La consulta a debate

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Alejandro Saldaña Rosas

Académico. Director de Desarrollo Económico del H. Ayuntamiento de Xalapa, Ver.

Twitter: @alesal3 / Facebook: Alejandro Saldaña

La consulta a debate

La racionalidad técnica y el pensamiento experto aparecen hoy como el principal instrumento para legitimar la toma de decisiones en el campo de la política. 

“La política: deliberación, técnica y movimiento”

(https://journals.openedition.org/polis/6461)

La construcción del nuevo aeropuerto internacional de México (NAIM) ha dado lugar a muy interesantes debates. Que el país requiere un nuevo aeropuerto internacional es una realidad con poca controversia, el debate inicia cuando se plantean las diversas opciones: continuar con la obra en el Lago de Texcoco, ampliar el aeropuerto de Santa Lucía, recuperar la propuesta en Tizayuca (que es la mejor opción, según muchos expertos), o bien mejor buscar otra alternativa. En mi opinión el debate ha sido altamente positivo porque ha permitido que expertos en diversas disciplinas llamen la atención sobre ángulos del problema invisibles desde otras perspectivas; el debate del NAIM no es solamente una cuestión de viabilidad financiera, de transparencia y rendición de cuentas o de ingeniería y aeronáutica (lo es, sin duda), sino también tiene importantes implicaciones en el medio ambiente, la planeación urbana y los derechos humanos, por citar sólo unos cuantos ámbitos.

Tres de las aristas menos expuestas en el debate en torno al NAIM (y que a mi juicio son ineludibles) son: i) los planes de ordenamiento territorial de la zona metropolitana de la cuenca del Valle de México; ii) las iniciativas y estrategias para cumplir con los compromisos contraídos por México en materia de cambio climático y; iii) la política del Estado mexicano en transportación terrestre y aérea.

Por obvio que parezca, es imprescindible considerar el proyecto del NAIM en la perspectiva de los planes de ordenamiento territorial de la zona metropolitana del Valle de México, toda vez que las necesidades presentes y sobre todo futuras de sus más de 20 millones de habitantes son muchas y de enorme complejidad: agua, vialidad, desechos sólidos, calidad del aire, entre otras. Discutir exclusivamente sobre la viabilidad técnica del NAIM dejando de lado los planes de ordenamiento territorial sería erróneo e incluso sumamente peligroso en la medida en que se estarían dejando de lado los derechos de millones de personas.

En la misma tesitura, debatir sobre el NAIM sin incluir un análisis sobre sus repercusiones en el medio ambiente que vaya mucho más allá de la Manifestación de Impacto Ambiental sería un grave error. México se ha comprometido ante la comunidad internacional a reducir sus emisiones contaminantes en un 50% al año 2050, lo que significa que el proyecto del NAIM debe considerarse en esta perspectiva. Más que la discusión sobre la factibilidad de construir un aeropuerto sobre el lecho de un lago, es necesario analizar las implicaciones ambientales a largo plazo (digamos los próximos 100 años). Al respecto es muy interesante leer las reflexiones del colectivo Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS): https://labrujula.nexos.com.mx/?p=1789

Asimismo, el proyecto aeroportuario debe contemplarse a la luz de la política de Estado en transportación de personas y mercancías; a la luz de las evidencias no parece haber una sólida política de largo aliento en la materia, toda vez que el Estado mexicano ha preferido financiar a particulares vía rescate carretero por ejemplo, o beneficiar a unas pocas empresas eliminando competidores como en el caso de la extinción de Mexicana de Aviación, antes que definir estrategias en beneficio de las mayorías. El país requiere reactivar y modernizar el sistema ferroviario para transporte de mercancías y personas, lo que disminuirá el tránsito por vía aérea y con ello, disminuirá la presión para el aeropuerto.

El debate sobre el NAIM está incompleto si dejamos fuera el análisis y la reflexión de estos tres ejes: la planeación en el Valle de México, los impactos al medio ambiente y la política de transportación del país.

Por otra parte, quizás el ángulo más interesante del debate en torno al NAIM es la consulta popular que planteó el Presidente electo Andrés Manuel López Obrador. Para muchas personas es absurdo someter a consulta un proyecto que tiene un conjunto de complejas implicaciones técnicas y financieras, para otras muchas se trata de un ejercicio democrático saludable y necesario. Considero errado plantear el tema en términos dicotómicos, consulta sí o no, toda vez que la polaridad es falsa. Por supuesto que el tema involucra a expertos de muy diversas disciplinas: ingenieros, arquitectos, aeronáuticos, físicos, abogados, biólogos, financieros, etc., pero eso no implica que los legos en diversos ámbitos del conocimiento no podamos participar en el debate y en la consulta. Precisamente para eso son los análisis de los especialistas: para formar opinión.

La oposición a la consulta ciudadana por considerar que sólo los expertos están capacitados para emitir opiniones es un argumento que cae por peso propio: cada tema sobre el que la ciudadanía se expresa y genera juicios es campo de análisis de expertos, así sea el aeropuerto, la inflación, el VIH, el cambio climático, las drogas o las cualidades nutrimentales del nopal. El problema no es si la consulta debe o no realizarse, sino las características y el alcance de la misma.

De acuerdo con el próximo Secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, la consulta será nacional. Si es así, supongo que tendrá el mismo peso la opinión de una persona de Topolobampo (pongamos por caso) que la de una de Chimalhuacán, aunque la primera viva a 1500 kilómetros de distancia mientras que la segunda vive prácticamente al lado. Por otra parte, es de suponer que la consulta tendrá un carácter vinculante, es decir, que el gobierno acatará la opinión mayoritaria siempre y cuando participe al menos el 40% de los ciudadanos inscritos en el padrón electoral; ahora bien, ¿qué pasa si en la consulta no participan al menos el 40%? Y si la consulta arroja un resultado muy cerrado, por ejemplo menos de cinco puntos de diferencia, ¿se acatará la decisión mayoritaria? En Francia, el Presidente Emmanuel Macron dio marcha atrás al proyecto del aeropuerto de Notre-Dame-des-Landes pese a que en la consulta triunfó (55%) la opción favorable a su construcción (https://elpais.com/internacional/2018/01/17/actualidad/1516190982_569962.html).

Otro problema de la consulta: de acuerdo con el artículo 35 de la Constitución el Presidente debe presentar la iniciativa al Congreso para su análisis y eventual aprobación; la consulta la organiza el INE y la realiza el mismo día que una jornada electoral federal. La próxima elección federal será en 2021, ¿hasta entonces se llevará a cabo la consulta? En tanto se realiza la consulta ¿se suspenden las obras del NAIM en el lago de Texcoco? Y si se realiza una suerte de “consulta” al margen del artículo 35 constitucional, ¿cuál sería su alcance jurídico? ¿se estaría violando la Constitución?

Como nos percatamos, la consulta en torno al NAIM no es tema sencillo ni de obvia resolución. La consulta misma debe ser sometida a debate, por parte de legos y de expertos.

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