El silencio, los narcomilitares y AMLO

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J. Jesús Esquivel

Corresponsal de la revista Proceso en Washington

@JJesusEsquivel

 

 

 

El silencio, los narcomilitares y AMLO

 

Nueva York – El juicio contra Joaquín, “el Chapo” Guzmán Loera en la Corte federal del Distrito Este en el barrio de Brooklyn, Nueva York, ofreció nuevas pistas del gravísimo problema de corrupción en México que, por décadas ha garantizado la impunidad al imperio del crimen organizado y del trasiego de drogas ilícitas.

En las dos primeras audiencias de 2019 del juicio contra el Chapo, surgieron nuevos datos o pistas que deberían tener una respuesta inmediata por parte del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Jesús Vicente Zambada Niebla, “el Vicentillo”, hijo del auténtico capo de capos del Cártel de Sinaloa (Ismael, “el Mayo” Zambada García) dio a conocer en la corte en Brooklyn que, por lo menos desde la presidencia de Ernesto Zedillo hasta la de Felipe Calderón; varios militares de élite han estado al servicio de criminales de la peor calaña en el narcotráfico.

En su nómina de pagos el Cártel de Sinaloa presuntamente tenía al general Humberto Eduardo Antimo Miranda, ex oficial mayor de la misma Sedena, al general de división y ex jefe del Estado Mayor Presidencial, Roberto Francisco Miranda Moreno, y al coronel Marco Antonio de León Adams, guardia personal de Vicente Fox cuando este era titular del ejecutivo. Lo grave y escandaloso de todo lo que dijo el 3 y 4 de enero el Vicentillo en la sala de la corte del juez Brian Cogan, fue que en 1997 él, sí, él; fue directamente a Los Pinos, sí, a Los Pinos; a reunirse con el general Miranda Moreno para arreglar un asunto que molestaba a su padre, al Mayo. El motivo del encuentro es lo de menos, lo grave del presunto incidente es la evidencia de poder del narcotráfico que le permitía ingresar con toda facilidad al recinto sagrado e impenetrable para cualquier ciudadano de a pie; las oficinas del mismísimo presidente de la república. Entiendo que habrá personas que en México dirán que el Vicentillo miente, es posible, pero, créanme que como testigo ocular que he sido de todas las audiencias del juicio contra el Chapo, el hijo del Mayo habló con tal naturalidad y certeza sobre la narco corrupción en la Sedena que dudo que mienta en ello. No soy ingenuo y sé que el del Chapo es un juicio en el que las traiciones, las mentiras y la corrupción son común denominador. Y cuando digo corrupción incluyo al gobierno de Estados Unidos. Un ejemplo, el arreglo que tiene el Vicentillo con la DEA para declarar en contra del Chapo y con ello en unos cinco años poder quedar en libertad.

Ese no es el punto, allá los estadounidenses que le permiten esto a su gobierno sabiendo que lo hace a costa de la muerte por sobredosis de drogas de unas 130 personas en la Unión Americana, todos los días.

Nosotros los mexicanos estamos bañados de sangre y llenos de muertos a causa del narcotráfico, por la imparable demanda de drogas de los estadounidenses y la corrupción de militares, de policías y de nuestros funcionarios públicos a cualquier nivel.

No se necesita ni una enciclopedia, ser sabio ni experto en temas del trasiego de drogas para entender que lo denunciado por el Vicentillo en Brooklyn respecto a los narcomilitares, explica el poder criminal, efervescencia y riqueza del Cártel de Sinaloa y de otros cárteles.

Si los narcos tienen en el bolsillo a los militares de elite, por ende tienen asegurado el control de territorios y el servicio de soldados razos.

Las noticias escandalosas surgidas del juicio contra el Chapo no deben echarse en saco roto. El gobierno de AMLO debe y tiene la obligación de investigar las declaraciones del Vicentillo, más aún en el contexto de su proyecto de seguridad nacional.

Sobre estos tres personajes hay muchos cabos sueltos y preguntas en torno a ellos. El general Antimo Miranda fue extrañamente jubilado por la Sedena el 1 de abril de 2008, unos meses después de que fuera a ofrecerle sus servicios al Mayo en 2007 en una reunión que se celebró, según el Vicentillo, en Culiacán, Sinaloa.

El coronel De León Adams, a quien en el Cártel de Sinaloa se referían a él con el código o apodo de “el Chicle”; poco después de concluido el sexenio de Fox desapareció de manera inexplicable. Y el general Miranda Moreno que recibió al Vicentillo en sus oficinas en Los Pinos, en noviembre pasado fue homenajeado por Enrique Peña Nieto.

El silencio por omisión en el gobierno de AMLO y en la Sedena podrían confirmar el rumor de rumores (perdonen la jerga narca) de que el Cártel de Sinaloa ha sido la organización criminal consentida e intocable de varias presidencias de México y la fracción dirigida por el Mayo, de la DEA. Olvídense del juicio contra el Chapo por un momento y piensen en la magnitud del alcance criminal que tiene para nosotros los mexicanos lo afirmado en Brooklyn por Zambada Niebla.

 

 

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