Cátedras-CONACyT (réplicas)

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Federico Anaya Gallardo

 

Aparte de mis lectoras usuales, varias personas viajeras del reino de Academia –específicamente catedráticas CONACyT– recalaron en mi comentario de la semana pasada. Repaso sus respuestas, casi todas del 14 de Septiembre ppdo (próximo pasado, perdón por el uso de abreviaciones viejitas). Se agradece la atención a todas ellas. Alguno (Erick Alfonso Galán Castro, @ErickGalanC) me reprochó que mi intención “era echar[les] en cara que [mi] abuelo era un prócer de la ciencia mexicana, y que nosotros somos cuates de Cabrero. Elipsis histórica innecesaria.” (Liga 1.) No. De hecho, al doctor Galán Castro le debí aclarar lo que sigue: “mi bisabuelo era un ingeniero reaccionario y amargado... No un científico. Ayuda leer con atención y no conectando el hígado. Al no especialista (yo) le ayuda la opinión de expertos (ustedes).” (Liga 2.)

 

Un poco en el mismo sentido, Jesús Andrés Tavizón Pozos (@dolfinio) afirmó que “Se echó [tu servidor, lectora] un estado del arte innecesariamente largo y pendenciero, para decir que supuestamente somos allegados de Cabrero (¿?) Y que no estamos identificados con la IR. Pero la IR fue la que propuso el proyecto, y damos clases y hacemos investigación. ¿Cuál es su problema?” (Liga 3.) Al doctor Tavizón Pozos repliqué lo que sigue: “Estado del arte explica a público cómo se ejerce función educativa. Muestra que Cátedras era necesario y legal / Opiniones citadas indican fuente y link.  Opinión Arce & Gomiz sobre no-identificación con IR viene de un número reducido de entrevistas. / Sigamos discutiendo.” (Liga 4.)

 

Por su parte, Ana Lucrecia Elías López (@farinelli1316) me señaló que “...la información que [yo] plasm[o] no es correcta. Existe un sesgo preocupante debido a la desinformación. ...” (Liga 5.) Quedamos de estar en comunicación.

 

Las tres personas son destacados catedráticos CONACyT. Buscando en la www podrás encontrar mucha información sobre ellos. Galán Castro (n.1985) es un ciudadano veracruzano interesado en las identidades religiosas y en la lucha de las víctimas de la violencia, corrupción e impunidad. Es antropólogo social por la Universidad Veracruzana (2007), maestro en antropología social por el CIESAS-Golfo (2010) y doctor por FLACSO-México (2015). Es catedrático CONACyT en la Universidad Autónoma de Guerrero.

 

Tavizón Pozos  es un ciudadano zacatecano interesado en el desarrollo sustentable. Es ingeniero químico por la Universidad Autónoma de Zacatecas (2008), con posgrado en ingeniería química (catálisis heterogénea) en la Universidad Autónoma Metropolitana, donde obtuvo la maestría (2011) en hidrotratamiento y el doctorado (2017) en desarrollo de biocombustibles. Es catedrático CONACyT desde 2018, adscrito a la Universidad Autónoma de Hidalgo.

 

Elías López es bióloga, especializada en estudios moleculares acerca de la obesidad, con maestría (2003, biología experimental) y doctorado (2008, inmunología) por la UNAM. Entró en Cátedras CONACyT en 2016. La Crónica reportó con cierto detalle su caso (Liga 6) y, aunque ella no me contactó más, regresaré al mismo en un momento.

 

Retomo mi argumento: la República mexicana tiene, desde su fundación en el siglo XIX, la atribución de ejercer la función social educativa. Lo puede hacer de modo indirecto, a través de instituciones de educación superior (IES), o de manera directa. Ante el problema de la no-apertura de nuevas plazas para la docencia y la investigación, en 2014 la República ejerció su atribución directamente creando Cátedras CONACyT.

 

Aquí, lectora, hay que explicar algo que no he tratado y que los catedráticos CONACyT que me hicieron réplica no tuvieron oportunidad de especificar en sus telegráficos comentarios. Cátedras CONACyT se organiza a través de dos listas: la primera está formada por personas recién doctoradas que no cuentan con una adscripción permanente en una IES, pero que tienen intereses académicos bien definidos. La segunda lista es un catálogo de proyectos que las IES presentan a CONACyT y en los cuales necesitan de jóvenes docentes-investigadores. CONACyT hace la conexión (match) entrambas listas, contrata al docente-investigador y luego asigna a su nuevo trabajador a la IES que propuso el proyecto.

 

Por lo anterior es que El Colegio Mexiquense explica en su portal que “Cátedras Conacyt son plazas de servidores públicos de carácter académico que forman parte de la plantilla de servicios profesionales del mismo Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología”. (Liga 7.) Es decir, son personal de CONACyT que recibe una comisión para trabajar en otra institución. Por eso, aparte del contrato laboral que se realiza entre la persona académica y CONACyT, esta última agencia firma un convenio de colaboración con la otra institución, que se denomina “Institución Receptora” (IR). Este último instrumento jurídico siempre ha contenido dos condiciones duras: (a) que la IR trate a la catedrática CONACyT del mismo modo que a su propio personal académico; (b) que la IR facilite el ingreso de la catedrática CONACyT a su plantilla de personal permanente.

 

El esquema implica una tercerización. Lo usual es que la IES contrate directamente a todo su personal, pero en este caso, un tercero, el CONACyT, es el patrón verdadero. Por eso es que el doctor Gil Antón habló de subcontratación y outsourcing desde 2014 cuando apareció el programa. Mi largo “estado del arte” sobre historia de la función educativa buscaba demostrar que Gil Antón no tenía razón, que el gobierno nacional tenía buenas razones para intervenir y que era parte de su atribución legal-constitucional. Así que no. Mi comentario no es un ataque al esquema de Cátedras CONACyT. Todo lo contrario.

 

El problema es que la tercerización es siempre problemática. El caso de la doctora Elías López es ejemplar en este sentido. ¿Qué ocurre cuando el match entre proyecto e investigadora falla? El reportaje publicado en La Crónica por Antimio Cruz el 11 de Marzo de 2021 nos dice que originalmente Elías fue comisionada al Hospital General de México para un proyecto sobre obesidad realizando experimentos en roedores para analizar el problema a nivel molecular. Pero, “a los seis meses de que [Elías] llegu[ó], murió la jefa del laboratorio y el proyecto de investigación se suspendió”. CONACyT intervino, pero tardó medio año en resolver el problema y dio nueva comisión a Elías, ahora en el “Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) a una investigación sobre influenza” –lo que no tenía nada que ver con la investigación original e implicó para la catedrática “cambiar [su] tema y modelo de trabajo pues los estudios que [ella] estaba realizando ... requerían un año de trabajo en laboratorio y luego el análisis de datos”. Así las cosas, CONACyT aceptó darle una tercera comisión en el Instituto Nacional de Salud Pública, donde le pidieron investigar obesidad pero a nivel epidemiológico y no molecular ni celular”.

 

Los cambios de adscripción afectaron las publicaciones de la doctora Elías, quien para sostenerse en el SNI requería que revistas especializadas o editoriales de prestigio dieran difusión a sus descubrimientos. ¿Cómo hacer esto si el proyecto cambia tres veces en tres años? La Crónica no aporta más elementos, pero sí nos dice el resultado. La falta de publicaciones llevó a una baja calificación en la evaluación SNI. Al perder su SNI, la doctora Elías ya no cumplía con los requisitos para ser catedrática CONACyT. Ya dije en otro comentario, el equilibrio entre los distintos programas de esta agencia es muy delicado.

 

Como sea, el caso particular es una ventana a la situación general. Pero leamos críticamente. El reportaje de La Crónica nos dice que cátedras CONACyT alcanzó a tener 1500 profesores-investigadores en 2018, que esa cifra habría disminuido a 1076 en 2021 y que CONACyT enfrenta hoy día 67 litigios laborales por despido injustificado. La presentación de estas tres cifras juntas pretende decirte, lectora, que CONACyT ha despedido indiscriminadamente a casi una tercera parte de los catedráticos del programa. Pero esto es un non sequitor, es decir, “no se sigue” o “no se puede concluir” solamente de esos tres datos. No sabemos si la baja de 424 catedráticos de 2018 a 2021 siguió el patrón del caso específico de la doctora Elías López. No sabemos si las 67 demandas por despido injustificado en 2021 son todas de este programa. Como le tuiteé al doctor Galán Castro, al no experto (que soy yo) le interesaría saber más datos. No he tenido más comunicaciones de la doctora Elías.

 

Otro problema de la tercerización es la muy baja tasa de contratación por parte de las IR. De acuerdo a Villanueva en 2019 llegaba apenas a 5%. Aún cuando el programa no ha llegado a su primera década –cuando en teoría todas las cátedras deberían estar ya asimiladas en su IR– es obvio que se está gestando un cuello de botella. Ya dije que CONACyT tiene la legitimidad y el mandato legal para hacer lo que hizo, pero también señalé que lo hizo porque las IES no habían cumplido una de sus tareas: crear nuevas plazas para la docencia y la investigación.

 

¿De qué tamaño es ese cuello de botella? Veamos el tamaño de la planta docente de las tres IES más grandes del país. Para sus 616 mil estudiantes, el Tecnológico Nacional de México (TecNM) tiene 31 mil académicos (44% de tiempo completo). Para sus 356 mil estudiantes, la UNAM tiene 42 mil académicos (21% de tiempo completo). Para atender a sus 212 mil estudiantes, el IPN cuenta con 16 mil académicos (48% de tiempo completo). No todos los académicos de estas tres grandes IES pertenecen al SNI. TecNM tiene sólo 1,150 (4% de su profesorado); UNAM tiene sólo 4,314 (10% de su profesorado); IPN tiene sólo 1,273 (8% de su profesorado).

 

Todo el personal de Cátedras CONACyT es SNI, por supuesto. Así que una cifra de 1,000 o 1,500 (las que nos da La Crónica) ubicaría al programa en el “rango” de las tres grandes IES. Pero ¡atención!: otro de los objetivos del programa era colocar personal de excelencia en todas las IES del sistema educativo nacional. Así que Cátedras CONACyT no puede compararse en ese rango con TecNM, UNAM e IPN: sus docentes están dispersos en infinidad de IES. Dos de los tres catedráticos CONACyT que comentaron mi artículo de la semana pasada demuestran que esto está trabajando más o menos bien: El doctor Galán Castro, formado en Veracruz, trabaja hoy en Guerrero. El doctor Tavizón Pozos, formado en Zacatecas y Ciudad de México, trabaja hoy en Hidalgo. Sólo la doctora Elías López estudió y trabajó en Ciudad de México.

 

Pero, si la dispersión es el destino de los docentes Cátedra-CONACyT, ¿no habría sido mejor mandar el presupuesto a las IES para que abriesen ellas mismas las plazas? La respuesta es NO. Primero, porque la falta de iniciativa en este punto fue la causa de origen del programa. Segundo, porque la dispersión sería tal que el gobierno de la República (es decir, CONACyT) perdería el control. ¿Por qué es relevante el control? Porque México, a nivel nacional, requiere programas de formación docente e investigación mínimamente uniformados. Cátedras CONACyT está alineado, recordemos, al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y al Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC). El establecimiento de un estándar nacional único en este campo no es mala cosa. Pero precisamente por esto es que es tan importante la cuestión de la identificación institucional del catedrático CONACyT. Lo óptimo es que se asimile en la institución receptora: este es el destino final del ciclo laboral del programa.

 

Termino atendiendo otra réplica de mis comentaristas. Retomé entre las críticas de Villanueva (2019), la de que dentro de Cátedras CONACyT, se había formado un grupo afín al anterior titular del consejo (Enrique Cabrero Mendoza). Esto no significa que la totalidad del personal Cátedras CONACyT esté en esa condición. Estaríamos concediendo excesiva agencia a Cabrero (en una de esas es un tigre de papel). Pero la cosa es más grave: si 95% de las personas contratadas en el programa no son asimiladas en condiciones justas en las IRs el CONACyT corre el peligro de desnaturalizarse. El consejo no es una IES y por lo mismo, no debería tener personal académico permanente. Por eso el estudio de Arce y Gomis (2019) importa. Hay que darle seguimiento al proceso de asimilación de las y los catedráticos en su IR. Vagando en la red, encuentro, por ejemplo, que en un evento de la Universidad Autónoma de Hidalgo (UAH) de 2019 (V Simposio de Investigación en Ciencia de los Materiales), el doctor Tavizón Pozos es anunciado como ponente invitado. (Liga 8.) Probablemente es cuando Tavizón estaba recién llegando a su nueva casa de estudios. Importaría saber qué tanto ha cumplido la UAH con su obligación de integrarlo en su comunidad universitaria dos años más tarde.

 

Ligas usadas en este texto:

 

Liga 1:

 

Liga 2:

 

Liga 3:

 

Liga 4:

 

Liga 5:

 

Liga 6:

https://www.cronica.com.mx/notas-buscan_el_minimo_pretexto_para_cancelar_contratos_de_catedras_conacyt__ana_elias-1180044-2021

 

Liga 7:

http://www.cmq.edu.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=83&Itemid=555

 

Liga 8:

https://www.uaeh.edu.mx/campus/icbi/simposio-ciencia-materiales/index.html

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