Darle en la madre a la cuarta transformación

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Con ese grito, con esa arenga lanzada entre vítores y aplausos, el ex presidente Vicente Fox encabezó la reunión para celebrar al octogenario Partido Acción Nacional el fin de semana pasado.

Y más allá de lo anecdótico, más allá de todo lo ridículo que pueda ser escuchar a un ex presidente extraviado en un delirio opositor sin rumbo y sin mesura, es conveniente observar con detenimiento en el aspecto simbólico de ese asunto: el intento derechista y ultraderechista por reorganizarse y retomar el poder.

Convertidos en una fuerza insignificante, en la composición actual del Congreso, la derecha ha elegido el golpeteo incesante, desde todos los flancos a su alcance, para mantenerse a flote después que el voto ciudadano los expulsara del gobierno por su responsabilidad directa en el desastre nacional de las últimas cuatro décadas.

Ellos, a través de sus personajes más emblemáticos, casualmente aquellos que causaron a México los mayores quebrantos en lo económico y los mayores derramamientos de sangre en lo social, buscan regresar al poder sea como sea.

Son los que promueven amparos contra decisiones gubernamentales avaladas por la mayoría, los que traman bloqueos de medicamentos, insumos, productos; los que orquestan campañas de desprestigio, los que retrasan los cambios, los que celebran el reino de terror que la violencia impone aún en amplias regiones del país.

Son los que ahora intentan impedir que se impongan las transformaciones necesarias para que México sea distinto y les arrebatemos el control de las estructuras económicas, políticas, sociales y culturales que tenían en su poder.

Su fuerte, ya lo hemos visto, no es el respeto por la democracia. ¿Recuerdan el desafuero? ¿El haiga sido como haiga sido? ¿La desaparición autoritaria de Mexicana de Aviación, de Luz y Fuerza del Centro?

Su fuerte es detentar el poder y aplastar a todo aquel que piense diferente. ¿Recuerdan el golpe a José Gutiérrez Vivó y Grupo Monitor? ¿El despido de Carmen Aristegui de W Radio? Así gobernaron.

Su fuerte, ya lo comprobamos, es el saqueo indiscriminado de recursos, el aniquilamiento de las conquistas sociales de todos, la privatización de todo lo posible, para beneficio de un grupo muy reducido.

Nuestra tarea, como sociedad consciente de que es necesario crear un nuevo pacto social y un nuevo equilibrio, es recordarlo siempre.

Porque al recordarlo, evitaremos que nos vuelvan a ocurrir la desigualdad, el saqueo, la burla, la antidemocracia como forma de gobierno.

Recordar, por todos los medios a nuestro alcance y en todos los foros, que hubo un Aguas Blancas, un Acteal, Villas de Salvárcar, San Fernando, Tlatlaya, Apaztingán, Tanhuato, y recordar también que existió una Estela de Luz,  un Enciclomedia, una Casa Blanca, un Fobaproa.

Recordar que hay una realidad latente que aún nos confronta: la derecha controlan aún la mayoría de los medios de comunicación del país, los espacios de discusión. Y lo mismo pasa en las instituciones.

A lo largo de 40 años, crearon un entramado de relaciones e intereses que cruza todas las estructuras de la administración pública, tanto federal como estatales, tanto nacional como locales, y buena parte de los organismos cupulares, las organizaciones empresariales, las vinculaciones entre empresa y sociedad.

Cuando Fox llama a “darle en la madre a la #4T”, no expresa una metáfora, sino que enfatiza un proyecto claro que debemos impedir.

La derecha puede aspirar a construir el país que desea, tiene derecho a concretar su sueño de una sociedad hecha a su modo. A lo que no tiene derecho, y eso debemos recordárselo con claridad, es a construir sus deseos sobre las ruinas de nuestros anhelos rotos. Ni a concretar sus sueños sobre la base de las peores pesadillas para el resto de nosotros.

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