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Crucifixión

J. Jesús Esquivel
Corresponsal de la revista Proceso en Washington
@JJesusEsquivel 

 

Crucifixión

Washington – Hacer las preguntas adecuadas y necesarias para obligar a los funcionarios públicos a la rendición de cuentas ante sus gobernados es un elemento elemental e irremplazable del periodismo. Las maneras y los estilos de cuestionar a los gobernantes dependen de cada informador.

El auge de las redes sociales ha contribuido al escrutinio minucioso sobre el desempeño de los gobernantes y exige objetividad al ejercicio periodístico.

El periodismo televisivo y de la radio es diametralmente diferente al escrito. Los medios electrónicos limitan en tiempo y espacio a sus reporteros. Al mismo tiempo, la televisión, sobre todo, abre la puerta al protagonismo y es aquí donde algunos colegas pecan de ello. Cuando el reportero se convierte en la nota, se pierde la objetividad.

No creo en el absolutismo ni en el purismo hipócrita y acepto que muchos adolecemos de egolatría.

Tengo años de conocer a Jorge Ramos, el colega y amigo que conduce el noticiero de Univision de la cadena de televisión en español en Estados Unidos. La semana pasada, Jorge asistió a una de las conferencias mañaneras del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Muy a su estilo, el reportero cuestionó a AMLO sobre la cifra de muertos como consecuencia del grave problema de inseguridad que azota a México y a propósito de sus críticas al diario Reforma, en el que Jorge escribe una columna semanal.

El pecado de Jorge en la mañanera fue su protagonismo ante AMLO. Él es así, un conductor de un noticiario televisivo que no desaprovecha las cámaras ni las luces, pero sus preguntas me parecen válidas.

En otras ocasiones he escrito respecto a la desacreditación y ataques en las redes sociales que se hacen a quienes cuestionan al presidente.

A Jorge lo crucificaron en las redes sociales. Al conductor de Univision, los defensores de AMLO lo lapidaron antes de enviarlo a la crucifixión.

Jorge fue protagónico en la mañanera de AMLO y aprovechó su estilo para que el presidente le permitiera subirse al estrado a discernir sobre la gráfica que se presentó sobre las cifras de muertos. Risueño el niño y todavía le hacen cosquillas.

El presidente dio pie a que Jorge se luciera con sus preguntas. El diálogo entre ambos se llevó 21 minutos. AMLO mordió el anzuelo.

No estoy de acuerdo en que a Jorge lo acusen de vendido. Cuando ha tenido oportunidad, ha formulado las preguntas necesarias a distintos presidentes de México. Recuerdo una en particular, el 29 de septiembre de 2003, en Nueva York, cuando preguntó en entrevista al ex presidente Vicente Fox si tomaba Prozac. Si en ese momento hubiesen existido como ahora las redes sociales, no dudo que quienes hoy lo crucifican le hubiesen reconocido sus tablas de reportero.

Me pregunto si otros comunicadores de televisión, como Carlos Loret de Mola, Joaquín López Dóriga, Ciro Gómez Leyva o Javier Alatorre, desaprovecharían un foro como el de las mañaneras para lucirse.

Claro que entre estos que mencionó arriba y Jorge hay un mar de diferencia porque cuando pudieron nunca cumplieron con el credo del periodismo objetivo al entrevistar a Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

Insisto en el estilo que tienen muchos de mis colegas para ejercer esta bendita profesión del periodismo y subrayó que protagonismo no es lo mismo que ser vendido.

El que esté libre de egolatría que tire la primera piedra.

 

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