Ciudad de México
23 de enero de 2020
Biblioteca José Vasconcelos
Intervención en la presentación del libro El Traidor. El diario secreto del hijo del Mayo, de Anabel Hernández.
Hay dos personajes centrales en el libro El Traidor. El diario secreto del hijo del Mayo, de Anabel Hernández: el propio “Vicentillo”, hijo de El Mayo, y su asesor jurídico, Fernando Glaxiola, un hombre que en sus últimas bocanadas de vida decidió abrirle a la periodista una caja negra, como esas que esconden los aviones y que son útiles para develar las causas de la tragedia que vivieron quienes abordaron ese avión y, posteriormente, quién o quiénes la originaron.
En El Traidor, Anabel nos devela quién es el dueño de todas las aerolíneas, y nos muestra que ese dueño tiene tantos pilotos como mentiras nos contaron los expresidentes Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto. Los pilotos y los copilotos siempre son prescindibles, prescindibles ante la muerte o la detención de ellos mismos. Cae uno e inmediatamente le sucede otro.
Usando otra analogía, el libro de Anabel Hernández nos revela descarnadamente quién es la Hidra de Lerna, aquella figura de la mitología griega, aquel temible monstruo acuático del inframundo, con la anatomía de una serpiente policéfala, de tufo venenoso, que tenía el don de generar dos cabezas cada que le cercenaban una. Aquella Hidra de Lerna finalmente fue derrotada por Hércules, pero, como decimos en Chiapas, “la problema” es que aquí en México, el único Hércules que conocemos es el de la mitología griega.
Regresando al ejemplo del avión, no sé si ya se dio cuenta, pero usted es el pasajero, y su preocupación no sólo debe apuntar a preguntarse dónde está el piloto, sino quién es el piloto y adónde nos lleva.
Los testimonios del Vicentillo en los Estados Unidos, narrados y presentados con textos escritos de su puño y letra, a través del abogado Fernando Glaxiola, a la periodista Anabel Hernández, son implacables. En un país donde las televisoras y algunos grandes medios de comunicación han normalizado la corrupción y la violencia, no es un asunto menor la enorme aportación que hace Anabel con El Traidor.
En México, la corrupción y la complicidad de empresarios y altos políticos con los cárteles de la droga ha sido por décadas un secreto a voces. Expresidentes, exsecretarios de Estado, gobernadores, exgobernadores, presidentes municipales, empresarios, instituciones de gobierno, militares, marinos, policías federales, estatales, municipales y hasta miembros de la DEA, muchos de ellos señalados en este libro con nombre y apellido, han guardado silencio y, en el mejor de los casos para ellos, han hecho una tibia y casi clandestina defensa a través de desmentidos.
El Traidor pone las piezas en su lugar y exhibe la verdadera estructura del
Cártel de Sinaloa. ¿Recuerdan aquel inédito video que grabaron la actriz Kate del Castillo y el actor Sean Penn, donde aparece una brevísima entrevista a “El Chapo” Guzmán, quien además envía un mensaje surrealista sobre los derechos de la filmación?
Bueno, no sé si le sucedió a usted lo mismo, pero cuando observé y escuché al Chapo Guzmán, lo primero que se me vino a la mente fue… ese hombre no puede ser la cabeza de la hidra, por más astuto que sea, es un hombre muy básico; el mismo juicio al Chapo Guzmán en los Estados Unidos lo demostró aún más. El trabajo de Anabel despejó la bruma: el Mayo Zambada ocupa el lugar que ocupa, y de forma aún más cruda, la periodista nos revela la dimensión del poderío de la hidra a través de los entresijos del Cártel de Sinaloa.
Se me viene a la mente la frase aquella del supuesto finado Mario Ruiz Massieu, con un breve reacomodo: “los demonios siguen sueltos, y siguen triunfando”, pero hay paliativos que nos muestran que todavía se puede hacer algo, y en diciembre pasado, en un país no muy lejano, atraparon a un expolicía mexicano de altos vuelos, que lleva por nombre Genaro García Luna, acusado de perpetrar hechos terribles, como lo había estado señalando la periodista Anabel Hernández, quien hoy, con su nuevo libro, El Traidor, vuelve a sacudirnos.
Muchas gracias.
Ernesto Ledesma Arronte
