Impeachment, se ve difícil, pero…

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Washington – En Estados Unidos, nadie en su sano juicio tiene duda de que Donald Trump abusa del poder presidencial, miente de manera sistemática y es un racista capaz de cualquier cosa para reelegirse.

 

Las cinco audiencias públicas en el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes fueron la radiografía de una Casa Blanca corrupta y manipulada por Trump.

 

El presidente estadounidense está bajo investigación judicial en la Cámara de Representantes, con el objetivo final de que sea enjuiciado políticamente en la de Senadores.

 

Gordon Sondland, embajador de Estados Unidos ante la Unión Europea, empresario que en 2016 donó un millón de dólares a la campaña proselitista de Trump y que por ello fue nombrado representante diplomático en el viejo continente, describió a detalle la doble agenda de Trump, la indebida, para intentar quedarse en la Casa Blanca otros cuatro años a partir del 20 de enero de 2021.

 

Con su manera socarrona, Sondland corroboró el argumento demócrata para enjuiciar al presidente: que Trump usó como zanahoria un paquete de asistencia militar a Ucrania por 391 millones de dólares, a cambio de que el gobierno de ese país investigara por presunta corrupción al exvicepresidente demócrata, Joe Biden, y a su hijo Hunter. Esto, aderezado con otra condición para liberar el paquete bélico, que el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, anunciara que su gobierno iniciaría una investigación sobre la presunta injerencia del gobierno anterior al suyo en los comicios presidenciales de Estados Unidos de 2016, para perjudicar a Trump y favorecer a Hillary Clinton.

La injerencia ucraniana en las elecciones de 2016 es una invención de Trump para hacerse víctima del sistema corrupto de los demócratas que, como él, son capaces de todo con tal de arrebatarle la Casa Blanca.

 

Fiona Hill, ex asesora del Consejo de Seguridad Nacional de la presidencia de Estados Unidos bajo la conducción de John Bolton, testificó como Sondland ante el Comité de Inteligencia y exhibió la “narrativa de ficción” propagada por los rusos de que Ucrania manipuló las elecciones de 2016 para evitar que Trump llegará a la presidencia.

 

Con un temple de acero y con la finura del lenguaje diplomático sin cortapisas, Hill acusó a los republicanos del Congreso, defensores de Trump, de haber caído en la trampa de Vladimir Putin al hacer eco de la mentira de Moscú sobre la inexistente injerencia ucraniana.

 

La ex funcionaria del Consejo de Seguridad deshiló la patraña y destacó como autores intelectuales en Estados Unidos a Trump, Rudy Giuliani, abogado personal del presidente, y Mike Mulvaney, jefe interino del gabinete de la Casa Blanca, entre otros.

 

Encima de las pilas de evidencia en su contra, de aquí a las elecciones del 3 de noviembre de 2020, Trump se postrará como el mártir de una conspiración pergeñada por la jauría de sus enemigos: los demócratas y la prensa que él cataloga como falsa (Fake News).

 

En el Capitolio, Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes y líder de la mayoría demócrata, está lista para formular y someter a votación del pleno la resolución con los cargos formales contra el presidente Trump, que podrían ir desde traición a la patria, abuso de poder, obstrucción de la justicia y soborno. Con la aprobación de dicha resolución iniciará en el Senado el juicio contra Trump.

 

Para la mayoría de la población mundial y de los Estados Unidos, no hay duda de que Trump cometió por lo menos uno de los delitos que le imputarán Pelosi y los demócratas. Dos más dos son cuatro.

 

En el Senado se requieren 67 votos para remover a Trump de la presidencia. Los demócratas no los tienen y los republicanos perdonarán a Trump escudándolo como el inmolado por la prensa falsa y por la cacería de brujas con fines electorales de los demócratas.

 

Sin embargo, no todo está perdido y esa es la apuesta de Pelosi. La esperanza para la democracia que persigue Pelosi es que despierten los estadounidenses que no votaron en 2016, y que ahora, ante la evidencia de la podredumbre en la Casa Blanca, salgan a sufragar el 3 de noviembre de 2020 para evitar la reelección del oprobio.

 

La plataforma electoral que llevó a Trump a la Casa Blanca no está tan trastocada como muchos sospechan; incluso, puede estar intacta. Faltan unos meses para conocer el nombre del candidato presidencial de los demócratas. Quien sea el elegido tendrá la difícil tarea de resquebrajar esa base electoral que adora a Trump por una sola cosa: su racismo.

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