Cuba ante nuevos retos

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Alejandro Mosqueda Guadarrama

Camarógrafo y documentalista

Facebook: Moga Aleko

 

 

Cuba ante nuevos retos

Se generan muchas expectativas al abrirse las puertas de las embajadas de Cuba en Washington D.C. y de Estados Unidos en La Habana. De un lado y de otro de la isla, salen las voces tímidas de antaño que silbaban por lo bajo las bondades y beneficios que se supone dan las relaciones sin restricciones con los norteamericanos.

Muchas de esas voces se fueron convirtiendo en voceros, pregoneros de la imagen de progreso, bienestar y felicidad que, se supone, garantiza el neoliberalismo, y algunos más en críticos del gobierno cubano e incluso de la revolución socialista que echó a caminar hace 56 años.

Toda observación, discrepancia, crítica y autocrítica alimenta los procesos sociales, las democracias o las revoluciones. Tan válido es eso, como lo es por parte del Estado cubano hacerle frente a las diferentes estrategias norteamericanas para agredir y ahogar a la Revolución cubana. Hay un gran abismo de diferencia entre participar, hablar y disentir del gobierno y sus políticas y, por otra parte, conspirar contra la Revolución con la intención de reponer el sistema capitalista con su disfraz de democracia.

En diferentes momentos de la historia de Cuba, el pueblo ha enfrentado retos para alcanzar su libertad, su independencia y construir un sistema que atendiera las necesidades primordiales y urgentes. A partir de 1959, nada fácil resultó la defensa de su soberanía y su Revolución; grandes sacrificios les representó no doblegarse ante el bloqueo y permanente ataque al proceso revolucionario por parte de los gringos, enfrentar lo que se conoció como “el periodo especial” a fuerza de convicción y trabajo, sin dejar de bailar. Los cubanos salieron adelante contra todo pronóstico que vaticinaba la caída de la Revolución, como parte de un efecto dominó que se originó con los cambios que llevaron a desaparecer a la URSS.

Sin “bloque socialista” aliado o como parte de él, sin relaciones comerciales fuertes y más bien quedando aislados, viendo cómo se derrumbaban los países socialistas, los revolucionarios cubanos no perdieron de vista los objetivos de su proceso, y bajo penurias y momentos complicados para todo el pueblo, la Revolución fortaleció su convicción y salieron adelante. Muy a pesar de antiguos “compañeros” de ruta.

Hoy, un reto más se presenta con el paulatino restablecimiento de relaciones con el principal país bélico del mundo e imagen icónica del capitalismo: la lucha ideológica, la cual me parece será pan de todos los días, en una forma más abierta y con la reciente embajada en La Habana como pivote que la estará animando. Me pregunto, ¿cómo se llamará el nuevo plan de la CIA-Pentágono para alimentar una contrarrevolución dentro y fuera de la isla? Imagino, solo eso, que la juventud será el objetivo principal en el cual incidir, mas no el único.

La seducción del espejismo del capitalismo es fuerte, y más aún, aderezada con cantos de sirena de formas variadas de felicidad, abundancia y “éxito” al alcance de cualquiera. Sólo basta (eso nos dicen incansablemente) con “querer, con trabajar con ganas y eficiencia”.

La burocracia cubana y su resistencia al cambio (como cualquier burocracia de cualquier país que intenta continuar en una especie de burbuja de comodidad con ciertos privilegios) podría ser transformada en ejemplo-argumento de la conveniencia de un retorno a los brazos del capitalismo.

Ya algunos casi aseguran que en un mediano plazo Cuba estará en un viaje, sin retorno, al mercado neoliberal, con claras repercusiones en el sistema socialista, para que finalmente la soberanía sea solo un mero discurso. En otras palabras, ven a la isla doblegada ante el mercado neoliberal, quedando la Revolución en un fracaso. Voces de adentro y afuera así lo ven, así lo desean.

Seguramente se darán discusiones en todas las áreas del saber y quehacer humano; argumentos que podrían abundar en el terreno del absurdo y de la discusión bizantina: desde el argumento de que tal o cual tecnología no se debe usar porque es capitalista, hasta cuál es un ritmo o género musical que no atenta contra la Revolución. Los “argumentos” para ofertar la idea del retorno al capitalismo y colocarle a la Revolución la responsabilidad de todos los males, carencias y desdichas, buscarán formas inimaginables para permear a la inmensa mayoría del pueblo cubano. Veo difícil que esto gane terreno significativamente; la moral, la convicción de las mujeres y hombres que día a día construyen su destino bajo su certeza en la Revolución, es y seguirá siendo su fortaleza.

Ante la dignidad de un pueblo y un gobierno que anteponen su independencia y soberanía como el de los cubanos, los pasos diplomáticos que han dado los Estados Unidos para este restablecimiento de relaciones han sido cuidadosos, sin dejar de mantener su visión sobre la historia de Cuba: todo era mejor antes de la Revolución. La presencia de una supuesta época de “esplendor”, con los autos de los 50 de fondo -escenografía durante el discurso del 14 de agosto de Kerry en la apertura de la embajada norteamericana en La Habana-, no es mera ocurrencia o decoración nostálgica. La guerra de los símbolos empezó con la apertura de esa embajada. Simbolismos que tratan de impactar el imaginario social cubano.

Los gringos, téngalo usted por seguro, mantienen el objetivo de acabar con la Revolución cubana. No han quitado el dedo del renglón, y ahora, con el restablecimiento de relaciones, se inicia un nuevo momento en su intento contrarrevolucionario. En este sentido, desde Kennedy hasta Obama, pasando por Carter, no ha habido variación alguna.

Bien decía Raúl Castro, el 1 de enero del 2014: “En nuestro caso, como sucede en varias regiones del mundo, se perciben intentos de introducir sutilmente plataformas de pensamiento neoliberal y de restauración del capitalismo neocolonial, enfiladas contra las esencias mismas de la Revolución Socialista…”.

Por otra parte, es importante ver, valorar y dimensionar el proceso de cambio que ha venido teniendo el sistema cubano en los últimos años, lo cual habrá que entender se implementa en medio de serias carencias económicas y tecnológicas, tratando de atender las condiciones y calidad de vida de la población. El “cuentapropismo” cubano no se plantea como un proceso a la individualización capitalista o la generación de acumulación para ahondar diferencias sociales. Sin embargo, las ideas de acumulación y el “tener más y más” para considerarse exitoso, se podrían extender a través de las barras y estrellas que ya ondean junto al malecón de La Habana. Será interesante ver cómo pueblo y gobierno cubanos defienden sus convicciones.

Décadas de educación socialista, de construcción de certezas, de referentes morales, de elaboración de estrategias, de filosofía socialista y humanista -prácticamente sin la presencia abierta del imperialismo-, son las que se pondrán a prueba en este enfrentamiento ideológico. Al mismo tiempo, me parece, son la fortaleza para quebrar los espejos del “sueño americano”.

Este proceso de acercamiento diplomático es un triunfo de la diplomacia cubana y, más aún, de la dignidad y coherencia revolucionaria del pueblo y gobierno cubanos.

Es verdad, será necesario fortalecer y juntar las voluntades para no perder el horizonte revolucionario, y caminando paralelamente tendrán que ir acciones-estrategias-políticas que se traduzcan concretamente en mejoras en las condiciones de vida.

Ha sido difícil y complejo el proceso de construcción del socialismo en Cuba y falta aún. Es un proceso permanente y constante. En este nuevo momento que tiene la isla, el debate interno, la autocrítica y el desarrollo del pensamiento socialista serán fundamentales. Así lo miro de este lado.

Por lo pronto, escucharé Tumbao, del gran Rubén González, para releer los apuntes filosóficos del Che.

 

 

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