43 estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa desaparecidos, ya habían llevado su popularidad a niveles históricamente bajos, incluso antes del espectáculo de la fuga de “El Chapo” de la prisión de mayor seguridad en México en julio de 2015.

Sí, Peña Nieto buscará mantener viva la historia de la captura de “El Chapo” el mayor tiempo posible. "El Chapo Show" incluye estrellas de cine, rumores sobre las ambiciones hollywoodescas de “El Chapo”, y serias especulaciones sobre quién puede quedar expuesto si “El Chapo” "habla" después de su posible extradición a los Estados Unidos.

Todas estas distracciones ayudan a Peña Nieto a evitar hacer frente a la profunda crisis de legitimidad que él y su gobierno enfrentan.

En Estados Unidos, los guerreros antidrogas -en la DEA, el Pentágono y en otros lugares- también quieren mantener el foco sobre El Chapo y su grupo, porque tal show eclipsa a las víctimas de la guerra contra las drogas, ahoga a sus críticos y disfraza el cada vez más evidente fracaso de casi cinco décadas de guerra y dogma prohibicionista.

La buena noticia es que los detractores de la guerra contra las drogas se niegan a permanecer en silencio y, en lugar de ello, están organizando un movimiento internacional para poner fin a la locura.

Un consenso se está construyendo en América Latina en torno a que en la "guerra contra las drogas," es imposible de ganar; que no es posible para las sociedades salir de sus "problemas de drogas".

El ímpetu para reformar la política de drogas también está creciendo al norte del Río Grande.

Durante un programa nocturno de televisión, Sanders citó el "gran número de vidas que han sido destruidas a causa de esta guerra contra las drogas" y el hecho de que Estados Unidos tiene "más gente en la cárcel hoy que cualquier otro país del mundo", como razones por las que "tenemos que poner fin a la guerra contra las drogas".

Naciones Unidas entra al debate

El 19 de abril 2016, Naciones Unidas convoca a una Sesión Especial de la Asamblea General (UNGASS, por sus siglas en inglés) para dar una mirada fresca al "problema mundial de las drogas".

La reunión mundial, solicitada por Colombia, Guatemala y México, no puede producir ningún avance inmediato. La mayoría de los gobiernos del mundo siguen siendo guiados por el miedo y aún no están preparados para abandonar las absurdas consignas de "el mundo libre de drogas" de la década de 1980.

Sin embargo, una red mundial de investigadores y defensores de la reforma se está organizando activamente para utilizar este "momento UNGASS" para introducir nueva investigación y mejores prácticas de sentido común, para promover un giro "evolutivo" que pueda transformar la política mundial de drogas en los próximos años.

Pero poner genuinamente freno a la guerra contra las drogas y la industria de la prisiones que alimenta, requiere más que argumentos convincentes y estrategias viables. Será resultado de la presión de una ciudadanía informada, organizada y creativa que puede hacer visible el daño causado por la guerra contra las drogas, mientras exige un cambio real.

“Caravana por la Paz, la Vida y la Justicia”

Hacer visible el daño causado por la guerra contra las drogas, fomentar el debate y exigir un cambio está en el corazón de la "Caravana por la Paz, la Vida y la Justicia", que iniciará en Honduras el 28 de marzo, en América Central, región profundamente afectada por la guerra contra las drogas. Desde Honduras, la caravana viajará a El Salvador, Guatemala, México y Texas, hasta la ciudad de Nueva York y la Sesión Especial de la ONU.

Los que encabezan la caravana serán los líderes de las familias y comunidades afectadas por la guerra contra las drogas; expertos en política de drogas, organizadores comunitarios, líderes religiosos, académicos, periodistas, profesionales de la salud, defensores de los derechos de los inmigrantes, estudiantes, músicos, funcionarios electos, artistas, fotógrafos, defensores de los derechos civiles, exprofesionales de la ley y ciudadanos informados de todo el mundo -todos trabajando juntos para hacer que el costo inaceptable de la guerra contra las drogas sea visible-.

Ampliar la democracia; poner fin a la guerra contra las drogas

Resolver el problema de la guerra contra las drogas -como muchos de los grandes asuntos que enfrenta la humanidad- debe ser acerca del uso de la mejor investigación y ciencia posible para diseñar políticas a futuro que luego sean votadas y adoptadas por las sociedades democráticas.

La guerra contra las drogas ya está ampliamente desacreditada, después de medio siglo de no evolucionar y de la evidencia científica y de salud pública que demuestra que es ineficaz e incluso contraproducente.

El sentido común dicta que ya deberíamos estar empujando a más países a implementar políticas de buena fe como hizo Portugal -la despenalización de todas las drogas y la inversión en el cuidado de la gente con uso problemático de las drogas- con resultados sorprendentemente positivos.

Pero el pensamiento de la guerra contra las drogas ha echado raíces en nuestras fuerzas armadas, policías e instituciones penales, donde se elude la crítica científica y el escrutinio democrático. El viejo paradigma de la prohibición, la criminalización, la militarización, el asesinato y el encarcelamiento masivo no se desvanecerá por sí mismo, y eventos como la captura de “El Chapo” le dan, inmerecidamente, nueva vida.

Un verdadero fin a la guerra contra las drogas requiere valor, creatividad, y voluntad política. Es por eso que iniciativas democráticas como la “Caravana por la Paz, la Vida y la Justicia” para promover el diálogo, explorar soluciones y unir a las personas a través de fronteras internacionales para ayudarnos unos a otros a crear un cambio democrático, son tan importantes.

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