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Faros y preguntas

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Comparto con usted una impresión: pareciera que México ha entrado en una especie de impasse, es decir, una situación en la que hay un estancamiento en la resolución de los muchos problemas que aquejan al país. Y estancamiento es un decir porque en realidad y conforme pasa el tiempo, se complican todavía más. Y uno de esos muchos y graves problemas es precisamente no reconocerlos como tales, minusvalorar su peligro o magnificar las acciones (en caso de que las haya) para contrarrestarlos. Insisto, es simplemente una impresión, una conjetura, basada en lo que leo en la prensa, en las redes sociales, en el debate público. Un debate que, me parece, tiene demasiadas luces fijas, es decir, perspectivas unidireccionales que se conciben como únicas verdades, lo que lejos de iluminar las rutas para solucionar los problemas, genera grandes zonas oscuras. En esas sombras surgen una serie de preguntas que, a mi parecer, no tienen respuesta suficiente y algunas, ni siquiera parcial.

Decir que hay debate público es quizás una exageración porque más que diálogo e intercambio de ideas fructífero y, sobre todo, con incidencia en las acciones para resolver los muchos problemas, estamos en una lucha de lodo en la que cada uno tiene la boca llena de razón y, por consiguiente, los demás carecen de fundamento o sus ideas y propuestas responden a oscuros intereses, lo que las anula de antemano. Hay demasiados faros de luz en los medios y las redes.

El problema de las personas que son faros es que, en su mayoría, nada más iluminan para un lado, solamente tiran luz, y línea, en una dirección. Hay algunas excepciones, pero lo común es que no son como esos bonitos faros que giran y giran para iluminar a los barcos en la oscuridad de la noche, sino más bien son como faros de coche que lanzan su espectro luminoso nada más hacia adelante. Ese es el problema de la mayoría de los faroles luminosos de las redes, suelen ser faros fijos, extremadamente rígidos, con esa dureza que brinda tener la razón siempre y bajo cualquier circunstancia. Faros fijos que se esponjan como pavos reales al afirmar, con el ceño fruncido porque el paso a la Historia es estrecho: “estás conmigo o estás contra mí”. Y como los de los coches, si los faros están bien alineados su espectro ilumina bien, pero si apuntan para el cielo, para abajo, o están virolos, pues entonces el haz de luz no solo no ayuda, sino puede ser peligroso. Igual las opiniones de los abundantes faros fijos que bullen por las redes: su torción puede ser de peligro.

El otro problema de los faros fijos es el deslumbramiento. Aunque a decir verdad ese no es tanto lío de los faros, sino de quienes los miran con pasión arrebolada, inmóviles y sumisos al influjo de tanta luminosa inteligencia. Ver la luz, así sea mustia y desviada, con tanta fijeza puede provocar ceguera momentánea y, de persistir en la mirada, incluso permanente. Al faro fijo se le mira y se le admira sin pestañear siquiera, porque el mínimo parpadeo es considerado un signo de debilidad, o peor aún, un guiño traicionero. Bajo la consigna de que el que se aflige se afloja, hay que mantener la mirada fija en la luz que ilumina el sendero. Parpadear es de cobardes.

Entre faros unidireccionales y encandilamientos voluntarios o interesados, el debate público ha entrado en un estancamiento del que no parece que saldrá ni fácil ni rápido. Desafortunadamente, el estancamiento no es exclusivo del debate sino también de los muchos problemas del país. Desde luego, muchos de estos problemas tienen décadas de haberse incubado, por lo que su resolución no se espera en el corto plazo, no obstante, tampoco parece que se esté en la ruta para superarlos. Pero otros problemas probablemente tendrían solución si se aceptara mirarlos a la luz de otro faro. Si se admitiera que todo faro al iluminar genera sombras.

Algunas de las preguntas de los muchos problemas de México son las siguientes; se trata, por supuesto, de una relación no exhaustiva que simplemente pretende compartir algunas dudas. Enlisto las preguntas sin comentarios ni argumentos, con la seguridad de que habrá más de una persona-faro que las responderá sin titubeos ni dubitaciones.

 

No sé, son preguntas, nada más.

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